(sni).
1 En minúsculas, significa la práctica. En mayúscula, significa la disciplina.
Introducción
La expresión Asia Central, así como Medio Oriente, proviene de una visión del mundo occidental y las subdivisiones inventadas por sus geógrafos en el siglo xix y principios del xx (Djalili y Kellner, 2000). El objetivo, mantener una política regional que facilitara la explotación. Al respecto, Michel Foucault afirmó que clasificar, en este caso una región, es un mecanismo de poder y una lógica para la explotación de los recursos naturales. La identificación de particularidades que no admiten contraste, sigue la lógica del colonizador.
Durante la Guerra Fría, el concepto de Asia Central perdió su valor al ser una región asimilada como parte de la ex Unión Soviética. Sin embargo, mantuvo su importancia como frontera de seguridad, lo cual le permitió estar presente en el tablero de Medio Oriente, un papel que mantienen hasta el día de hoy cada uno de los jóvenes Estados que lo conforman, sea de manera individual o en bloque.
Asia Central, integrada por Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán, fue adquiriendo protagonismo como espacio geopolítico autónomo. Mackinder (1904) habló de ello refiriéndolo como el “eje geográfico de la historia”. En él se fueron generando nuevas dinámicas de cooperación con todo su vecindario (Rusia, China, Irán y Afganistán) así como con el resto del mundo (la Unión Europea y Estados Unidos).
Para entender con claridad cómo es que estos procesos y dinámicas interestatales se han desarrollado, es importante analizar su contexto desde inicios de la última década del siglo xx, pues, con la caída del modelo de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (urss), estos países han luchado para cimentar nuevas relaciones comerciales, económicas y políticas entre sí.
Factores antropológicos tales como sus expresiones étnicas, lingüísticas, comerciales y demás manifestaciones socioculturales, ilustrarán el panorama actual de las dificultades más notorias en la región.
El enfoque demográfico será entonces una pieza clave para entender por qué este bloque ha sido utilizado como zona de paso entre los extremos continentales que van desde China hasta Europa, del este y central, y cómo es que en la actualidad ha ganado cada vez mayor protagonismo.
Desde un punto de vista geográfico, el litoral distingue a Asia Central del resto del continente: está lejos de los mares abiertos —a 2,000 km del mar Negro y el golfo Pérsico— y de los océanos —el más cercano, el Pacífico, está a 5,000 km de distancia.
Casi treinta años después de la caída de la urss, Asia Central sigue siendo una de las regiones más olvidadas del planeta. Sin embargo, su ubicación, su estatus como zona de tránsito e importancia energética, la reposicionan como área de interés desde el 11 de septiembre de 2001 con el ataque a las Torres Gemelas en Nueva York, y el ataque estadounidense contra los talibanes en Afganistán un mes después. Desde entonces, Rusia, China y Estados Unidos han perfilado una nueva relación con los cinco países, postura que de igual manera han tomado Turquía e Irán.
Actualmente, en estas ex repúblicas soviéticas, aunado a los conflictos internos, temas como la organización religiosa o política-democrática han quedado relegados a tal grado que sus habitantes se han convertido en no menos que meros espectadores de la vorágine de intereses extranjeros de explotación económica, de la que tanto escribió Foucault. Países tales como los mencionados en el párrafo previo, serán entonces una muestra del interés dado a esta importante región.
Los coordinadores de este libro, historiadores de profesión, creemos que uno de los objetivos de la Historia como disciplina es exponer los hechos para que los lectores juzguen por sí mismos. En este sentido, la obra que presentamos tiene como objetivo dar a conocer los elementos que definen a Asia Central como una zona estratégica en el tablero del Medio Oriente, una región que se ha encontrado a expensas de las potencias regionales y globales, y que, por motivos diversos, no ha logrado un desarrollo propio exitoso.
Dividida en diez capítulos, aborda la importancia del islam en la conformación del Estado, la definición de un nacionalismo étnico frente al cívico, las injerencias de Rusia y China, así como el papel de Irán, Turquía y Estados Unidos en sus procesos nacionales económicos e identitarios. Estos trabajos permitirán que el lector tenga un panorama amplio de lo que fue y es Asia Central.
No quisiéramos finalizar sin agradecer a los autores del libro por creer en el proyecto y tener tanta paciencia. Asimismo, los colaboradores del Seminario permanente de estudios sobre el Islam, ilm-udlap, Miguel Ángel Guevara Becerra y Rodrigo Omar Gonzáles Gracia, fueron un eje de este proyecto en la revisión y edición de la obra. Agradecemos de igual forma, al Programa Universitario de Estudios sobre Asia y África (pueaa, unam) así como a la Universidad de las Américas Puebla (udlap) por su respaldo y apoyo en su publicación. Muchas gracias.
Mohamed El Yattioui / Claudia Barona
Seminario permanente de estudios sobre el Islam, ilm (udlap)
csgs, aue, Dubai
San Pedro Cholula, Puebla, a 13 de noviembre de 2020
Referencias
Djalili, M. R. y Kellner, T. (2000), “Moyen-Orient, Caucase et Asie centrale: des concepts géopolitiques à construire et à reconstruire?”, Central Asian Survey, vol. 19, núm. 1, pp. 117-140.
Lacoste, Y. (1993), Dictionnaire de géopolitique, Flammarion.
Mackinder, H. J. (1904), “The geographical pivot of history”, The Geographical Journal, vol. 23, núm. 4, pp. 421-437.
El islam en el Asia Central postsoviética
Enrique Baltar
Introducción
A finales de 1991, una tras otra, las cinco repúblicas soviéticas de Asia Central —Kirguistán, Uzbekistán, Tayikistán, Turkmenistán y Kazajistán— proclamaron su independencia después de 67 años de haber sido incorporadas por el régimen de Stalin a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (urss). La balcanización de Asia Central fue una expresión más de la desintegración general del sistema y de la recomposición de la geografía política del extinto espacio soviético, formalmente desmembrado con la firma del Tratado Belovezha y del Protocolo de Almá-Atá en diciembre de 1991. Sin embargo, las características de la región confirieron a ese proceso rasgos particulares y pusieron en primer plano varios problemas de gran importancia para el curso de la subsiguiente transición política, como las contradicciones entre autoritarismo-democracia, regulación-modernización económica, nacionalismo-regionalismo y secularismo-religión, esta última de mayor interés para el propósito de este capítulo.
Si bien las repúblicas de Asia Central no estuvieron ajenas a los vientos de cambio y a la efervescencia política y social que socavaron las bases del sistema en los últimos años de existencia de la urss, tanto el impacto de la corriente reformista hacia el interior de sus estructuras internas (partidistas y gubernamentales), como la participación regional en el proceso final de cambio, fueron comparativamente bastante pobres dentro del contexto general del espacio soviético. La independencia de las cinco repúblicas centroasiáticas resultó una alternativa inevitable del fracasado proyecto de conservar una Unión Soviética renovada y del fallido golpe de Estado de agosto de 1991. En todos los casos, la nueva realidad representó la continuidad en el poder de las élites dirigentes del viejo régimen, por lo que la independencia vino acompañada de un férreo autoritarismo que frustró la posibilidad de una verdadera transición democrática y que, con algunas variaciones, se ha mantenido casi incólume hasta la actualidad.
En congruencia con su vocación autoritaria y neosoviética,