este pasado conflictivo ha tenido en la enseñanza secundaria española, especialmente en el bachillerato, desde el primer franquismo hasta la actualidad, ya que es en este nivel educativo en el que podemos encontrar un tratamiento más pormenorizado de las cuestiones que nos interesan y en el que intentaremos buscar las respuestas adecuadas a los interrogantes e hipótesis que nos iremos formulando. La inclusión del tratamiento realizado sobre la II República nos ha resultado imprescindible por dos razones de distinto tipo: la primera de ellas es que este periodo republicano fue considerado durante el franquismo como el causante, de manera necesaria e inevitable, de la Guerra Civil; la segunda se basa en que este mismo periodo republicano fue reivindicado, con sus luces y sus sombras, desde posiciones democráticas, como uno de los momentos más importantes de la reciente historia de España. También hemos abordado, aunque de manera menos pormenorizada, la forma en que el periodo de la transición democrática es presentado en los manuales escolares más recientes en relación, sobre todo, con las vicisitudes más relevantes del proceso de reconciliación llevado a cabo por la sociedad española.
Obtener un conocimiento significativo y suficiente de la forma en que en la actual sociedad española se recuerdan o representan la Guerra Civil y el franquismo es algo que, obviamente, excede nuestras intenciones en la presente investigación. Para cubrir estas limitaciones hemos recurrido a diversos estudios que se han preocupado de esta cuestión recientemente y que son los que nos han proporcionado la información pertinente[4].
Cada vez nos estamos haciendo más conscientes, desde la investigación didáctica, de la importancia de conocer las formas en que se ha ido construyendo, de manera consciente e inconsciente, lo que se ha venido en denominar el código disciplinar de las materias o disciplinas escolares. El peso de la tradición establecida es muy considerable y la única forma de poder ser conscientes de ella, y de alterarla si se considera pertinente, es el de analizarla de forma contextualizada, lo que no resulta fácil, pues en la configuración de una determinada tradición, en este caso de la enseñanza de la historia respecto de un periodo concreto, son muchos los factores que intervienen. Entre estos factores cabe destacar los de tipo legal-administrativo (los programas oficiales principalmente); los relacionados con los manuales escolares y sus usos (sobre los que hemos tratado en otras ocasiones desde distintos prismas analíticos); los vinculados a los paradigmas didácticos más arraigados en el profesorado, incluyendo en ellos la o las finalidades asignadas al estudio y enseñanza de la historia (y también los historiográficos, en su sentido más amplio) que son los que, según las investigaciones realizadas, condicionan de manera más potente la enseñanza realmente practicada en las aulas. En este sentido, la investigación que presentamos cabe incluirla, por una parte, dentro de los análisis relacionados con la configuración de la historia como disciplina escolar. de forma complementaria, la investigación presente es también un estudio sobre las «finalidades de la enseñanza de la historia», que es, en nuestra opinión, uno de los temas cruciales de la didáctica de la historia, tanto en su consideración más general (un enfoque didáctico coherente con las finalidades pretendidas) como en sus posteriores concreciones a la hora de seleccionar y de abordar los distintos temas, problemas y periodos que suelen constituir los programas escolares. El objetivo final de esta investigación es el de realizar un balance sobre los aspectos positivos y sobre las insuficiencias detectados, tanto en los manuales como en las aulas, en la enseñanza de la historia respecto de estos temas especialmente conflictivos y una propuesta de mejora de tales deficiencias atendiendo a lo que hoy podemos considerar como una didáctica de la historia basada en el desarrollo de las capacidades cognitivas y críticas del alumnado.
