Javier Reyes Rincón

Investigación y formación de docentes en español como lengua extranjera


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y aluden a un programa educativo que incluye objetivos, contenidos, recursos y evaluación (Richards, Platt y Platt, 1997, p. 91). En buena parte de la literatura proveniente de Estados Unidos, dichos términos se consideran equivalentes, mientras que en el Reino Unido los que se equiparan son los conceptos de programa y de syllabus, entendiéndolos como un plan para un curso concreto.

      Esta mezcla terminológica es la que ha generado, por una parte, poca claridad respecto al tipo de realidad a la que se hace referencia cuando se usa esta palabra, y, por otra, que se denomine currículo a proyectos de diferente naturaleza y alcance. Las razones para esta confusión de términos parecen hallarse tanto en los orígenes de los estudios sobre currículo como en la manera como esas palabras han sido traducidas del inglés al español. En los inicios de los estudios sobre currículo se realizaban diseños de syllabus o programas y, aunque posteriormente dichos estudios se ampliaron hasta abarcar realidades más grandes, la terminología no cambió, y a los nuevos estudios se les siguió denominando de la misma forma (Abbaspour, Nia y Zare, 2013; Richards, 2009, p. 2). En cuanto a las traducciones, igualmente se encuentran traducidas como sinónimos las palabras currículo, syllabus, programa y plan de estudios.

      Al igual que con su significado, también hay controversia en relación con la antigüedad del término; para algunos autores, el uso del término currículo data del siglo XVII, mientras que para otros es de 1918, cuando Bobbit lo usó en el título de su libro The curriculum, donde presentó una primera definición del concepto (Luna y López, 2014). En lo que sí concuerdan los autores, como ya se señaló, es en que la entrada del término al campo de la enseñanza de lenguas es reciente: finales de la década de 1960 o inicios de la de 1970.

      En relación con la definición de currículo, vale la pena señalar que actualmente lo que caracteriza este concepto, además de lo mencionado, es su amplitud de significado, dependiendo de la perspectiva con la cual se le aborde, tal como lo señala Baralo (2008). La autora presenta dos posibles perspectivas: la del profesor de ELE y la del investigador en didáctica de las lenguas extranjeras:

      El concepto mismo de “currículo” en la actualidad es muy amplio, según se aborde desde la perspectiva del profesor de aula de Español/LE o desde el punto de vista de un investigador de la didáctica de las lenguas extranjeras. En el primer caso, se refiere al conjunto de decisiones tomadas por una institución para planificar la enseñanza de la lengua, sea en una Escuela Oficial de Idiomas, en un Centro de Lenguas modernas de una universidad, […] entre varios otros. En el segundo caso, para el investigador, se refiere a los estudios sobre los diferentes modelos de currículos, sus fundamentaciones teóricas y sus aplicaciones posibles en diferentes entornos de aprendizaje. (Baralo, 2008, p. 2)

      Tener en cuenta estas perspectivas permite aclarar la confusión terminológica y ubicar en su justo lugar aquello a lo cual se quiere hacer referencia con el término cuando se lo usa. Solamente faltaría incluir, además del investigador en la didáctica de las lenguas, al lingüista aplicado, en consonancia con lo planteado acerca de la relación entre currículo y LA. Igualmente, sin desconocer la gran variedad existente de definiciones de currículo, para complementar las anteriores se agregan las siguientes tres, que consideramos pertinentes para tener una visión completa de lo que el término comporta: la de Grundy (1994), la de Rodgers (1989) y la de García Santa-Cecilia (1995).

      Para Grundy (1994), el currículo es “una construcción cultural” y “una manera de organizar las prácticas educativas” (p. 5). Esta autora sustenta lo anterior afirmando que muy pocas veces se parte de la nada para la construcción curricular, y que el currículo no existe de manera independiente y alejado de las creencias y las experiencias de las personas involucradas.

