comparados con los individuos pre-frágiles, aquellos individuos frágiles tienen un 52% más de coste asociado a los cuidados familiares y un 73% más de coste asociado a cuidados profesionales.
Algo superiores son las cifras estimadas por otro estudio llevado a cabo en los Países Bajos, donde el coste sanitario medio asociado a personas mayores no frágiles fue de 15.438€, mientras que para las personas frágiles fue de 30.792€ durante el año 2013 (Peters et al., 2015). Esta diferencia significativa se explica fundamentalmente por la diferencia en los costes asociados a los cuidados de larga duración, esto es, el coste del cuidado personal recibido en el hogar y el coste del cuidado institucional. También se demostró la existencia de diferencias estadísticamente significativas en los costes asociados a los medicamentos (1.237€/año para no frágiles vs 1.573€ para frágiles), a las visitas de atención primaria (374€/año para no frágiles vs 450€ para frágiles) y pruebas médicas (528€/año no para frágiles vs 1.016€ para frágiles). Sirven & Rapp también han analizado este tipo de costes (visitas tanto al médico de atención primaria como al especialista) en población anciana en Francia, encontrando que las personas mayores pre-frágiles en Francia generan un incremento de 750€ de los costes ambulatorios a lo largo del año 2012 (esto es, visitas al médico de atención primaria y/o especialista) en comparación con las personas mayores no frágiles, mientras que los ancianos frágiles lo incrementan en 1.500€ (Sirven & Rapp, 2017).
Para la población latinoamericana, un estudio llevado a cabo en México sobre personas mayores adscritas a las unidades de medicina familiar y con síndrome de pre-fragilidad y fragilidad, encuentra que el coste medio por año e individuo asociado a las personas con fragilidad es de $1.911,02, mientras que para las personas pre-frágiles este alcanza a $1.802,48. (Villarreal et al., 2015). Cabe destacar dos características de este trabajo: en primer lugar, estas cifras no son comparables con los estudios europeos anteriormente mencionados al no incluir aquí a los no frágiles (robustos); y, segundo, son cifras absolutas, descriptivas, pero, en ningún caso, incrementales de coste sanitario.
Por su parte, es conveniente señalar el hecho de que el impacto económico asociado a la fragilidad en la población mayor puede verse sustancialmente intensificado si consideramos otros aspectos, tales como una intervención quirúrgica o una estancia hospitalaria. Así, un estudio canadiense, tomando como sujeto de estudio a la población mayor de 60 años sometida a una cirugía cardiaca, encuentra que la fragilidad está asociada a un aumento en el número de hospitalizaciones y, por ende, en los costes globales de hospitalización. Más concretamente, el coste asociado a las hospitalizaciones en personas frágiles que han sido sometidas a una cirugía cardiaca es de $32.742 al año, mientras que para las personas no frágiles igualmente sometidas a dicha intervención se sitúa en torno a los $23.370. Por tanto, los autores concluyen que tras la cirugía cardiaca la fragilidad en personas mayores conlleva un mayor coste de hospitalización, en comparación con las personas mayores no frágiles (Goldfrab et al., 2017). Del mismo modo, se ha demostrado una asociación entre fragilidad y coste sanitario tras una intervención colorrectal en la población mayor durante los 6 meses posteriores a la operación (Robinson et al., 2011). Finalmente, otro estudio encuentra un mayor coste sanitario total de los ingresos hospitalarios en la población mayor frágil que varía de un 22% a un 43%, con una clara relación dosis-efecto dependiendo de su nivel de fragilidad. Así, el coste sanitario y de atención residencial acumulado a lo largo de seis meses del año 2011 es de $19.947, $24.270 y $28.417 dependiendo de que el nivel de fragilidad sea bajo, medio y alto, respectivamente (Comans et al., 2016).
5.2. Coste y enfermedades crónicas en los adultos mayores
Una vez analizada la evidencia existente sobre el impacto económico de la fragilidad en la población mayor, resulta interesante analizar el coste asociado a las enfermedades crónicas más prevalentes entre la población mayor, ya que estas contribuyen a la mortalidad y morbilidad en las personas mayores. De hecho, se estima que el 80% de la población anciana tiene, a lo menos, una enfermedad crónica. Ello tiene su traducción directa en términos económicos, ya que en materia de gasto sanitario se estima que el 80% de los recursos se destinan al tratamiento y prevención de enfermedades crónicas, y la distribución del gasto está marcadamente concentrada en un pequeño porcentaje de la población, en su mayoría personas mayores (aproximadamente un 5% de la población consume cerca del 30% de los recursos) (OECD, 2019). No obstante, cabe aquí mencionar que cuando se introducen variables de autonomía funcional en la estructura de costes, los análisis muestran que la situación funcional explica una gran parte de los costes asociados a la propia enfermedad que, en su conjunto, no explicaría más allá del 25% de dichos costes en muchos escenarios (Rodríguez-Sánchez et al., 2017).
