Luis Fernando Sánchez Huertas

El hacktivismo una redefinición de la acción política


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recepción de neologismos en las ciencias y en la academia es lenta y, si se quiere, odiosa. Se castiga por inercia el uso de nuevos vocablos con el juicio de que eso ya existía y que un término clásico lo resume mejor. Aún más subvalorados son los prefijos, pues para muchos en la academia solo pretenden plantear problemas donde no los hay. Luce como ejemplo de lo primero el juego de palabras entre lo global, internacional, mundial, y lo local, que deviene en lo glocal; y como ejemplo de lo segundo, la trans- y la post- modernidad, sin resolver aún el caos conceptual de la modernidad.

      A lo anterior, y sobre la base de la actitud frente a los neologismos, hay que agregar la permanente tensión por la verificación de la claridad de los conceptos para evitar, en palabras de Sartori (2011), “estiramientos conceptuales”, y, en palabras de Berlin (2013), errores de categorías y conceptos, preocupación esta que el propio Aristóteles advertía al definir la política y lo político.

      Ahora bien: el plano teórico de este libro se ubica en la intersección de esta recepción y esta tensión. A sabiendas de la hostilidad hacia los neologismos y los prefijos, propongo el estudio del hacktivismo, que en una primera definición etimológica es un neologismo del activismo generado mediante el prefijo hack-; y frente a la tensión en cuanto a la claridad conceptual, pongo sobre la mesa el término acontecimiento redefinido por Lazzarato (2006) y Žižek (2014).

      El hacktivismo frente a la recepción y el acontecimiento frente a la tensión sientan las bases de una discusión ulterior: la referida a la llamada ciberpolítica. La ciberpolítica, como neologismo surgido de un prefijo antepuesto a un concepto clásico, para los efectos de este texto –y en ello descansa mi hipótesis teórica de fondo– redefine el concepto mismo de política a través del fenómeno del acontecimiento. En otras palabras, recordando la tensión del origen del conocimiento en Nietzsche: la ciberpolítica no tiene un Erfindung sino un Ursprung, es decir, no es ni una versión mejorada de la política ni una nueva política, es una ciberpolítica en sí misma.

      LA PREGUNTA POR LA POLÍTICA

      En el marco de los estudios políticos, la pregunta por la política, y más puntualmente por sus nuevos rumbos y destinos, es hasta la fecha una pregunta sin respuesta o con cientos de respuestas que no convencen. Solo para contextualizar, Arendt (2004), Sartori (2005), Crick (2001) y Berlin (2013) –y en ellos reúno con un alto grado de consenso a los autores cercanos a nuestro tiempo, quienes desde distintas esquinas son referentes de estudio tanto para la ciencia política como para los estudios políticos, la filosofía política y la teoría política– plantean la necesidad de hallar los nuevos terrenos de la política ante una aparente pérdida de esta debida a una confusión conceptual entre la política y lo político (politeia y politiké).

      En la construcción del estado del arte de este trabajo, a las elaboraciones de estos autores se suman las de Lévy (2007), Buck-Morss (2011), Virno (2011a), Žižek (2014), Castells (2010), Runciman (2014) y otros (con “otros” no dejo abierta la enumeración, sino que me refiero al Cibergolem por ser un colectivo). Estos autores formulan la pregunta por la política en los tiempos actuales, mediados por un comercio y una tecnología transversales al mundo. En este trabajo se pone a dialogar a tales autores y otros de la talla de Sassen y Sennett para responder a la pregunta por el destino actual de la política, y este no es otro que la red.

      EL PLAN DEL TRABAJO

      De la misma manera que los planos real y virtual entran en tensión en los temas estudiados en este trabajo, en el esquema seguido para la consecución de este primer resultado hay dos planos tanto en las fuentes consultadas como en los hallazgos de las acciones de los hacktivistas.

