Herbert King

King Nº 7 El Dios de nuestra vida


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Parte de la tarea de esta semana es contemplar más fuertemente nuestra propia vida a la luz del más allá.

       De: Rom-Vorträge, I (1965), 214

      Eso fue una constatación de la conducción divina. No me canso de reiterar la tremenda importancia que reviste la fe en la Divina Providencia para la historia de nuestra Familia, pero también para toda la historia de la Iglesia.

       De: Ansprache vom 27. August 1966

      En: Vorträge, IX (1966), 241

      Fe en la Divina Providencia. ¿Qué significa? Que todo lo que acontece en nuestra vida es un don de Dios y Dios pide una devolución de amor. Vale decir, una respuesta de amor. Algo que no nos resulta fácilmente de captar si miramos el acontecer mundial y nuestra vida personal sólo con ojos naturales. Tal respuesta de amor sólo será posible si volvemos a ser niños, a ser mensajeros, héroes de las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad.22

       De: Brief an Turowski 1952/53, 274

      Nuestra fe práctica en la Divina Providencia tiene que unirse inseparablemente con nuestra fe en la Alianza y desembocar en la fe en la misión. Así pues la fe pasará a ser fides caritate formata.23 Pero estos tres aspectos van juntos. Son elementos constitutivos de una totalidad viva. Si falta uno u otro, faltará algo esencial, la espiritualidad de Schoenstatt quedará mutilada. Porque no en vano hablamos del mensaje tripartito de Schoenstatt: Mensaje de la fe en la Divina Providencia, de la Alianza de Amor y de la pasión por la misión.

      1.2. CÓMO EL P. KENTENICH EXPERIMENTABA A SU DIOS

       De: Conferencia del 18 de julio de 1965

       En: An seine Pars motrix, 2 (1965), 273-274. 279.281.287-289.292

      Permítanme recurrir a una imagen. Pensemos en Alemania, en nuestra patria, en un bosque en pleno verano. Estamos paseando por el bosque. Aparentemente no sopla viento alguno. Pero si no estamos demasiado ocupado con nosotros mismos advertiremos que desde la parte más alta de las copas de los árboles nos viene un susurro peculiar y constante. (…) En efecto, en las ramas más altas de los árboles hay movimiento y murmullo, y siempre lo hubo. Un movimiento que a veces se comunica a todo el árbol porque lo divino está irrumpiendo con mayor fuerza aún. Hoy24 todos nosotros experimentamos, en la situación actual, un verdadero terremoto de gracias,25 algo más fuerte de lo común. Mi tarea consiste en interpretar, en hacer comprensible ese susurro de lo divino, esa irrupción de lo divino en nuestra historia. Porque vivimos muchas cosas, experimentamos muchas cosas, y las expresamos como quien tartamudea, porque no siempre es fácil expresarlas cabalmente.26

      El término que quiero presentarles ahora es muy conciso y realista: Actualmente estamos viviendo una “escena de Anunciación” de cuño muy particular.27 Permítanme revelarles algo de la estructura de mi alma: (…) Un don que me fuera dado ya en la cuna es la capacidad de buscar siempre un mensaje de Dios detrás de todo lo que acontece en la vida, detrás incluso de las mínimas cosas. “El ángel del Señor anunció a María…” (…)

      Todo esto es muy sencillo y natural, pero siempre toca el más allá. Y he ahí lo más importante. No ideas puramente humanas sino siempre entrando, a tientas, en otro mundo. Ciertamente esto es lo que Dios debería otorgarnos a todos, más y más, a modo de carisma. De ahí la pregunta que nos planteamos: ¿Qué quiere decirnos Dios? (…) Me interesa que nos movamos cabalmente en el mundo del más allá, sin el cual no podremos asumir este mundo terrenal en el cual estamos viviendo. (…)

      ¡Cuántas veces se ha repetido la Anunciación! Hagan siempre esa comparación con la vida de la Sma. Virgen. Realmente es muy sencillo. Luego de esa hora, en la vida de la Madre del Señor no hubo continuamente ángeles que descendiesen aleteando del cielo, sino causas segundas como fue en nuestro caso. (…) Es muy importante reflexionar una y otra vez sobre cómo se han escuchado y examinado en el más acá mensajes pequeños, pequeñísimos, del más allá. (…) El ángel del Señor anunció a María… Se trata siempre de lo mismo: Dios habla. De ahí las tres preguntas. En primer lugar meditar lo siguiente: ¿Puede estar esto en el plan divino?; en segundo lugar, preguntar; en tercer lugar, actuar. (…) Todo fue muy sobrio y sencillo: Se reflexionó, ateniéndose a los parámetros comunes, sobre lo que Dios quería, y se respondió asumiendo con seriedad la fe común. (…)

      Naturalmente hay que contar con que uno puede equivocarse. Cuando se trata de la fe en la Divina Providencia, desde el punto de vista teológico sólo se puede alcanzar una determinada certeza interior cuando el Espíritu Santo con sus siete dones reemplaza un poco la lucecita habitual, y hace resplandecer con mayor fuerza su luz.28 ¿Ocurre así? Bueno, en eso estriba la audacia. Ciertamente la confirmación de que se ha interpretado bien la voluntad divina llega recién al cabo de años. Hasta ese momento se estará inmerso pues en una completa incertidumbre. (…) Porque lisa y llanamente la realidad es que cuando uno ha reconocido algo, cuando Dios ha hablado,29 la creatura ha de callar. Y eso realmente no es fácil.

      1.3 Del “Credo” de José Kentenich

       De: Hacia el Padre (1945), 62-64

      En medio del horror e inseguridad del campo de concentración de Dachau, el P. Kentenich compone una peculiar oración, en verso, en la que expresa su fe en el Dios de la vida y de la historia que guía todo hacia el bien.

      Creemos, oh Dios, que tu poder

      dio al mundo la existencia,

      que Tú lo mantienes y riges,

      que lo conduces sabiamente a su fin. (…)

      Estamos así sobre el universo

      adentrados en la divinidad;

      valemos más a tus ojos

      que, sin nosotros, toda la tierra.

      Las obras de todas las culturas

      son tan sólo polvo insignificante

      comparadas con la grandeza

      que nos concede tu amor. (…)

      Nos contemplas con mirada paternal

      y nos participas de la felicidad de tu Hijo;

      dispones todo cuanto nos acontece,

      para nuestra eterna salvación.

      Cada sufrimiento es un saludo tuyo,

      que da alas a nuestra alma,

      con vigor nos marca el rumbo

      y mantiene vivo nuestro esfuerzo. (…)

      Como el girasol se vuelve al sol,

      que lo regala con abundancia,

      Padre, nos volvemos creyentemente hacia ti

      con el pensamiento y el corazón.

      Silencioso y paternal

      te vemos detrás de cada suceso;

      te abrazamos con amor ardiente

      y con ánimo de sacrificio vamos alegres hacia ti.

      1.4 Triple providencia de Dios

       De: Brief an Turowski 1952/53, 122-123

      La fe nos muestra a Dios Padre que se preocupa por el gobierno del mundo desde tres puntos de vista.

      (a) Con actitud providente Dios atiende paternalmente a todo el mundo de la creación y del hombre,30

      (b) se interesa personalmente por cada ser humano y

      (c) dispensa una muy especial atención a las personas y comunidades de dirigentes.

      En el primer caso se habla de providentia divina generalis (providencia general);31 en el segundo, de providentia divina specialis (especial o individual); y en tercer lugar, de providentia specialissima (providencia especialísima o extraordinaria).

      1.5 Providencia general y especial

       De: Brief an Turowski 1952/53, 125-126

      En razón de su natural