William A Sibaja

Teletrabajo exitoso


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años anteriores, decían que simplemente temían que se presentaran distractores que influyeran en el rendimiento de las personas. Ahora que estos fueron forzados a trabajar desde sus casas, esa idea se ha transformado y algunos se encuentran complacidos de cambiar sus zapatos mocasines por sandalias y la compañía de su perro. No solo su realidad cambió, sino también la percepción del trabajo remoto.

      El dilema se encuentra en que este modelo se suponía iba a ser de naturaleza temporal, se esperaba que en un tiempo prudencial las personas colaboradoras volvieran a tiempo completo a la oficina. Sin embargo, muchos han sido seducidos por las bondades de este marco de trabajo, no obstante, existen limitantes y factores negativos ya vistos como las interrupciones familiares, entornos no ergonómicos y horarios extendidos.

      En este punto surge una interrogante, ¿ahora qué sucederá con los entornos virtuales una vez que terminen los eventos pandémicos? Una firma de consultores en recursos humanos publicó una encuesta para usuarios de LinkedIn, en un formato muy sencillo en el que se preguntaba cuál era su preferencia en cuanto al número de días por semana para volver a trabajar desde la oficina. Aunque esto no era un recuento con herramientas de estadística, sino un sondeo, las respuestas fueron muy interesantes.

No trabajar ningún día en oficina 39 %
Trabajar 1 día en la oficina 20 %
Trabajar 2 días en la oficina 14 %
Trabajar 3 días en la oficina 11 %
Trabajar 4 días en la oficina 7 %
Trabajar 5 días en la oficina 9 %

      De estos números se puede analizar, de una forma escueta, que existe más preferencia por el trabajo en los hogares que de trabajar desde la oficina todo el tiempo. O Una gran parte de la población espera que el teletrabajo sea parte de la realidad futura.

      Por otro lado, me encontré a una gerente de Recursos Humanos preocupada por el movimiento del personal de vuelta a la oficina. Al preguntarle la causa, ella me dijo que era una expectativa del gerente general. El gerente general, por otro lado, me comentó que estaba pensando en el plan de volver a trabajar como en el pasado, debido que era una expectativa de las personas colaboradoras. Le pregunté entonces:

      —¿Está seguro de que eso es lo que ellos quieren?

      —Bueno, eso suponemos —replicó él.

      Seguidamente le propuse que hiciera algo sencillo. Le pedí que aceptara por un mes que los compañeros pudieran trabajar desde la oficina voluntariamente. Es decir, que cada uno fuera libre de hacer sus tareas desde su casa los días que consideraran convenientes.

      El primer lunes se presentó un 30 % del personal, se aprovechó ese día para hablar y comer juntos. Para el martes, asistió aproximadamente la mitad. El jueves no estaba en el edificio más que el guarda de seguridad. Esta fue una manera bastante efectiva de conocer las preferencias reales de las personas colaboradoras y no con una encuesta de 100 preguntas por parte de Recursos Humanos que nadie quiere llenar.

      Según los gerentes de estas oficinas, el mayor reto que se les presentaba era el de la comunicación efectiva por parte de los miembros del equipo. Por esta razón, exploraremos este elemento en el próximo capítulo y algunas herramientas e ideas que se pueden implementar para mejorar el flujo de la información.

      Hace varios años circulaba por las redes una anécdota de autor anónimo, sobre la comunicación en el lugar de trabajo. La historia fue también documentada tiempo después en el libro La culpa es de la vaca, trabajo compilatorio de Jaime Lopera Gutiérrez y María Inés Bernal Trujillo. Si tiene más de 20 años de trabajar en oficinas, de seguro la ha leído, pero voy a compartirla nuevamente para ilustrar el tema.

      Ante la llegada del Cometa Halley, el director general mandó una circular a los empleados para organizar una buena observación del fenómeno. Sin embargo, el mensaje pasó por varias manos y cambió un poco antes de colgarse en el comedor de la empresa.