      Los libros y textos de autores de ciencia política y sociología que sirven de base teórica de este documento se agrupan en tres líneas básicas de pensamiento: teoría política, comunicación política y cibercultura. En el caso particular de los textos de esta última –que, de paso sea dicho, son el grueso tanto del estado del arte como de la bibliografía general–, ha sido motivo de reflexión –y para varios autores, de costosa ironía– el hecho de ser libros en físico y no documentos electrónicos. Esta circunstancia sin duda debe cambiar. Digitalizar libros contribuye abiertamente a la ciberpolítica, y en ello trabajan cientos de hacktivistas en el mundo entero. Gracias, en este punto, a Libripedia.com, Es.slideshare.net, Holismoplanetario.com, Narino.info, Educatorstechnology.com, entre otros, ya disponibles en ios y otros programas. Con respecto a las fuentes primarias y secundarias electrónicas, cada una de ellas cumple con las disposiciones del Manifiesto hacker y la nética en lo referente a la “transformación colectiva del conocimiento” (WARK, 2014) y al digital engagement (PENTLAND, 2014). La idea de un conocimiento no solo colectivo sino de propiedad de la humanidad es en esencia, además de transgresora, hacktivista; en esto es clave el texto Who owns the Future? de Jaron Lanier.

      Respecto a la metodología de investigación, he buscado guardar coherencia con el tema y los problemas propios de la cibercultura, los cuales también se explican en dos planos. El primero está dirigido a las fuentes bibliográficas, en estricto sentido la hermenéutica de texto, y a la hora de poner en discusión a los autores referentes al tema se emplea el análisis comparativo en los términos de Sartori. El segundo se centra en el análisis de las fuentes digitales y de las acciones propiamente dichas de los hacktivistas; en este punto, en principio, propongo un análisis de caso que deviene en una “especie” de etnografía, pero en este caso una etnografía virtual.

      El primer capítulo está centrado en la descripción del fenómeno hacktivista y su tipología. Hago uso de una etnografía en la red para destacar las acciones con mayor contenido político y para analizarlas inicialmente como un caso. Para llegar a la escogencia de las acciones y los hacktivistas más destacados, utilicé principalmente dos vías: en los motores de búsqueda, bajo la modalidad de búsqueda especializada, con los comandos hacktivismo, hacktivista y ciberpolítica construí una matriz de análisis desde agosto de 2010 hasta julio de 2015. Producto de esta matriz, analicé 1.257 archivos de noticias, enlaces de acciones y blogs. En la matriz destaqué hacktivistas, lugares físicos, si era el caso, y hechos puntuales. Mes a mes contrastaba estas acciones con informaciones en diarios y portales de noticias, y luego con redes de hacktivistas conocidos. En esto conté con el apoyo del Observatorio para la Cibersociedad (OCS) del que honrosamente soy miembro desde 2009.

      En el segundo capítulo analizo, desde la perspectiva de un análisis de caso, las evidencias de activismos destacadas en publicaciones y con la perspectiva de la etnografía virtual, en particular las de los hacktivistas convocados por medio de redes sociales a debates en línea sobre temas propuestos. Estas evidencias se hacen visibles en el formato de tres de las redes sociales más populares en la actualidad: Facebook, Twitter e Instagram. Ambas clases de evidencias las ubico en el lugar real-virtual y las contrasto con el uso de la plaza pública en relación con la pantalla.

      En el tercer capítulo, nuevamente, los planos real y virtual entran en discusión, para lo cual me sirvo de Žižek, Negri, Virilio y Rheingold, con la discusión de las multitudes inteligentes en el plano de la realidad y de la virtualidad. Cierra esta parte del trabajo con una reflexión sobre el nivel revolucionario de los hacktivistas desde la perspectiva de Arendt. Mediante la hermenéutica del texto, este capítulo desarrolla la teoría.

      El cuarto capítulo reúne unas reflexiones de índole política, que se enmarcan tanto en el derecho constitucional como en la teoría constitucional,