Jorge A. Freire

Bazar


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lo sé no vengo

       Insomnio

       Cambio horario

       Ya no me gusta el otoño

       Cerrado

       Animales nocturnos

       Fidelidad

       Ciclos

       Atajos

       Despedida

       Algo más para recordar

       Hoy me siento cutre

       Zoo

       Sobre el autor

      Bon voyage

      Bon voyage, mon amour,

      sin orquestas,

      ni Mondragones,

      que qué bonita es la distancia,

      si no está entre nosotros,

      y no me apena la tristeza

      de las maletas perdidas,

      que hallarán otro horizonte

      cuando menos se lo esperen,

      que tendrán sus etiquetas,

      y eso solo es un lastre,

      que es preciso soltar,

      porque yo no quiero un nombre,

      si no me saben nombrar,

      y yo prefiero dar vueltas

      por tiovivos sin sentido,

      por rotondas sin salida,

      sin revueltas anunciadas.

      Buen viaje a cualquiera de tus lunas,

      con anillos o sin ellos,

      que los compromisos son boas

      que no dejan de apretar,

      y después, si nos dejamos,

      ya no saben qué comer,

      y eso es algo muy triste

      que no pienso consentir.

      Otra cosa es tu albedrío,

      que con eso no me meto,

      porque sé que voy a perder,

      y aunque me agrade ganar,

      no acabo de acostumbrarme

      y prefiero mi esquinita,

      donde sopla un viento suave

      que no quiere despeinarme.

      Buen viaje, mi amor,

      que tal vez no regresemos

      a la tierra prometida,

      y ni falta que nos hace,

      si aquí no estamos tan mal,

      aunque no nos encontremos,

      que la casa es muy grande

      y no tenemos que escondernos,

      porque hay puertas, que aun con llave,

      no se quieren abrir.

      FORAJIDOS

      Todos somos forajidos

      con máscaras a capricho,

      con los dientes dibujados,

      que los tiempos han cambiado,

      y en eso estamos de acuerdo

      tanto herejes como brujas,

      que aún quedan Torquemadas

      y hay hogueras para todos

      y no tantos bomberos,

      que ellos tienen sus turnos

      y también sus ansiedades,

      y también se deprimen

      cuando se extinguen las llamas.

      Todos somos forajidos

      y defendemos con saña

      cada cosa aprendida,

      cada consejo desoído,

      cada brisa equivocada,

      y que nadie nos reclame,

      que eso es causa de contagio,

      y hasta aquí hemos llegado,

      y después, como Pilatos,

      nos lavamos las manos.

      Antes era cosa de chiste

      y ahora de formulario,

      que si lo pone en el BOE,

      lo tomamos como mantra

      y lo llevamos a cabo

      con los medios al alcance,

      con falta de previsiones,

      con su tardanza latina,

      que los paisajes retratan

      y las costas condicionan,

      que cada cosa depende del color

      con que la miras,

      y después los cronistas

      te lo cuentan a su modo,

      y si te gusta, lo lees,

      o si no, ya te lo chivan.

      Otra cosa es que lo creas,

      que es otra forma de orgasmo,

      sin tener que estar activo.

      Todos somos forajidos,

      cada cual en su rellano,

      cada uno con quien puede,

      que si se te va la mano,

      que tengas un buen letrado,

      y si te has pasado mucho,

      te aplican el tercer grado,

      y ya duermes en tu casa,

      que a lo mejor es la cárcel

      de la que habías escapado.

      Todos somos forajidos,

      y los jueces van despacio

      y a ti no te importa tanto

      si ya tienes lo que esperas;

      que la vida no es tan corta,

      ni tan larga tu agonía;

      que si esperas suficiente,

      también te acabas cansando,

      y si lo consigues pronto,

      no