      Por su parte, Rodgers define el currículo como

      todas aquellas actividades en las cuales los niños se involucran bajo el auspicio de la escuela. Ello incluye no solamente lo que los estudiantes aprenden sino también cómo les ayudan los profesores a aprender, usando qué materiales de apoyo, qué estilos y métodos de evaluación y en qué tipo de instalaciones. (1989, p. 26; traducción propia)

      Esta manera de definir el currículo parte de una perspectiva más amplia, y no solamente circunscrito a los contenidos que se deben aprender en un curso, que es a lo que el mismo autor denomina syllabus.

      Para García Santa-Cecilia (1995), el currículo es “un conjunto de fundamentos teóricos, decisiones y actuaciones relacionado con la planificación, el desarrollo y la evaluación de un proyecto educativo” (p. 222), y es

      un nexo de unión entre los principios que inspiran un proyecto educativo y la aplicación práctica de esos principios a través de un proceso de toma de decisiones abierto a la crítica y sujeto a modificaciones y adaptaciones, en función de los resultados de la experiencia. (p. 222)

      Estas definiciones se seleccionaron por la manera como se complementan y porque reflejan la intencionalidad última de reconocer el valor de los estudios de currículo en la formación de profesores de ELE. Dicha complementariedad está dada por los aspectos que cada definición contempla como los que se deben atender en la construcción de currículo. Así, la de Baralo (2008) corresponde a la perspectiva del docente de ELE y del investigador en didáctica de las lenguas extranjeras y, agregamos nosotros, del investigador en LA. La de Grundy (1994) atiende a las creencias y las experiencias de los involucrados; la de Rodgers (1989), a los estudiantes, las actividades, el aprendizaje, el papel de los profesores, de los materiales, de la evaluación y de los recursos físicos, y la de García Santa-Cecilia (1995), a los fundamentos teóricos, las decisiones y las actuaciones para la planificación curricular.

      Por lo anterior, consideramos que los estudios de currículo abarcan de forma completa todo lo relacionado con la enseñanza, el aprendizaje y la evaluación de ELE, que es lo que requiere un docente, en su calidad de lingüista aplicado, para fundamentar teóricamente su quehacer, tomar las decisiones necesarias, planificar y ejercer en la práctica su función social como docente.

      Diseño curricular

      Se entenderá aquí que el diseño curricular, por una parte, es “algo más que seleccionar objetivos, desarrollar actividades de aprendizaje y evaluar resultados” (Casarini, 1999, p. 14), y, por otra, siguiendo a Gutiérrez (2005), es un plan desarrollado para realizar un “proyecto educativo que expresa, concretiza, sistematiza y operativiza las intenciones educativas de una institución” (p. 48), lo que implica “planear los procesos, fases y operaciones y articular y organizar los componentes de un currículo” (Gutiérrez, 2005, p. 48) a partir de un modelo curricular.

      Dado lo anterior, nos alejamos inicialmente de la perspectiva de Richards, Platt y Platt (1997), quienes, a pesar de que inicialmente mencionan que se trata del “estudio y elaboración de los propósitos, el contenido, la puesta en funcionamiento y la evaluación de un sistema educativo” (p. 98), en el campo de la enseñanza de lenguas lo presentan solamente como sinónimo de diseño de programas.

      En la enseñanza de lenguas el diseño curricular (también llamado diseño de programas) incluye:

      • el estudio de los fines para los que un estudiante necesita una lengua (ANÁLISIS DE NECESIDADES),

      • el establecimiento de OBJETIVOS y la elaboración de un PROGRAMA, MÉTODOS didácticos, y materiales,

      • la EVALUACIÓN de los efectos de estos procedimientos en la capacidad lingüística de los estudiantes. (Richards, Platt y Platt, 1997, p. 98)

      Esta última manera de entender el diseño curricular, por ellos y por otros, posiblemente también ha contribuido a generar la confusión terminológica de la que se habló en el apartado anterior, y determina que se encuentre en la literatura más bibliografía respecto al diseño de programas de curso como sinónimo de diseño curricular, sin que se explicite el nivel de concreción al cual se hace referencia.

      Además de los dos conceptos anteriores y, de acuerdo con algunas perspectivas, dado que todo diseño curricular debe estar enmarcado explícitamente dentro de una postura filosófica o ideológica a partir de la cual este se va a desarrollar (Santos et al., 2001), a continuación,