mucho más que el punto geográfico donde se ubica el aeropuerto. Aparece, más bien, como un lugar de confinamiento dramático y un microcosmos: espacio de encuentros y celebraciones, de resistencias y supervivencia, y como un escenario de situaciones de riesgo extremo, donde los aviadores desafían a la muerte.
En ese lugar, acaso extraído del tráfago del mundo, se anudan relaciones humanas entrañables y los personajes escapan a la rutina encarando al peligro, mientras cimentan el espíritu competitivo de un equipo. Espacio remoto que es destino de exiliados voluntarios, adictos al riesgo, y sitio donde se actúan los rituales de la camaradería masculina y las rivalidades entre los géneros. Y donde se espera que ocurra alguna desgracia inminente porque el destino, ineluctable, marca la vida de los hombres.
Los pilotos de *Solo los ángeles tienen alas conforman una familia preparada para la desaparición súbita de cualquiera de sus miembros. Pero ningún presentimiento funesto los lleva a renunciar a la vocación por el riesgo. Hawks convierte a Barranca en un universo simbólico similar al de otros recreados en sus películas, como el pueblo del oeste de Rio Bravo (1959).
Aventuras marítimas en el Hollywood clásico
El Perú es un destino lejano y oscuro en *Ebb Tide (1937), historia de aventuras marítimas producida por Lucien Hubbard para Paramount11. Dirigida por James P. Hogan, la trama se basa en un relato corto de Robert Louis Stevenson y Lloyd Osbourne (The Ebb-Tide. A Trio and a Quartette), publicado originalmente en 1894.
La nouvelle Ebb Tide se lleva al cine varias veces. La primera adaptación se remonta a 1915, producida por Selig Polyscope Company. Luego, en 1922, se realiza una película silente llamada Ebb Tide, producida por Famous Players Lasky y distribuida por Paramount Pictures. La dirige George Melford.
La versión de 1937 es una fantasía de aventuras en los mares del sur, protagonizada por Akim Tamiroff, Frances Farmer y Ray Milland. Filmada en un saturado tecnicolor, la adaptación conserva las líneas básicas del relato original, ambientado en el siglo XIX, en un mundo de marinos mercantes afrontando prolongadas travesías. La trama narra la historia de un navío que es secuestrado y desviado mientras viaja hacia Sidney, Australia, su destino original. El motivo: la necesidad de vender una valiosa carga de champagne en el Perú, ese lugar remoto donde se pagan altos precios por bienes de procedencia ilegal.
La intención delictiva se frustra cuando el barco, infestado por la viruela y luego de enfrentar un tifón, naufraga en una isla desconocida y no registrada en los mapas, que se asienta sobre un banco de perlas. Allí, los marinos disputan la legitimidad de la posesión de la riquísima isla con un alucinado dirigente religioso que posee una importante dotación de armas y un invariable mal humor.
Diez años después, en 1947, se realiza *La isla de perdición (*Adventure Island), dirigida por Peter Stewart (pseudónimo de Sam Newfield), con el actor Rory Calhoun, como Mr. Herrick, y Rhonda Fleming como Faith Wishart. Producida por William Piney y William Thomas para Paramount, pero con menores recursos económicos que su precedente, la trama recrea los incidentes marítimos de la versión de *Ebb Tide de 1937 y de las cintas silentes que adaptaron el relato de Stevenson y Osbourne.
Aquí también el Perú es un destino alternativo para el capitán del motín que busca enriquecerse con la carga que lleva la nave y rehacer su vida, luego de haber sido acusado de conducta deshonrosa en altamar. Sabiendo que en Sidney, destino de origen del barco, no conseguirá sus objetivos, señala al Perú como el lugar donde se restablecen honras dudosas y se adquieren, sin trámites previos ni preguntas incómodas, los cargamentos de mercaderías que son productos de la rapiña.
En 1962, la historia de Ebb Tide es llevada al cine una vez más, pero ya no en Hollywood, sino en Europa. Dirige el francés Paul Gégauff, guionista de varias películas de Claude Chabrol, personaje polémico por sus desafiantes posiciones políticas de derecha y vinculado amicalmente a algunos de los cineastas fundadores de la llamada “Nueva Ola” francesa, como Éric Rohmer. Esta versión del Ebb Tide literario lleva por título *Le Reflux y muestra un reparto encabezado por Michel Subor, Franco Fabrizi, Serge Marquand y Roger Vadim. Se considera a *Le Reflux como una cinta perdida en su mayor parte12.
