consagrado a Ártemis. Como era el mes de agosto, la diosa se había retirado a un lugar solitario para bañarse en la fuente Partenia. Rodeada por las ninfas que la atendían, Ártemis estaba sumergida desnuda en el agua transparente cuando, de pronto, apareció el incauto Acteón. Fue grande el trastorno de las ninfas, que lanzaron gritos de espanto, pero fue terrible sobre todo la ira de la virgen, avergonzada de mostrarse sin ropa ante un hombre y, más aún, ante un mortal. La diosa no pudo fulminar a Acteón con una de sus flechas, pero salpicó al temerario con unas gotas de agua y, al momento, el joven se transformó en un ciervo, aunque conservó la razón humana. Huyó a través de los bosques, pero los perros de su jauría lo descubrieron y, sin reconocer en el animal a su antiguo dueño, lo persiguieron y, al alcanzarlo, lo despedazaron, dejando en el suelo tan sólo despojos ensangrentados. Así se cumplió la venganza de la severa Ártemis. Los restos irreconocibles del cazador transformado en ciervo quedaron insepultos, por lo que el pálido espectro comenzó a vagar por las montañas circundantes, hasta que un día los habitantes del lugar recurrieron al oráculo, que les informó de que debían buscar y enterrar los restos del cazador muerto y erigirle una estatua de bronce, que tenía que estar colocada en lo alto de una roca.
La leyenda de Acteón no tardó en inspirar a los artistas griegos. Una representación de su aventura fue esculpida sobre las metopas del templo de Hera en Selinunte; también hay representaciones en algunos vasos y en los frescos de Pompeya.
ADMETO
Rey de Feres, en Tesalia. Tomó parte en la expedición de los Argonautas y en la caza del jabalí de Calidón. Se le conocía por su religiosidad, justicia y hospitalidad. Cuando Apolo tuvo que vivir desterrado del Olimpo por haber matado a los Cíclopes, escogió la corte de Admeto y, durante un año, cuidó los rebaños del rey. Entre el dios y su anfitrión nacieron estrechos lazos de amistad. Apolo hizo que prosperasen el ganado y las propiedades de Admeto, y le ayudó a realizar la empresa que Pelias, rey de Yolcos y padre de Alceste, su futura esposa (la más divina de las mujeres, como la llama Homero), le exigía antes de dar su autorización para las nupcias. Tuvo que unir bajo el mismo yugo un jabalí y un león. Habiéndolo logrado, se celebraron las nupcias y, durante el banquete, las Moiras (Parcas), aplacadas por el vino, prometieron a Apolo, que lo solicitaba con insistencia, que conservarían la vida a Admeto, con la condición de que otra persona estuviese dispuesta a descender al Hades en su lugar. Al llegar el momento, ni el padre ni la madre del rey, a pesar de ser ancianos, se ofrecieron a sacrificarse por su hijo, pero Alceste, su fiel esposa, aunque todavía joven y madre amante de dos hijos, no vaciló en hacerlo. Sin embargo, Perséfone, conmovida y admirada ante tanta generosidad, la envió de nuevo junto a su marido. Según otra leyenda, fue Heracles quien, encontrándose en el palacio, luchó furiosamente contra Thanatos (la Muerte), logrando arrebatarle su víctima.
El delicado episodio de Admeto y Alceste sirvió de tema a las tragedias de Eurípides, Racine y Alfieri.
ADONIS
Según una antigua leyenda, nació de los amores incestuosos entre Mirra o Esmirna con su padre, Tías, rey de Siria, o entre Mirra con su padre, Cíniras, rey de Chipre. Según otra leyenda, fue hijo de Fénix y de Alfesibea o del rey Agenor. Era un joven de extraordinaria belleza y la propia Afrodita se enamoró de él. Lo confió a Perséfone para que lo educase, secretamente, entre las sombras de los Infiernos, pero la diosa de los muertos no fue insensible al atractivo del adolescente: también se enamoró de él y no quiso devolvérselo a Afrodita. Intervino Zeus, el cual decidió que Adonis viviese una tercera parte del año solo, otra tercera con Afrodita y la restante con Perséfone. Pero Adonis pasó dos terceras partes del año con Afrodita, provocando los celos de Ares, que arrojó contra él, durante una cacería, un jabalí que lo hirió mortalmente. Afrodita lo transformó en anémona. La alegoría del mito es muy clara: Adonis, con sus retornos a la tierra, representa la naturaleza que florece con el cálido soplo de la primavera y que muere en el invierno. Las fiestas en honor de Adonis se llamaban Adonías y se celebraban en primavera.
