Carmen Lucía Díaz L

Cuerpo, emociones y sentido de vida


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que se definen desde esta investigación como amenazas o vulnerabilidades.

      Además de la dimensión territorial, otra forma de agrupar la literatura rastreada se relaciona con los tipos de población analizados. Hay estudios que abordan el suicidio y la ideación suicida en adultos mayores. Velásquez (2013) hizo una revisión de literatura sobre suicidio y tercera edad al inicio de la década, en la que señalaba que, a pesar de la basta literatura sobre suicidio en Colombia, la producción enfocada en la tercera edad era poca. Durante los últimos años han aumentado este tipo de trabajos, entre los que se encuentran investigaciones como la de Ramírez et al. (2018) sobre ideación suicida de adultos mayores en Medellín, Barranquilla y Pasto, y la de Andrade et al. (2018) sobre vulnerabilidad psicosocial en esta población.

      Por otro lado, se han hecho investigaciones sobre suicidio e ideación suicida en jóvenes y adolescentes, como el libro de Carmona et al. (2010), que analiza el suicidio en este tipo de población desde un enfoque psicológico y social. Otros trabajos que caracterizan el suicidio en este grupo de población se sitúan en distintas zonas del país, como Antioquia (Medina-Pérez, Díaz-Téllez y Rozo, 2015) y Quindío (Medina-Pérez, Ospina-Sánchez y Cardona-Duque, 2017). En todo caso, dentro de los estudios sobre suicidio en jóvenes y adolescentes, se identifica una tendencia alta a estudiar este grupo en situación escolarizada, encontrándose pocos trabajos acerca del suicidio en contextos universitarios.

      También se ha estudiado el suicidio en personas con orientación sexual diversa. Pineda (2013) hizo una revisión de antecedentes para establecer las relaciones entre la homofobia internalizada y el suicidio, el intento de suicidio y la ideación suicida en jóvenes que se identifican como lesbianas, gays o bisexuales. Al respecto, se encontró escasa literatura así como contradicciones, pues si bien algunos trabajos señalan la discriminación por orientación sexual como un factor que aumenta el riesgo de suicidio, hay otros que se centran solo en presentar niveles mayores de psicopatologías en minorías sexuales, postura que podría retornar a la patologización de orientaciones sexuales diversas (Pineda, 2013, p. 346).

      Rocha-Buelvas (2015) analiza el riesgo de suicidio y su significado en minorías sexuales en Colombia, ubicándolo como problema de salud pública. El autor señala que las personas con orientación sexual diversa se ven sometidas a violencias, tanto en espacios familiares y comunitarios como de parte de las instituciones; en sus términos, existe la homofobia institucionalizada, que se experimenta a través de barreras en el acceso a derechos para este tipo de población. Más recientemente, Pineda-Roa (2019) adelantó otra investigación sobre riesgos de ideación suicida y homofobia internalizada en jóvenes y adolescentes homosexuales, en la que reafirma la necesidad de emprender acciones de intervención en edades tempranas orientadas a la autoaceptación y afirmación de orientaciones sexuales diversas.

      En cuanto a los estudios desde otras disciplinas, se encuentran trabajos que analizan el suicidio desde perspectivas socioeconómicas, como la investigación de Acevedo (2010), quien relaciona el suicidio con la variación del PIB, identificando una correlación inversa entre el crecimiento del PIB y el aumento de las tasas de suicidio. Dávila-Cervantes y Pardo-Montaño (2017) también hacen un estudio sobre el suicidio en Colombia en relación con factores socioeconómicos; con un enfoque de riesgo, a partir de variables sociodemográficas y del índice de necesidades básicas insatisfechas, proponen tener en cuenta las condiciones socioeconómicas del entorno como factores que inciden en el riesgo de suicidio en el país. Otro trabajo que estudia el suicidio en relación con este tipo de factores es el de Campo-Arias y Herazo (2015), quienes incluyen como variables en su estudio las tasas de suicidio entre 1994 y 2013 y las asocian con el coeficiente de Gini, estableciendo una asociación positiva entre la desigualdad económica del país y las tasas de suicidio.