Dentro de estas enfermedades crónicas las más limitantes a nivel funcional en la población mayor de 65 años son la diabetes mellitus de tipo 2, la enfermedad cardiovascular, el cáncer, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), las enfermedades mentales, las enfermedades neurodegenerativas como la demencia, así como enfermedades osteoarticulares como la artrosis, la osteoporosis o la artritis reumatoide. En este sentido, existe un importante número de estudios que han tratado de estimar el impacto económico causado por estas enfermedades crónicas. Para entender el orden de magnitud de este impacto señalaremos los resultados de algunos de ellos, siempre teniendo en cuenta lo reseñado al final del párrafo precedente. Por ejemplo, el coste de la enfermedad cardiovascular y el infarto cerebral en los Estados Unidos alcanzó los 311 mil millones de dólares al año, de los cuales 181 mil millones se debieron a costes sanitarios y el resto (130 mil millones) a costes directos no sanitarios (actualizados a 2017). Una cifra menor, aunque creciente con los años, de 248 mil millones de dólares correspondería a la diabetes mellitus, de los cuales 178 mil millones se atribuyeron a los costes médicos. Por su parte, el cáncer supuso 247 mil millones de dólares anuales (actualizados a 2017), de los cuales 146 mil millones eran debidos a los costes sociales y 101 mil millones a costes sanitarios. Padecer EPOC tiene un impacto menor en el sistema estadounidense, ya que alcanza los 15 mil millones de dólares anuales a nivel agregado, aunque en este caso solo se consideran los costes sanitarios. En cuanto a las enfermedades mentales, los costes derivados de la depresión en EE. UU. se han estimado en 100 mil millones de dólares (actualizados a 2017), de los que un 37% es atribuible a costes sanitarios y el resto a costes sociales. Los costes de la demencia en EE. UU. suponen 115 mil millones de dólares, incluyendo 84 mil millones (73%) de costes sanitarios y 31 mil millones (27%) como consecuencia de los cuidados informales. Si se trata de osteoporosis, su impacto en EE. UU. alcanza los 18 mil millones de dólares anuales, la mayor parte de estos atribuibles a costes derivados de fractura de cadera y otros costes sanitarios. El coste anual de la artritis reumatoide es ligeramente superior, 21 mil millones de dólares, de los cuales el 50% se debe a costes sociales y el 19% al cuidado informal.
En Europa, el coste total anual de las enfermedades cardiovasculares alcanzó los 216 mil millones de euros (actualizados a 2017), con los costes directos sanitarios representando el 62% de dicha cantidad, el cuidado informal el 17% y otros costes sociales el 21%. En el caso de la diabetes mellitus de tipo 2, se estimó que su coste directo a nivel agregado europeo alcanzaba los 31 mil millones de euros anuales, siendo el coste de hospitalización el de mayor relevancia (55%). En el caso del cáncer, el impacto económico que supone en la Unión Europea (27 países) alcanzó los 137 mil millones de euros, de los cuales el 40% son costes directos, el 18% se debe al cuidado informal y el 42% restante a pérdidas laborales. Por su parte, el coste de la demencia en 15 países de la Unión Europea se ha cifrado en 192 mil millones de euros, de los cuales el 56% (107 mil millones) se debe al cuidado informal. En general, la distribución de los costes por país es muy heterogénea y refleja el distinto grado de desarrollo de sus sistemas de cuidado de larga duración (países del norte de Europa) respecto a los países donde el cuidado informal tiene un mayor peso (sur de Europa). También a nivel europeo, la osteoporosis supone un coste de 37,5 mil millones de euros anuales, de los cuales el 66% se debe a los costes directos sanitarios y el 29% a los cuidados informales. En el caso de la artritis, la estimación del impacto económico alcanza los 45,5 mil millones de euros anuales (actualizados a 2017), representando la mayor proporción de los costes totales el cuidado informal, el cual dependiendo del tratamiento recibido supone entre el 30 y el 45% del costo total.
5.3.