Valle Labrada

El secreto está en tu interior - 2da. edición


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eucaristía es el gran regalo de Dios a los hombres, es poder disfrutar del cielo ya aquí en la tierra porque es la presencia de Dios entre nosotros y en nosotros. La eucaristía es como la central térmica de la que cada cristiano saca la energía suficiente para llevar a cabo sus sueños y proyectos, de tal modo, que la eucaristía es el secreto que explica las gigantes empresas que han llevado a cabo multitud de cristianos a través de tatos siglos y que enorgullece la historia de la humanidad.

      “En el santísimo sacramento de la Eucaristía están contenidos verdadera, real y substancialmente el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y, por consiguiente, Cristo entero.”5

      Cristo, Jesús nació en Belén para quedarse con nosotros y está en el sagrario para abrir los ojos a los ciegos, los oídos a los sordos, soltar la lengua de los mudos, hacer caminar a los paralíticos, pero sobre todo para calentar y derretir los corazones endurecidos.

      “Mediante la conversión del pan y del vino en su Cuerpo y Sangre, Cristo se hace presente en este sacramento. Los Padres de la Iglesia afirmaron con fuerza la fe de la Iglesia en la eficacia de la Palabra de Cristo y de la acción del Espíritu Santo para obrar esta conversión.

      San Juan Crisóstomo declara. ´No es el hombre quien hace que las cosas ofrecidas se conviertan en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo, sino Cristo mismo que fue crucificado por nosotros. El sacerdote, figura de Cristo, pronuncia estas palabras, pero su eficacia y su gracia provienen de Dios. “Esto es mi Cuerpo”, dice. Esta palabra transforma las cosas ofrecidas´.

      San Ambrosio dice. La palara de Cristo que pudo hacer de la nada lo que no existía, ¿no podría cambiar las cosas existentes en lo que no eran todavía? Porque no es menos dar a las cosas su naturaleza primera que cambiársela.”6

      Mientras que Joseph luchó 13 años para recibir el Pan de Vida y tuvo que sufrir tanto para recibir a Jesucristo en la sagrada Comunión, a mí me acompañó desde los siete años y comencé a recibirle cada día.

      El uno de mayo de 1959 recibí en mi corazón a Jesucristo, Dios y hombre verdadero, en el colegio del Sagrado Corazón de Rosales de Madrid, junto a Pilarchu y un grupo de compañeras de clase.

      Cada año celebro semejante acontecimiento. En este mes de mayo compartía con Anja, mi profesora de alemán, la suerte que tenemos los cristianos al celebrar cada año no sólo la fiesta del cumpleaños, sino al menos tres fiestas más: el aniversario de nuestro bautismo, el de la primera comunión y el día de nuestro patrón o patrona, el día de nuestro santo.

      Este año ha hecho ´sesenta´ de mi primera comunión, le dije y le mostré la medalla escapulario que llevo colgada al cuello, regalo de mi abuela Ana de tal día y que beso con veneración.

      Doy gracias a mis padres Fernando y Ana por haberme traído al mundo, yo soy la séptima de sus ocho hijos. Soy fruto de la generosidad de mis padres y su amor de donación abierto a la vida, ellos sabían que Dios no se deja ganar en generosidad y que su Amor presidía nuestra familia.

      También les agradezco el haber pedido a la Iglesia el bautismo para mí.

      El Bautismo de los niños

      En Palestina, el río Jordán, hace unos 1990 años, por primera vez descendió el Espíritu Santo, Dios Amor, sobre una naturaleza humana, la de Jesucristo y se escucharon estas palabras: “este es mi hijo amado en quien tengo mis complacencias”7

      Esto es lo que sucede en cada bautismo cristiano. El Amor de Dios inunda el alma del bautizado que recibe como un chorro y gratuitamente el Amor de su creador y todas las gracias para corresponder.

