Esperanza Fujigaki

La agricultura, siglos XVI al XX


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una propiedad tropical dedicada al monocultivo para exportación y que empleaba mano de obra cautiva, forzada y dependiente.27 Sus propietarios casi siempre estaban organizados como una sociedad mercantil; la producción aprovisionaba a un mercado en gran escala, por lo general externo; contaba con capital abundante y se fomentaba la inversión productiva "sin ninguna relación con las necesidades de estatus de los dueños", sino principalmente para obtener altas ganancias.28 La producción en gran escala de las plantaciones requería de altas inversiones y su venta se realizaba, básicamente en el exterior; en ocasiones, a través de compañías extranjeras.

      El origen, el desarrollo y la articulación de las unidades productivas fue diferente en los distintos espacios regionales, que empezaron a conformarse desde la época colonial. En el valle de México surgieron estancias de ganado mayor y menor, así como unidades agrícolas. En las primeras décadas del siglo XVII, más de la mitad del área agrícola y pastoral había sido transferida de los indígenas a los españoles. A pesar de las leyes reales que se dictaron para proteger las tierras de las comunidades, durante los siglos XVII y XVIII, las normas y medidas para los ejidos de los pueblos no fueron respetadas, así que los indígenas continuaron perdiendo sus tierras.

      En estas y otras regiones del país fue muy relevante el papel del arrendatario durante el siglo XVII, cuando la crisis económica, la caída de la demanda urbana y el descenso de población que se produjo después de la Conquista, obligó a los hacendados a arrendar parte de sus tierras y recibir, a cambio, parte de la cosecha de los arrendatarios, además de prestaciones en trabajo.

      La hacienda tuvo varios escapes ante la competencia, los que desarrolló con amplitud desde la segunda mitad del siglo XVIII: en uno, los hacendados se volvían simples rentistas, o bien, invertían en mejoras (presas, riego); en otro, combinaban la ganadería con el cultivo de cereales y la agricultura de los arrendatarios —lo cual ocurría sobre todo en el centro de México—. También participaban en otras líneas de producción (azúcar, algodón, café y henequén) en las regiones tropicales; o se concentraban en la ganadería y sus derivados, en las áreas del norte.

      Las enormes extensiones de las regiones del norte de México, poco pobladas, presenciaron una conquista y una colonización de carácter privado, impulsadas por "hombres ricos y poderosos", como los llamó Chevalier. También jugó un papel crucial en su poblamiento el descubrimiento de los ricos yacimientos de plata de Zacatecas y otras regiones y la obra evangelizadora