año. Cuando nos quitaron la cámara de la universidad fuimos a TV Perú y hablé con el gerente, Enrique Mendoza del Solar, un señor que se identificó con mi deseo de hacer un largometraje. Tenía sus cámaras antiguas en exhibición. Me escuchó, llamó a su asistente y le dijo: “Dale una cámara”. Listo. Con esa cámara seguimos hasta el final. En las últimas escenas estábamos únicamente el actor, la actriz y yo. Todos los demás habían tirado la toalla. Yo les pagaba su taxi para que se vayan a su casa y luego me iba en micro con el trípode, la cámara, mis tachos de luces. Un chiste.
¿Tienes un cálculo aproximado del costo total de la producción?
Unos cuarenta mil, cincuenta mil soles, más o menos; valorizando todo, mi trabajo y el de los demás.
¿Tu familia no se opuso a que emplees tanto tiempo y dinero en un proyecto que no sabías si te iba a rendir?
Supongo que sí porque me botaron de la casa, literalmente. Terminé viviendo en un hotel, durmiendo en un colchón en el piso.
Fue una experiencia extrema.
Pero valió la pena porque cambió mi vida, cambió mi percepción de las cosas. Ahora creo que con esfuerzo puedes lograr lo que quieras.
¿Cómo fue la edición?
La hizo Juan Ojeda. Él tenía todo lo filmado en su computadora. Cuando hice las últimas tomas, le dije para comenzar a editar y él aceptó, pero luego se desapareció como seis días. Ya faltaba poco para el estreno. Todo estaba listo. Las entradas, el Teatro Municipal, la campaña publicitaria, Layconsa me regaló mil afiches… y faltando dos días, Juan aparece y me dice: “Aquí está tu película”. “Pero ¿cómo? No hemos corregido, no hemos ajustado, no hemos sonorizado…”. “Ya está todo terminado”, dijo. “Ningún archivo de tu película está ya en mi computadora”. No me quedó otra cosa que agarrar mi película e irme.
¿Cómo fue el estreno?
Habíamos hecho publicidad en algunos canales y visitado los demás. Se logró una buena campaña. Todos querían entrevistarnos porque era una novedad la primera película arequipeña. Conseguí el Teatro Municipal por quince días. Llegó el día del estreno y recién me di cuenta de que no había écran. El proyeccionista se ofreció a hacerlo, pero falló y a las cinco de la tarde –el estreno era a las 6 p. m.– estaba yo allí, armando el écran, sujetando la tela con alfileres y amarrando el marco de madera con pita. La sala se llenó, platea y mezzanine.
¿Cuánto costó la entrada?
Ese día doce soles. Luego cinco soles. Esos quince días en el Municipal calculo que asistieron doce mil personas porque las funciones eran todos los días de la semana, matiné, vermouth y noche. Las dos primeras, llenos totales. Después me pasé al cine Arequipa, donde la película permaneció ocho meses, de jueves a domingo, dos funciones diarias. En total, en Arequipa, estimo que se vendieron cien mil entradas. Luego me fui a Juliaca, Cusco, Puno. En todos lados tenía éxito. En Juliaca, por ejemplo, estuve cuatro fines de semana de jueves a domingo, en el auditorio municipal, bastante lleno. En Puno competí con la fiesta de la Candelaria, pero igual el cine se llenó, también durante cuatro semanas. Hasta que al año del estreno salió la copia pirata y mató el negocio.
¿Cuántos espectadores calculas en total?
Considero que fueron más de doscientos mil. Eso me permitió comprar equipos. Viajé al festival de Puerto Mont, en Chile. Y financié el siguiente proyecto, que fue Torero.
Hablemos de Torero.
Luego de Mónica, me puse a pensar en qué otra película podría hacer que también fuese comercial. Y las fiestas populares me parecieron un buen tema. Hice una historia sencilla, con algo de drama, pero sin truculencias. Y me equivoqué porque Torero no funcionó. Hice el guion, fui al pueblo de Viraco, pedí apoyo a la Municipalidad, hice casting, la gente del pueblo nos ayudó mucho, nos hospedaron en sus casas. Alquilé una cámara de Lima, mejor que la de Mónica. Gasté una buena parte de lo que había ganado con Mónica. Vendí dos carros que me había comprado con la ganancia de Mónica. Me equivoqué en el título. Torero suena a documental. El rodaje fue de quince días allá en Viraco, más cinco días de croma acá en Arequipa. Aprovechamos la fiesta porque viene mucha gente. Lo que demoró fue la edición, que la hizo un amigo que es gerente de producción de un canal; la hizo en sus horas libres, pero no tenía muchas horas libres.
¿Cuánto tiempo se exhibió en Arequipa?
Cuatro meses, pero sin mucha asistencia. Y luego fui a Puno, a Juliaca, a Juli…
¿No la piratearon?
No. La cuidé mejor, y tampoco les interesó a los piratas.
¿Tienes un cálculo de la cantidad de espectadores?
Unos treinta mil o treinta y cinco mil.
¿Te has presentado a los concursos del Ministerio de Cultura?
Sí. El 2011 con Ave María y el 2012 con Juanita.
¿Qué opinas de los concursos?
No lo digo por mi caso, pero creo que en Lima hay un prejuicio, se piensa que una película regional tiene que tener un tema regional.
¿Crees que se debería mejorar el sistema de los concursos?
Creo que está bien que existan los concursos exclusivos para las regiones. Pienso que debería haber más fondos para la producción. Un porcentaje de las entradas de los cines debe ir a un fondo. Después de todo, las grandes empresas cinematográficas tienen su ingreso gracias al aporte del público peruano, ¿no? Por lo tanto, el cine peruano debe beneficiarse de ese aporte. Por otro lado, si el Estado peruano está invirtiendo para que se haga una película, debe también preocuparse de que se den las condiciones para que la película se exhiba, ya sea con una cuota de pantalla o con alguna otra forma de garantizar la exhibición del cine peruano.
¿Y qué te parece la idea de que los cineastas regionales se organicen para distribuir sus películas en todo el país?
Creo que sí es posible. Cada cineasta explotaría su película en su región, que es donde mejor le va a ir, y luego se la pasaría a los demás para que cada uno la exhiba en su región.
¿Y qué piensas de la posibilidad de conseguir apoyo económico de los gobiernos regionales y las municipalidades?
Yo lo solicité para Torero y para mi nuevo proyecto, El cura sin cabeza, pero no me dieron nada. Para el Segundo Encuentro de Cine Andino1 sí me han apoyado. Pero para las películas no, pese a que hablé con el presidente regional, con los asesores regionales, con todos. Los recursos existen, pero hay problemas legales o administrativos que dificultan su utilización. Habría que revisar la ley.
¿Crees que el Ministerio de Cultura debe organizar talleres para capacitar a los cineastas regionales?
Sí. A mí me gustaría capacitarme en elaboración de guion, lenguaje cinematográfico y dirección de actores.
¿Qué películas peruanas te parecen importantes?
Alias la gringa, Gregorio, Maruja en el infierno. Las primeras de Lombardi y de Chicho Durant. Como película comercial, Pantaleón y las visitadoras me gustó. Lima 13, de Fabrizio Aguilar, me pareció genial. Días de Santiago, Las malas intenciones, Octubre…
¿Y del cine