terapia insulínica puede ser necesaria en algunos casos para el control de los síntomas y la hiperglucemia.
– Frecuente transmisión hereditaria (autosómica dominante).
– La concordancia en los gemelos monocigóticos es del 100 %.
Terminología precedente: D. de la madurez (MOD); D. grasa o del obeso; D. estable; D. no cetoacidótica; D. no insulindependiente del joven (Maturity Onset Diabetes Young).
Diabetes mellitus secundaria
Se trata de una condición patológica que no corresponde a los criterios que hemos descrito en los dos tipos de enfermedad examinados anteriormente. En este caso la diabetes puede deberse a cualquier enfermedad capaz de provocar una alteración en la secreción de insulina o un antagonismo a los efectos de la insulina misma. En este grupo caben, por tanto, todas las formas de diabetes causadas por enfermedades pancreáticas, hepatopatías, fármacos u otros síndromes endocrinos. La diferencia fundamental respecto a los tipos de diabetes anteriores reside en su carácter «secundario». Ello significa que en tal caso la enfermedad desaparece cuando se elimina, si es posible, la causa primaria o principal.
– De pancreopatías (pancreatectomía, pancreatitis, hemocromatosis).
– De endocrinopatías (síndrome de Cushing, acromegalia, feocromocitoma).
– De fármacos y productos químicos (clorotiazidas, fenitoína, corticoides).
– Alteraciones de los receptores de insulina (acantosis nigricans con insulinresistencia).
– De síndromes genéticos particulares (ataxia-telargiectasia, diabetes lipoatrófica, distrofia miónica, lipodistrofia, síndrome de Down, síndrome de Turner, síndrome de Klinefelter).
– Miscelánea.
Terminología precedente: D. secundaria.
Patogenia de la diabetes mellitus
Se han realizado innumerables investigaciones con el fin de aislar las causas de la aparición de la diabetes en sus diversas formas. Aun cuando en algunos casos hemos conseguido obtener algún dato más o menos concreto, de la etiología sabemos todavía muy poco.
Aunque hemos comentado ya algunos de estos agentes, endógenos y exógenos, creemos interesante profundizar en el argumento dada su extraordinaria importancia.
Todo ello es indiscutiblemente así a pesar de los progresos en el campo terapéutico y de todos los esfuerzos de las organizaciones médicas para poner freno a una enfermedad que produce graves daños no sólo al sujeto afectado, sino también a la estructura socioeconómica del país (elevados costes de la terapia, absentismo, incapacidad o disminución del rendimiento laboral), a pesar de la amplia divulgación desde los medios de comunicación acerca del riesgo de la enfermedad en su estado avanzado y acerca de la conveniencia de detectarla en su inicio, cuando es todavía controlable. No se puede discutir que la diabetes es una enfermedad que ha aumentado progresivamente en las últimas décadas como consecuencia de varios factores: el envejecimiento de la población, la mayor esperanza de vida del diabético, la mayor fecundidad actual de las mujeres diabéticas, el aumento de la obesidad, el aumento del consumo de azúcares, así como otros factores desconocidos.
Según estudios recientemente publicados por la OMS, esta enfermedad afecta entre el 1 y el 2 % de la población mundial. Hay que tener en cuenta también que por cada diabético conocido existe otro desconocido. Nótese que este dato corresponde a los habitantes de todo el planeta, y no toma en consideración las condiciones ambientales ni sociológicas en los distintos países del mundo.
Según Garber y Owen, en Estados Unidos el número de diabéticos se estima en torno al 3 % de toda la población. La diabetes mellitus y sus complicaciones ocupan el octavo puesto entre las causas de mortalidad de nuestro país, y el primero en orden de frecuencia en la aparición de lesiones oculares que conducen a la ceguera total en la edad adulta.
Nada más lejos de nuestra intención que asustar al lector con un panorama catastrófico y pesimista. Nos limitamos a dar las cifras derivadas de estudios epidemiológicos; por nuestra parte concluimos que, de hecho, se trata de cifras muy preocupantes. El paciente, sin embargo, no debe olvidar que cuenta con un aliado valiosísimo, la insulina, que en sus diversas formas y dosificada con el sabio conocimiento del especialista, o quizá sólo con una dieta adecuada y una actividad física adecuada, puede garantizar una existencia longeva y casi normal. Ello será posible si el paciente, por su parte, colabora intentando no cometer errores y recordando que la diabetes es una enfermedad muy «personal», en el sentido de que requiere toda la fuerza de voluntad y todos los mecanismos de defensa para poder ser vencida.
Analizaremos seguidamente algunas hipótesis sobre la etiología de las diversas formas de diabetes mellitus.
Diabetes mellitus Tipo I o DMID
Respecto a la etiología de la diabetes mellitus Tipo I – es decir, la insulindependiente–, no podemos añadir mucho a lo ya dicho. Existen varias hipótesis para intentar explicar el daño sobre la célula beta que hace deficiente o nula la secreción de los islotes de Langerhans o que llega a provocar su atrofia. Es posible que la destrucción de las islas pancreáticas sea debida a la autoinmunidad o a un agente viral singular o a una toxina, sobre un sujeto susceptible.
Diabetes mellitus Tipo II o DMNID
No podemos hacer las mismas afirmaciones para la diabetes mellitus Tipo II – la no insulindependiente–, puesto que tratándose de una enfermedad crónica y de gravedad decididamente menor respecto a la del tipo anterior (que en la época precedente al descubrimiento de la insulina era mortal) ha permitido realizar estudios mucho más completos y minuciosos.
En este tipo de diabetes parecen existir algunos factores que se presentan de forma permanente y que reseñamos seguidamente.
El mecanismo de herencia no es conocido, pero la influencia genética es notoria. Actualmente existe una cierta tendencia a considerarla como una consecuencia de hábitos alimentarios y circunstancias ambientales determinados y no de una simple herencia genética.
Según estudios recientes, en esta forma de diabetes existe una herencia multifactorial (es muy probable que existan varios genes implicados, aunque todavía no se ha identificado el candidato preciso), por lo que situaciones que van acompañadas de un aumento de la necesidad de insulina, como la obesidad o los embarazos múltiples, pueden operar como factores desencadenantes hasta inducir a la aparición de la diabetes incluso en sujetos con escasa susceptibilidad genética.
Un número suficiente de pruebas a favor de la existencia de un factor genético viene dado por el hecho de que este tipo de diabetes se manifiesta en el 100 % de los gemelos monocigóticos.
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