temo que sí. A riesgo de sonar algo bestia, es algo realmente horrible. Si me dices lo que estás buscando lo puedo poner a la cabeza de la lista de prioridades.”
“Cualquier arañazo o moratón reciente. Cualquier signo de que pudiera haberse metido en una pelea.”
“Muy bien, lo haré. Y entonces… entiendo que necesitas saber lo mismo sobre Malory Thomas, ¿verdad?”
“Así es. ¿Tienes alguna cosa?”
“Pues mira por donde, puede que sí. Odio decirlo, pero cuando recibimos un cadáver qué obviamente es de alguien que se ha suicidado, hay ciertas cosas que al instante van al fondo de nuestra lista de prioridades. Y sí… encontramos algo en Malory Thomas que, honestamente, podría no tratarse de nada, pero si estás buscando arañazos…”
“¿Qué es lo que tienes?”
“Dame un segundo y te envío una foto,” le dijo. Él pulsó unas cuantas veces y entonces surgió el icono del sujetapapeles en la ventana de Skype.
Mackenzie hizo clic en él y se abrió un JPEG en su pantalla. Estaba mirando la parte inferior de la mano derecha de Malory Thomas.
Mackenzie amplió la foto y al instante vio a lo que se refería Burke. Entre el primero y el segundo nudillo de 3 de sus dedos había cortes y laceraciones muy claras. Los cortes eran de aspecto desigual y aunque no estaban ensangrentados resultaban espeluznantes y crudos. Había dos arañazos muy grandes en la parte superior de la palma de su mano que también parecían ser bastante recientes. Por último, parecía haber algún tipo de muesca leve en la carne de la mano, justo por encima de la palma en forma de un pequeño semicírculo. Por alguna razón, esta destacaba entre todas las demás. Resultaba extraña, y por lo general eso quería decir que se trataba de la pista que andaba buscando.
“¿Te ayuda esto en algo?” dijo Burke.
“Todavía no lo sé,” dijo Mackenzie. “Pero es más de lo que tenía hace un minuto.”
“También puede que esto sea importante… un segundo.” Burke se alejó de su escritorio durante unos 10 segundos y entonces regresó de nuevo frente a la pantalla. Llevaba en la mano una pequeña bolsa de plástico. Dentro de ella había lo que parecía ser un trozo de corteza de árbol. Lo sostuvo frente a la cámara. Mackenzie vio un pedazo de madera de una pulgada de ancho y pulgada y media de largo.
“Esto estaba en su cabello,” dijo Burke. “Y la única razón por la que nos resultó interesante es porque fue la única pieza que encontramos en su cabello. Normalmente, cuando se encuentra algo así en un cadáver, hay una gran cantidad. Esquirlas de madera, gravilla cosas así, pero este era el único trozo.”
“Pregunta extraña para ti,” dijo Mackenzie. “¿Puedes tomar una foto de eso y enviármela por email?”
“Uf, esa es una de las peticiones menos extrañas que he recibido esta semana. Privilegios de la profesión ya sabes.”
“Gracias por la reunión,” dijo Mackenzie. “¿Tienes idea de cuándo vas a poder echar un vistazo más a fondo a Kenny Skinner?”
“Espero que en unas pocas horas.”
“Espero estar de regreso en DC esta noche. Te llamaré cuando regrese y ojalá pueda pasarme por allí.”
Tras acordar estos planes, concluyeron la llamada. Mackenzie envió por email la foto de la mano de Malory Thomas a su teléfono móvil y entonces salió de casa. Pensaba en los arañazos y en esa muesca apenas visible en la mano de la mujer, además de la pieza de madera. Sin duda alguna, todo esto significaba algo… podía sentir como trataba de encajar dentro de su cabeza.
En vez de devanarse los sesos en el motel, pensó que no habría mejor lugar para repasarlo que la misma escena del supuesto crimen. Su única esperanza era que el puente de Miller Moon fuera menos sombrío y siniestro a la luz del día.
Cuando llego al desvío que llegaba a la pista de gravilla que acababa en el Puente de Miller Moon, se alegró de ver un coche de la policía del condado aparcado al volver del puente. El agente de aspecto aburrido levantó la vista cuando ella aparcó su coche. Le mostró su placa y él le hizo una señal con la mano después de hacer un esfuerzo para mirarla de lejos.