Una investigación de este tipo comporta una serie de tomas de posición respecto de aspectos básicos en los temas educativos, tanto en general como en relación con la enseñanza de la historia y sus principales finalidades. Partimos, pues, de la consideración de que toda enseñanza de la historia debe ser acorde y debe respetar el estado actual de la ciencia histórica, tanto en sus contenidos y resultados como en la presencia y uso de sus bases metodológicas, incluyendo también sus principales características epistemológicas. Consideramos, igualmente, que toda enseñanza debe tener en cuenta la doble dimensión educativa básica, compleja y tal vez paradójica, de ser vehículo de socialización de los mejores valores de los que se ha ido dotando la humanidad y la de posibilitar, simultáneamente, el mayor grado posible de conocimiento razonado, de autonomía crítica y de decisión personal del alumnado[5]. Ambos dimensiones deben tener sus correlatos en una serie de propuestas didácticas que tomen en cuenta los resultados de la investigación que presentamos.Entre los motivos, también alicientes, de esta investigación están presentes, en primer lugar, su dimensión española, más interna si se quiere, relacionada con la preocupación y el interés por la mejora de la calidad democrática de nuestra sociedad frente a posibles actitudes autoritarias y la reflexión razonada históricamente sobre la diferencia, el conflicto y la violencia. Pero también está presente una dimensión más internacional, que actualmente es objeto de reflexión en distintas instancias administrativas y educativas, tanto europeas como americanas, interesadas por estudiar las posibles aportaciones de la enseñanza de la historia en los procesos sociales de reconciliación posteriores a los conflictos que, de forma más o menos reciente, han marcado y dividido profundamente a distintos tipos de sociedades de muchos países de casi todos los continentes[6]. El modelo español de transición a la democracia, con sus luces y sus sombras, es un ejemplo interesante para ser considerado o tenido en cuenta. Esta es una forma más de aportar nuestros conocimientos, nuestra experiencia y nuestro saber hacer didáctico a otros países y otras sociedades, de manera más o menos semejante a como hemos venido haciendo respecto del impulso de una dimensión europea en lo relacionado con los países de la presente y futura unión Europea. Esta dimensión internacional de nuestra investigación tiene, además, el atractivo de que es una forma interesante de ampliar la presencia de nuestra investigación didáctica y de contribuir a un mayor intercambio y comunicación internacional entre los que nos ocupamos y preocupamos por la didáctica de la historia[7].
Una cuestión de la que se sabe bastante poco es la que respecta a los efectos reales de la enseñanza escolar de la historia (o de cualquier otra disciplina escolar) sobre las concepciones del alumnado. Se es consciente de que estas representaciones no provienen, en considerable medida, del proceso formal de enseñanza-aprendizaje, sino de otras fuentes informativas, muy poderosas, como el cine o la televisión (la prensa y la radio son posiblemente menos importantes en este aspecto)[8]. Sin embargo, el aula escolar puede convertirse en un espacio privilegiado para el análisis, la confrontación de informaciones, el estudio de las evidencias históricas y el desarrollo de un pensamiento más metódico y crítico, más abierto a la comprensión de los mecanismos ideológicos que han actuado y que siguen actuando sobre las sociedades complejas. Contribuir a la elucidación de una didáctica de la historia más eficaz respecto de tales finalidades, tanto científicas como humanas, es, o debería de ser, el máximo deseo de cualquier investigación didáctica.
El objeto de análisis elegido ha estado revestido de un marcado carácter conflictivo que queda reflejado, de alguna manera, en la conocida expresión de «el pasado que no pasa», con lo que se viene a poner de manifiesto su profunda complejidad y el carácter especialmente presente de su realidad, a pesar de los años transcurridos. En el caso español, esta presencia de la Guerra Civil y del franquismo ha conocido en la sociedad actual un destacado y nuevo interés que se mueve entre la memoria y la historia, esto es, entre los recuerdos y vivencias personales y los estudios historiográficos. Ambas dimensiones pueden ser objeto de atención didáctica y ser muy útiles para esa necesaria confrontación de toda sociedad post-traumática con su propio pasado. ¿En qué manera la enseñanza de la historia en la Educación Secundaria puede colaborar en la reconciliación de una sociedad con su pasado reciente más dramático y doloroso? ¿de qué forma una visión autocrítica del pasado se puede convertir en un elemento clave de formación de una conciencia democrática en el alumnado? Éstas son algunas de las preguntas fundamentales