      En cada hombre y en cada mujer hay una sed esencial, una sed que cada persona trata de saciar según los recursos a su alcance. Es la sed de Amor, un amor con mayúsculas porque no vale cualquier amor. Nuestro corazón está hecho para un amor absoluto y eterno porque Dios ama a sus criaturas así, nos regala este Amor y quiere que lo disfrutemos desde el comienzo de nuestra vida.

      Joseph Fadelle, (Mohamme), recibió el bautismo después de recibir la preparación doctrinal sobre la religión católica como tantos catecúmenos que descubren en Jesucristo la Verdad y el Amor de Dios.

      “Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de su misión.”8

      La práctica de bautizar a los niños recién nacidos es una Tradición inmemorial en la Iglesia. Cuando a comienzos de la predicación apostólica, casas enteras recibían el Bautismo, es posible que los niños también lo recibieran. está probado que desde el siglo II fue práctica habitual.

      “La pura gratuidad de la gracia de la salvación se manifiesta particularmente en el bautismo de los niños. Por tanto, la Iglesia y los padres privarían al niño de la gracia inestimable de ser hijo de Dios si no le administran el Bautismo poco después de su nacimiento.”9

      “Los padres cristianos deben reconocer que esta práctica corresponde también a su misión de alimentar la vida que Dios les ha confiado.”10

      Mis padres eligieron el colegio del Sagrado Corazón para la formación de sus seis hijas. En nuestra educación gastaron los ahorros que traían de Lugo en los diez años en los que allí estuvieron destinados. Junto a mis padres también debo agradecer a mis hermanos; entre los pequeños Miguel, María de los Ángeles y Carmen con quienes compartí juegos y peleas; acuerdos y desacuerdos; y los cuidados materiales de los mayores Fernando, Ana, Marisol y Totonia, ya que los mayores cuidaban de los pequeños, en todos esos años de intimidad familiar transida de cariño, descubrimientos y sorpresas que compartimos y disfrutamos.

      Nacer en una familia, tener un padre y una madre que te acojan y críen y unos hermanos, son los primeros regalos que recibimos junto con el don inmerecido de la vida y en mi caso de los sacramentos.

      La vida en sí misma es un bien pues una vez iniciada, ya no tiene fin, puesto que la vida es para toda la eternidad.

      II

      Dietrich von Hildebrand

       “Alma de León” 11

      “¡Si!

      Hay valores permanentes que descubrir y por los que luchar”.

      Dietrich von Hildebrand nace a finales del siglo XIX en el seno de una familia de artistas, su juventud transcurre en Florencia donde su educación musical cuajó en un profundo aprecio y amor por la belleza.

      Que la pasión por la verdad se revela muy temprano en Dietrich lo manifiesta lo sucedido en 1.903 a la edad de 14 años. “En el trascurso de un paseo con su hermana mayor, ella trata de explicarle que todos los valores morales son relativos, y que están completamente determinados por nuestras circunstancias, por nuestro tiempo y lugar concretos. El joven reacciona instintivamente contra tal afirmación y arguye con vehemencia que eso no puede ser así.

      Ya en casa, la hermana pide el apoyo de su padre, que de modo displicente alude a los pocos años del joven, por lo que Dietrich se ve obligado a defenderse haciendo notar que su edad no es, realmente, relevante en la discusión”.

      Los faros de la Belleza y la Verdad guiaron al joven Dietrich a la cumbre de la Humanidad. Después de estudiar dos años y medio en la universidad de Munich, decidió trasladarse a la universidad de Gotingan, en el semestre del verano de 1909, para estudiar con Edmund Husserl, que junto con Max Scheller y Adolf Reinach, fueron sus preciados e ilustres maestros.

      Anteriormente en julio de 1907, en una cena, Dietrich tuvo la fortuna de conocer a Max Scheler, en quien reconoció a un verdadero genio que, con sus contrastes e incoherencia de vida, era católico.

      Los sucesos académicos y personales entre 1907 y 1914, año de su conversión, fueron muy intensos. El descubrimiento