Rubén Darío

Lira Póstuma


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       III

       SONETO

       AMA TU RITMO...

       LOS OLIVOS

       I

       ALMA MÍA

       SPES

       A UNA NICARAGÜENSE

       FRAGMENTO

       Índice

      En sangre y en llanto está la tierra antigua.

      La Muerte cautelosa, o abrasante o ambigua

      pasa sobre las huellas

      del Cristo de pies sonrosados

      que regó lágrimas y estrellas.

      La humanidad, inquieta,

      ve la muerte de un papa y el nacer de un cometa

      como en el año mil.

      Y ve una nueva torre de Babel

      desmoronarse en hoguera cruel

      al estampido del cañón y del fusil.

      «¡Matribus detestata!» Madre negra

      a quien el ronco ruido alegra

      de los leones: Palas,

      odiosa a las dulces mejillas,

      puesto que das las flechas y las balas;

      abominada seas

      por los corrientes siglos y fugaces edades,

      porque a pesar de todo, tus fuertes potestades

      sucumbirán al trueno de oro de las ideas.

      Amontonad bibliotecas,

      poblad las pinacotecas

      con los prodigios del pincel

      y del buril y del cincel.

      Hace la evocación de Homero, Vinci, Dante

      para que vean el

      espectáculo cruel

      desde el principio hasta el fin:

      ¡La quijada del rumiante

      en la mano de Caín

      sobre la frente de Abel!...

      * * * * *

      Se grita: ¡Guerra Santa!

      acercando el puñal a la garganta,

      o sacando la espada de la vaina;

      y en el nombre de Dios,

      casas de Dios en Reims y Lovaina

      ¡las derrumba el obús 42!...

      ¡No, Reyes! Que la guerra es infernal es cierto;

      cierto que duerme un lobo

      en el alma fatal del adanida;

      mas también Jesucristo no está muerto.

      ¡Y contra el homicidio, el odio, el robo,

      el es la Luz, el Camino y la Vida!...

      * * * * *

      ¡Emperadores! ¡Reyes! ¡Presidentes! la hora

      llegará de la Aurora.

      Pasarán las visiones de Durero;

      pasarán de Callot los lansquenetes,

      los horrores de Goya, el visionario,

      en la memoria amarga de la tierra.

      Pasará de la guerra el tigre fiero,

      se olvidarán obuses y mosquetes,

      y ante la sacra sangre del Calvario

      se acabarán las sangres de la guerra.

      Pájaros de las islas, ¡oh pájaros marinos!

      vuestros revuelos, con

      ser dicha de mis ojos, son problemas divinos

      de mi meditación.

       Índice

      Pájaros de las islas, en vuestra concurrencia

      hay una voluntad,

      hay un arte secreto y una divina ciencia,

      gracia de eternidad.

      Vuestras evoluciones, academia expresiva,

      signos sobre el azur,

      riegan a Oriente ensueño, a Occidente ansia viva,

      paz a Norte y a Sur.

      La gloria de las rosas y el candor de los lirios

      a vuestros ojos son,

      y a vuestras alas líricas son las brisas de Ulises,

      los vientos de Jasón.

      Almas dulces y herméticas que al eterno problema

      sois en cifra veloz

      lo mismo que la roca, el huracán, la gema,

      el iris y la voz.

      Pájaros de las islas, ¡oh pájaros marinos!

      vuestros revuelos, con

      ser dicha de mis ojos, son problemas divinos

      de mi meditación.

      Y con las alas puras de mi deseo abiertas

      hacia la inmensidad,

      imito vuestros giros en busca de las puertas

      de la única Verdad.

       Índice

      Sabe: más de una amorosa

      Rosa

      ante tu frente risueña

      sueña.

      Dando su amable doctrina

      trina

      el ruiseñor ante ti,

      y

      el que se acerca a tu llama

      ama.

       Índice