diferentes investigaciones consultadas coinciden en la necesidad de realizar una aproximación más integral al problema del sufrimiento emocional de las y los estudiantes universitarios. En particular, se reconoce que el enfoque de riesgo parece no ser suficiente para la comprensión, prevención y atención del suicidio, por lo tanto, fue necesario incluir en la investigación los enfoques psicosociales, acción sin daño y género, así como las dimensiones de sujeto, familia, universidad y comunidad desde una perspectiva de procesos.
El concepto de riesgo emocional ha sido ampliamente utilizado en las indagaciones sobre estudiantes universitarios. En esta investigación se hace un esfuerzo para que el enfoque de riesgo sea definido con mayor precisión, a partir del contexto particular del estudio. Por ello, esta investigación combina las dimensiones cuerpo, emociones y sentido de vida, y cuenta con un enfoque central de aproximación psicosocial y los enfoques asociados de riesgo y acción sin daño.
El suicidio en el contexto colombiano
La mayoría de los trabajos realizados sobre el suicidio en Colombia durante la última década provienen de las ciencias de la salud, específicamente de la psiquiatría. Buena parte de los artículos de investigación que abordan el tema se encuentran publicados en la Revista Colombiana de Psiquiatría; en todo caso, es posible identificar diferentes perspectivas, territorios, métodos, técnicas, ventanas de observación y grupos de población.
Se encuentran trabajos orientados a caracterizar la conducta suicida en el país, como la investigación de Aparicio, Blandón y Chaves (2020) quienes, a partir del estudio de las cifras de intento de suicidio registradas en la base de datos del Sistema Nacional de Vigilancia en Salud Pública del Instituto Nacional de Salud de Colombia durante 2016, identifican alta prevalencia de casos en donde las personas reportan más de un intento de suicidio y resaltan la importancia de estudiar la ideación en el análisis y control de la conducta suicida.
Otros estudios de caracterización toman como fuente de datos los certificados de defunción registrados ante el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) (Cardona, Medina-Pérez y Cardona, 2016; Chaparro-Narváez, Díaz-Jiménez y Castañeda-Orjuela, 2019), así como el Estudio Nacional de Salud Mental de 2003 (Posada, 2013) y la Encuesta Nacional de Salud Mental (ENSM), cuya versión más reciente es del 2015 (Arenas, Gómez-Restrepo y Rondón, 2016). La mayoría de los estudios de caracterización y de los informes oficiales presentados por entidades gubernamentales coinciden en el subregistro que se presenta sobre los datos de suicidio, que se estiman mayores a los que arrojan las mediciones. Esto se relaciona con distintos factores:
El alcance de este subregistro varía de país a país y depende básicamente de las formas en que se determine el suicidio. Otras razones para la subestimación incluyen el estigma, los factores sociales y políticos y los reglamentos de las pólizas de seguros, lo que significa que puede que algunos suicidios se reporten bajo el disfraz de accidentes o muerte por causas indeterminadas. [Según la OMS] el alcance de esta subestimación es de un 20-25 % de las personas de edad y un 6-12 % en otras. (Pineda, 2013, p. 337)
Así, es probable que los datos sobre el fenómeno sean mayores. Si bien no se encontraron estimaciones de subregistro diferenciado por género u otras categorías sociales, los estudios de caracterización permiten identificar tendencias para el estudio del suicidio en distintos grupos de población. El trabajo de Arenas, Gómez-Restrepo y Rondón (2016) presenta los resultados de la ENSM (2015) relacionados con la conducta suicida en adultos. El estudio reveló mayor ideación suicida en mujeres (7.6 %) que en hombres (5.5 %). En cuanto a la frecuencia de ideación suicida en zonas del país, Bogotá presenta el porcentaje más alto (10.3 % de sus habitantes), mientras que la menor proporción se sitúa en Atlántico (3.8 % de sus habitantes). Este dato es de crucial importancia si se tiene en cuenta que esta investigación se realizó con estudiantes de la UN - Sede Bogotá.