El perfil cartográfico del Perú en el mapa de América del Sur se distingue en *Motín a bordo (*Mutiny on the Bounty, 1935), dirigida por Frank Lloyd (ver “Cartografías”).
*El viejo y el mar, de John Sturges (*The Old Man and the Sea, 1958), basada en la novela de Ernest Hemingway, se filma parcialmente en escenarios naturales de Máncora en la costa norte del Perú. Las imágenes del Océano Pacífico fotografiadas por Charles Wheeler en tecnicolor aparecen insertas como transparencias (back projection) escenográficas.
La aventura esencial del hombre solitario y curtido que se enfrenta al gran pez, pero también a sí mismo y a su destino, es llevada al cine luego de un rodaje accidentado, plagado de postergaciones e incumplimientos del plan de filmación.
El equipo técnico, encabezado por Fred Zinnemann –el director que inicia la cinta, siendo reemplazado luego por John Sturges, que la culmina y firma– registra imágenes del oceáno en Máncora y empleando a un pescador peruano como doble del actor Spencer Tracy, que sólo rueda en estudios de los Estados Unidos y en La Habana. Un camarógrafo de la empresa Movius Film, el peruano Jorge Cohata, es convocado para colaborar en el filme.
Ernest Hemingway llega a Talara el 16 de abril de 1956. Su objetivo es viajar a Cabo Blanco para asistir a la captura de un merlín gigante. Una semana después, el escritor parte del Perú sin lograr su objetivo. Los merlines, al decir de Zinnemann, se alejaron de la costa a causa de la persistente lluvia caída en esa temporada.
*Benito Cereno (1968) es una producción francesa de Serge Roullet, basada en un relato del escritor estadounidense Herman Melville, publicado por entregas en 185513.
Se ambienta en 1799 y narra la historia de un motín encabezado por unos esclavos africanos que son transportados en un barco español hacia el Perú, vía el Cabo de Hornos. Luego de amotinarse y de asesinar a gran parte de la tripulación, los esclavos intentan obligar al capitán español Benito Cereno (interpretado por el realizador Rui Guerra) a transportarlos hacia Senegal, pero el plan fracasa. Descubierto lo ocurrido y hallado el barco, es trasladado hasta el Callao. Luego de un proceso judicial seguido en Lima, Atimbo, el esclavo líder de la rebelión, es ejecutado. El capitán Cereno muere de una enfermedad.
Aventuras amazónicas
Los paisajes de la Amazonía peruana estimulan, desde antiguo, representaciones múltiples. Desde los días del cine silente se convierten en territorios abiertos al registro y la exploración de los camarógrafos iniciales y en escenografías –naturales o recreadas– para el desarrollo de tramas aventureras que se replican hasta hoy.
Así, las selvas cobijan experimentos siniestros de científicos alucinados o albergan reductos de especies botánicas que destilan sustancias medicinales, pero también mortíferas. Junglas propicias para el exotismo y para dar refugio a los amantes. Canteras de riquezas infinitas pero sepultadas en algún recóndito templo centenario que es custodiado por tribus de indígenas que practican el canibalismo. Escenarios donde se representan historias de codicia y se actúan desafíos supremos. La Amazonía es destino de aquellos que ansían confrontarse consigo mismos mediante la práctica ritual del consumo de la ayahuasca, pero es también un territorio afectado por la minería ilegal, la tala irracional de árboles y otras formas de depredación de la naturaleza. Y es la cuna de ignotos pigmeos, según lo afirma un personaje de Dos semanas en otra ciudad (Two Weeks in Another Town, 1962), de Vincente Minnelli. Es, por último, el lugar en el mundo donde acaso se ubique El Dorado.
Empecemos por los “genios del mal”, villanos superdotados que se enseñorean como príncipes de la Amazonía peruana. Ahí ocultan sus laboratorios, convirtiéndolas en guaridas, y diseñan experimentos reñidos con la ética científica.
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