      Finalmente, se revisaron trabajos que abordan el suicidio desde el campo de las comunicaciones, los cuales centran su atención en la forma en la que distintos medios de comunicación presentan noticias relacionadas con suicidios. Entre estos estudios se encuentra el de Rátiva, Ruíz y Medina-Pérez (2013) sobre las noticias de suicidio publicadas por un periódico local en el Quindío, así como la tesis de Cruz (2018), que analiza la información gráfica presente en noticias publicadas por medios impresos en Bogotá. El de Muñoz y Sánchez (2014) es un estudio de carácter cualitativo en el que analizan las noticias en tres medios de prensa de circulación nacional en Colombia y las recomendaciones que dicta al respecto la Organización Mundial de la Salud (OMS). En este estudio se encontró que ninguno de los periódicos revisados cumple con estos lineamientos. Los autores señalan la importancia de analizar los medios de comunicación y su influencia en población vulnerable a conductas suicidas, como la juventud.

      En términos generales, aunque se encuentra variada literatura sobre el estudio del suicidio en Colombia desde distintas áreas, enfoques y técnicas, la mayor parte de los trabajos utilizan métodos cuantitativos y se encargan de medir y caracterizar el fenómeno en ciertos territorios y poblaciones, pero no hay muchos trabajos que profundicen, busquen comprender y expliquen a profundidad los factores asociados al fenómeno en Colombia y en grupos sociales diferenciados.

      El suicidio en el contexto distrital

      Aunque se encuentran trabajos sobre el suicidio en Bogotá, si se tiene en cuenta que en distintos documentos e informes se señala que esta es la ciudad de Colombia con mayor prevalencia de suicidios, resulta insuficiente la literatura al respecto. El último estudio rastreado sobre caracterización del suicidio en Bogotá tiene como ventana de observación el periodo 1985-2000. Este trabajo fue realizado por Sánchez, Orejarena y Guzmán (2004), quienes utilizaron un enfoque de riesgo para establecer tipologías de suicidas a partir de datos de casos en la ciudad. Después de hacer un análisis multivariado, identificaron características estables (presentes en otros estudios y ya mencionadas), como la mayor tendencia de suicidios de hombres o su relación con el consumo de alcohol. En todo caso, dentro de sus conclusiones centrales mencionan que tanto el suicidio como sus factores de riesgo son dinámicos, al haber encontrado nuevos perfiles con el paso del tiempo. En este sentido, se reconoce la necesidad de hacer estudios constantes y actualizados que den cuenta del fenómeno en territorios y momentos históricos y políticos específicos.

      La mayoría de los estudios sobre suicidio en Bogotá identifican y profundizan sobre factores de riesgo específicos. Amaya et al. (2013) estudian el dolor físico crónico como factor de riesgo de suicidio, determinando su relación con variables como ansiedad, depresión y calidad de vida. Otro estudio que aporta información relacionada con factores de riesgo en Bogotá es el de Rodríguez et al. (2013), en el que presentan una correlación entre trastornos del comportamiento alimentario e intentos de suicidio. Por su parte, Palacios, Rueda y Valderrama (2006) estudiaron a población diagnosticada con VIH e identificaron este aspecto como riesgoso para el suicidio y la ideación suicida.

      También se identificaron investigaciones que centran su atención en el riesgo y el intento de suicidio en población adolescente. Caycedo et al. (2010) exploran los factores familiares y sociales que se relacionan con intentos de suicidio en adolescentes atendidos en dos hospitales en Bogotá.

      Aunque reconoce que la cantidad de casos que se incluyeron en el estudio es muy baja para llegar a conclusiones más contundentes (14 casos), identificaron una tendencia femenina en los intentos de suicidio y resaltaron la ausencia paterna como un factor recurrente en los casos, así como la mala situación económica en todos los sujetos. Cabe resaltar que este último punto probablemente se relaciona con el diseño muestral del estudio.

      Pérez-Olmos et al. (2012) hacen un estudio de adolescentes en Bogotá, en el que identifican la depresión, los bajos niveles de autoestima, ser de género femenino, la disfuncionalidad y la violencia intrafamiliar como factores que aumentan el riesgo de suicidio. Es de señalar que en distintos trabajos se menciona el papel de las estructuras familiares en el riesgo o la protección frente al suicidio; sin embargo, no se profundiza ni se cuestiona sobre la familia y se cae en conceptualizaciones cuestionables como la de disfuncionalidad.

      Sobresale también el trabajo de Carvajal y Caro (2011), quienes hicieron un estudio cuantitativo en Bogotá sobre ideación suicida con adolescentes escolarizados que se encontraban entre los 14 y