Otra fuente importante de datos son los registros del sistema de información del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, publicados en la revista Forensis. La publicación más reciente incluye el trabajo de Macana (2019) sobre el comportamiento del suicidio entre 2009 y 2018. Dentro de sus principales resultados se encuentra “un aumento progresivo de la tasa de suicidio en los últimos años en Colombia, pasando de 4.5 por cada 100 000 habitantes para el 2009 a 5.93 en el 2018” (Macana, 2019, p. 269). La autora identificó también un aumento en las cifras de suicidios de niños, niñas y adolescentes, cuyos casos representaron el 10.5 % del total de suicidios de 2018. El 43.4 % de los suicidios de la década se concentra en el grupo de personas que tiene entre 20 y 39 años —en el que se ubica la mayoría de los y las estudiantes de la UN—. Otro resultado sobresaliente del estudio es la predominancia de suicidios de hombres (82.3 %) frente a mujeres (17.7 %); sin embargo, se presentan más intentos de suicidio en mujeres (62.7 %) que en hombres (37.3 %), datos que coinciden con otros estudios de la región (Macana, 2019, p. 289).
La mayoría de las investigaciones se centran en zonas urbanas, lo que coincide con la tendencia de ocurrencia, pues durante la última década el 73.2 % de suicidios se concentraron en cabeceras municipales, especialmente en ciudades como Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla (Macana, 2019). Después de Bogotá, se encuentra una alta producción de investigaciones sobre el fenómeno en Antioquia. García et al. (2011), por medio de la técnica de autopsia psicológica, establecen diferencias entre los suicidios de zonas rurales y zonas urbanas del departamento de Antioquia. Si bien este trabajo identifica características diferentes, no alcanza a determinar factores de riesgo diferenciados para cada zona. Otras investigaciones situadas en Antioquia indagan por la ideación suicida en la población carcelaria (Jaramillo et al., 2015), así como por el sentido que tiene la muerte para los familiares de mujeres gestantes que se suicidaron (Builes et al., 2014). Esta última investigación sobresale al ser una de las pocas que se pregunta por el significado de la muerte y del suicidio, así como por ser un estudio de carácter cualitativo, ya que la mayor parte de la literatura rastreada se realizó a partir de investigaciones que utilizan métodos cuantitativos.
En distintos trabajos, se identificó el uso de la técnica de autopsia psicológica, como en la investigación de González et al. (2010), quienes estudian las diferencias entre los suicidios de hombres y mujeres en Antioquia entre 2006 y 2007, identificando variables sociodemográficas y clínicas diferenciadas entre sexos, que podrían aportar a intervenciones en prevención del suicidio de manera específica. Es de resaltar que se encuentran pocos estudios que incluyan enfoque de género, a pesar de las marcadas diferencias del fenómeno entre hombres y mujeres.
En menor proporción, se encuentran investigaciones enfocadas en el suicidio y la ideación suicida en zonas rurales, como el libro de Pérez (2013), que presenta los resultados de la investigación que adelantó en los municipios de Yarumal y La Unión en Antioquia. En este trabajo se aborda el suicidio desde perspectivas antropológicas; resulta un análisis complejo que incluye factores como el conflicto armado, las diferencias de género, los aspectos simbólicos del suicidio y los jóvenes como sujetos protagonistas. Este libro es valioso para la presente investigación, pues, aunque la mayor parte de estudiantes de la Sede Bogotá nacen y residen en áreas urbanas, también hay estudiantes que provienen de zonas rurales, cuyas condiciones biográficas, amenazas y vulnerabilidades se diferencian de las de aquellos estudiantes que han nacido y crecido en Bogotá.
De igual forma, en términos territoriales, se encuentran trabajos de caracterización del suicidio en otros departamentos, como Risaralda (Medina-Pérez y Rodríguez, 2012; Rodríguez-Escobar, Medina-Pérez y Cardona-Duque, 2013), Valle (Valencia et al., 2011), Nariño (Ojeda y Villalobos, 2011) y Vaupés (Martínez et al., 2018). Este último trabajo sobre Vaupés sobresale al ser un estudio que busca explicar la conducta suicida en comunidades indígenas del departamento.
Otro estudio sobre el fenómeno en Nariño es el realizado por Muñoz y Gutiérrez (2010), quienes, desde un enfoque de riesgo y utilizando la técnica de autopsia psicológica, abordaron a familiares de personas que murieron por suicidio en el departamento, por medio de un formulario estructurado que indagó por los factores individuales, familiares y sociales asociados al suicidio. Esta investigación identifica y aporta variables que pueden aumentar el