se hacian estas prevenciones, salió el Rey á hacer una tala en la vega de Granada, y quemáronse en esta incursion gran número de cortijos, alquerías y lugares; se robó mucho ganado, y fueron destruidas las mieses.
Hácia fines de junio partió de Córdoba el Rey Fernando, para sentar sus reales bajo los muros de Loja, llevando consigo solo cinco mil hombres de á caballo y ocho mil de infantería. El marqués de Cádiz, capitan tan experimentado cuanto valiente, representó al Rey que con tan corto número de tropas seria muy arriesgado acometer aquella empresa; hízole ver que el plan de campaña se habia formado mal, y que se habian omitido muchas prevenciones importantes; pero en el ánimo del Rey, pudieron mas los consejos de don Diego de Merlo; y sin llevar todos los pertrechos indispensables á un ejército sitiador, movió el campo, y con resolucion y confianza marchó contra la ciudad de Loja.
Llegando á aquella plaza, asentó el Rey su estancia entre unos olivares, á orillas del rio Jenil, que por aquella parte pasa muy hondo, y acanalado por unas riberas tan altas, que con dificultad se puede vadear, y los moros estaban en posesion del puente. Las alturas inmediatas fueron ocupadas por la demas tropa, distribuida en varios acampamentos, pero separados unos de otros por barrancos, de suerte que en caso necesario, no podian acudir á socorrerse mútuamente. La artillería, por otra parte, se colocó con tan poco acierto, que no se pudo sacar de ella utilidad alguna, y la aspereza y desigualdad del terreno impidieron no poco las maniobras de la caballería. Todos estos defectos fueron notados por el duque de Villahermosa, hermano natural del Rey, que aconsejó se mudase el campo á otra parte, y se echasen puentes sobre el rio. Hiciéronse algunas diligencias á este efecto, pero con tan poca actividad y conocimiento, que no fueron de ningun provecho. Hay cerca de la ciudad un cerro llamado cuesta de Albohazen, que por dominar á aquella ciudad y estar situado delante del puente, era muy á propósito para contener al enemigo. Para remediar en parte los desaciertos cometidos, y dar mayor seguridad al campo, se hacia preciso apoderarse de aquella altura y fortificarse en ella; por lo que mandó el Rey que acometiesen á tomarla; y este honroso encargo se confió al valor y bizarría del marqués de Cádiz, el marqués de Villena, don Rodrigo Tellez Giron, maestre de Calatrava, su hermano el conde de Ureña y don Alonso de Aguilar. Subieron allá estos ínclitos guerreros con sus tropas, y vióse en breve relucir la cuesta de Albohazen con las armas de Castilla.
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