      DEL DIRECTOR GENERAL A: EL GERENTE

      “El viernes próximo, alrededor de las cinco de la tarde, aparecerá el Cometa Halley en esta zona. Se trata de un evento que ocurre cada 78 años. Por favor, reúna a todos los trabajadores en el patio de la fábrica, con cascos de seguridad, que allí les explicaré el fenómeno. Si estuviera lloviendo, no podremos ver este raro espectáculo a ojo descubierto. En tal caso, todos deberán dirigirse al comedor donde se exhibirá un documental sobre el Cometa Halley”.

      DEL GERENTE A: EL DIRECTOR DE RECURSOS HUMANOS

      “Por orden del director general, el viernes a las cinco de la tarde aparecerá sobre la fábrica, si llueve, el Cometa Halley. Reúna a todo el personal con cascos de seguridad y llévelos al comedor, donde tendrá lugar un raro fenómeno que sucede cada 78 años a ojo desnudo”.

      DEL DIRECTOR DE RECURSOS HUMANOS A: JEFE DE PERSONAL

      “A solicitud del director general, el científico Halley de 78 años, aparecerá desnudo en el comedor de la fábrica, el próximo viernes a las cinco de la tarde usando casco de seguridad; después será presentado un documental sobre el problema de la lluvia y el director hará la demostración en el patio de la fábrica”.

      DEL JEFE DE PERSONAL A: EL JEFE DE TURNO

      “El viernes a las cinco de la tarde, el director, por primera vez en 78 años, aparecerá en el comedor para filmar el documental Halley al desnudo, junto con el famoso científico y su equipo. Todos deben presentarse con casco de seguridad porque el documental tratará de la seguridad en condiciones de lluvia”.

      DEL JEFE DE TURNO A: EL JEFE DE BRIGADA

      “Todo el mundo, sin excepción, debe presentarse sin ropa, con los agentes de seguridad de la fábrica, en el patio de la misma, este viernes a las cinco de la tarde. El director vendrá acompañado del grupo musical Halley y sus cometas, un grupo muy famoso que mostrará su éxito Bailando bajo la lluvia. En caso de que llueva de verdad, hay que ir al comedor usando cascos de seguridad. Esto ocurre cada 78 años”.

      En cualquier ambiente donde existe un sistema de comunicación, es decir, con emisor, receptor, código y canal, se tiene la posibilidad de una degradación del mensaje en la interpretación del receptor. Las razones son incontables, como interpretación de las palabras, estado de ánimo, calidad del canal, información y conocimiento previo del tema, por mencionar unas pocas.

      Imagine ahora una cadena de emisores y receptores degradando la información aún más en cada una de las interacciones. Esto da como resultado un mensaje totalmente diferente al final.

      Trabajando virtualmente hemos perdido ese contacto cara a cara, las conversaciones coloquiales en los pasillos o junto con una taza de café a la hora del descanso. La comunicación lo es todo en el trabajo diario, los problemas con ella pueden llevar a fallas en proyectos, indicadores, pérdida de tiempo, confusión, miembros que no toman responsabilidad, un sinfín de reuniones y mucho más.

      Si el reto de transmitir mensajes a veces es difícil cara a cara, imagine sin la posibilidad de usar lenguaje corporal para transmitir emociones como urgencia, aprobación, negación o sarcasmo. Además, comunicarse en equipos remotos no se refiere solo a grupos de personas que han sido trasladadas a trabajar desde sus hogares, sino también a la interacción de diferentes colaboradores que se encuentran en otras zonas geográficas y otros horarios, lo cual representa un reto similar.

      Los equipos de trabajo colocalizados, es decir, grupos que se encuentran en el mismo lugar físicamente, tienen lo que algunos llaman comunicación integrada, esto se refiere a la mayoría de los componentes de un sistema de transmisión de ideas efectiva. Pero ¿cómo trasladamos esa cohesión