En el arte, el mito de Adonis fue representado por Miguel Ángel, Tiziano y otros grandes pintores.
ADRASTEA
Hija de Meliso, rey de Creta, fue la ninfa que, con la leche de la cabra Amaltea, en una cueva del monte Ida, en la isla de Creta, alimentó a Zeus niño, cuando la madre de este, Rea Cibeles, se lo confió secretamente, junto con otras ninfas. Así lo salvaría de su padre Crono, que iba a devorarlo.
ADRASTO
Rey de Argos. Formaba parte de la estirpe de Amitaón. Acogió en su ciudad a Tideo, fugitivo de Calidón, y a Polinice, que aspiraba al trono de Tebas. Adrasto les dio por esposas a sus hijas Argía y Deípile, y prometió ayudarles a reconquistar los tronos de donde habían sido injustamente arrojados. Por esta razón inició inmediatamente la guerra contra Eteocles, rey de Tebas y hermano de Polinice; esta guerra fue llamada la de Los Siete contra Tebas, ya que, además de Adrasto, Polinice y Tideo, intervinieron también otros cuatro héroes: Capaneo, descendiente de Preto; Hipomedonte; Parténope, hermano de Adrasto, y Anfiarao. Este sabía que la expedición fracasaría y así lo advirtió a sus compañeros, pero le obligaron a tomar parte en la guerra. Asediando la ciudad, los Siete realizaron proezas que, por otra parte, resultaron vanas. El adivino Tiresias había afirmado que los tebanos vencerían si uno de ellos se sacrificaba; se ofreció Meneceo, hijo de Creonte, que se precipitó desde lo alto de las murallas.
A partir de ese preciso momento, los sitiadores empezaron a debilitarse. Capaneo escaló la muralla, pero un rayo de Zeus lo convirtió inmediatamente en cenizas; Anfiarao huyó y se lo tragó la tierra junto con su carro; Polinice y Eteocles se desafiaron en singular combate, matándose mutuamente, y todos los demás encontraron la muerte, a excepción de Adrasto, que cabalgaba en el caballo alado Arión. Diez años después, unido a los Epígonos, los hijos de los siete reyes, Adrasto reemprendió la guerra contra Tebas y consiguió tomar la ciudad, pero, tras perder a su hijo Egialeo, murió de dolor en Megara. Fue adorado como héroe en Sición, Argos, Megara y Colono.
AELO
Una de las Arpías.
AFAREO
Uno de los héroes más antiguos de las leyendas de las provincias meridionales del Peloponeso. Engendró a Idas y a Linceo, a los que se llamó Afáridas. Según algunas opiniones, era hermano de Tindáreo, Leucipo e Icario, e hijo de Perieres.
AFRODITA (VENUS)
Afrodita poniendo a salvo a Paris
El nombre significa «nacida de la espuma», porque, según Hesíodo, nació de la espuma del mar fecundada por Urano. Hija del mar y del cielo, simbolizó el instinto de la fecundidad y de la reproducción. Surgida del mar (y por esto designada con el apelativo de Anadiomene, «la surgida») una mañana de primavera en una concha de madreperla, resplandeciente de gracia y de belleza, fue impulsada por Céfiro hacia las costas de la isla de Chipre, donde la hicieron subir a un carro de alabastro conducido por cándidas palomas; acompañada por las Horas y las Gracias, sus fieles siervas, fue llevada al palacio de los Inmortales. Según otra leyenda, Afrodita es una divinidad olímpica, diosa celeste del amor, nacida de Zeus y Dione. Esposa de Hefesto (Vulcano), tuvo amores con Ares (Marte), Hermes (Mercurio) y Dioniso (Baco), así como con los mortales Anquises, Butes y Adonis. De sus amores nacieron muchos hijos, entre ellos: Eros (Amor), Hermafrodito, Príapo, Eneas y Erix. Era especialmente venerada en Chipre y, en general, en los puertos y en las costas como diosa de la navegación. De los lugares donde su culto estaba más difundido derivan sus diversos sobrenombres: Cipris (de Chipre), Pafia (de Pafos), Cnidia (de Cnido), Citereo (de Citera) y Ericina (del monte Erix, en Sicilia). Según Platón, Afrodita Urania era la diosa del amor ideal y se la representaba armada, mientras que Afrodita Pontia era la protectora de la navegación y de los navegantes. De esta manera, el reino de la belleza y del amor se extendía por la tierra, el mar y el cielo. Las plantas consagradas a Afrodita eran el mirto, la rosa y el manzano; los animales, la paloma y la liebre, y, como diosa del mar,