Después de unos 400 metros se encontró con una señal que decía: FIN DE MANTENIMIENTO ESTATAL. Era en ese punto en que la pista se hacía poco más que un camino de gravilla. Se lo tomó con calma, escuchando los crujidos de los pedruscos debajo del coche que iba levantando polvo a su paso. Después de otra milla, se hicieron visibles los puntales blancos del Puente de Miller Moon, que se elevaban ligeramente en el aire en ángulo diagonal. Dobló una curva y entonces vio el puente entero que se expandía por encima del abismo debajo del cual corría un lecho de río muy seco. Aunque no parecía tan escalofriante a la luz del día, sin duda alguna la estructura mostraba su antigüedad.
Aparcó a varios metros de distancia de donde comenzaban los tablones de madera. Trató de imaginarse cómo hubiera sido conducir un coche hasta el otro lado de este puente hace 30 o 40 años y el mero pensamiento le aterrorizó. Cuando puso el pie en los tableros miró hacia el otro lado. Había dos barreras de cemento que serían de poco más de un metro de largo entre el final del puente y el principio de una carretera que claramente ya no estaba en uso. Parecía literalmente que estuviera poniendo el pie en el mismísimo fin del mundo donde todo llegaba a su final.
Mientras caminaba lentamente por el puente, buscó la foto de la mano de Malory. También abrió el archivo adjunto que le había enviado Burke por email después de su conversación en Skype. Abrió la imagen de la pieza de madera, para tener las dos a la vista. No tenía ni idea de lo que estaba buscando, pero sentía la confianza de que sabría lo que era cuando sus ojos lo vieran.
Y resulta que no tardó mucho en hacerlo.
Caminó como unos tres metros por el puente cuando notó la disposición de las vigas y los puntales que recorrían los laterales del puente. Por supuesto, todos ellos iban por debajo para hacer de soporte, pero al otro lado de los raíles blancos que separaban el puente del espacio abierto que le seguía, había un puntal de hierro que sobresalía unos 60 centímetros del puente. Era lo bastante ancho como para que alguien se pusiera allí de pie.
Echó un vistazo al resto del puente y contó tres puntales distintos. Se acercó al raíl y se agachó para echar un vistazo más de cerca. El puntal que había delante de ella soportaba otros 5 puntales más pequeños que pasaban por debajo del puente. Los más pequeños estaban unidos a los más grandes con tornillos grandes, y los tornillos estaban cubiertos de lo que parecían ser unas cubiertas de metal lisas, gastadas y oxidadas por el tiempo.
Mackenzie miró la foto de la palma de la mano de Malory, ampliando la muesca que había en la piel. Ligeramente circulares, las curvas se asemejaban mucho a la circunferencia de las cubiertas metálicas en los puntales.
Pasó el dedo con cuidado por la cubierta metálica. Sin duda, estaba alisada—y seguramente la habían colocado allí para ocultar el borde más áspero del tornillo industrial que habían utilizado para enganchar los puntales—pero los extremos de las cubiertas estaban ásperos en los bordes.
Mackenzie se puso de pie y lentamente caminó un poco más allá del fondo. Vio la misma disposición, una y otra vez. Cinco tornillos, cuyos extremos estaban cubiertos por esas cubiertas lisas de hierro. Entonces había una apertura en la disposición de las cubiertas y después había otras cinco. Contó 3 grupos de 5 en el primer puntal de hierro, y después 5 en el siguiente.
Sin embargo, no llegó al tercer puntal de hierro de la última parte del puente. Cuando estaba a mitad de camino por el puente, llegó junto a donde la base de madera del marco del puente sobresalía solamente un poquito por debajo del puntal de hierro. No demasiado… quizás 3 pulgadas, pero esto fue suficiente para que Mackenzie se diera cuenta de que las vigas y los puntales por debajo del puente estaban parcialmente hechos de madera—quizás se tratara solamente del marco original o de una construcción adicional.
Se puso de nuevo de rodillas y se inclinó un poco sobre los raíles de seguridad. Pasó su mano por