glándulas del tamaño de una letra O mayúscula, o levemente mayor —las glándulas de Bartholin—, las que producen una cantidad muy pequeña de lubricante adicional, principalmente al recibir estímulo sexual.
La primera respuesta al estímulo sexual en una mujer involucra lubricación de la vagina, lo que normalmente ocurre dentro de diez o treinta segundos. Se ha descubierto recientemente que esta excitación hace que las paredes de la vagina se cubran con gotas de lubricante, muy parecidas a la humedad sobre un vaso frío, teniendo esto una aplicación muy práctica en el momento de la misma inserción del pene durante el coito. Podría ser necesario que el esposo tocase suavemente la entrada de la vagina para recoger algo de este lubricante, o bien en muchos casos preferirá aplicar un lubricante artificial, soluble en agua, tal como la gelatina K-Y de Johnson & Johnson, que se obtiene en farmacias. De ésta es suficiente una ínfima cantidad aplicada sólo a la cabeza del pene o la parte exterior de la vagina, por existir normalmente suficiente lubricante natural dentro de ésta.
Area de la vulva. Apertura exterior de la vagina que contiene varios órganos, incluyendo los labios exteriores, llamados labios mayores. Los labios están formados del mismo tipo de piel rugosa como el saco de escroto masculino. Bajo excitación sexual estos labios se hinchan, aumentando su grosor. Al abrirse revelan los labios interiores, llamados labios menores, que son unas membranas sumamente delicadas por delante de la estructura de la vulva. Estos labios interiores consisten en un tejido muy similar al del glande del pene.
Himen. Su nombre se deriva del dios mitológico del matrimonio, y es una membrana en la parte de la apertura externa de la vagina que puede ser relativamente dura. Sin embargo, el himen puede faltar totalmente desde el nacimiento y ello no es necesariamente una indicación de pérdida de la virginidad La apertura del himen en una virgen es aproximadamente de una pulgada de diámetro, pero para una introducción cómoda debe tener una pulgada y media de diámetro. El 50 por ciento de las recién casadas admiten haber experimentado algún dolor en el primer coito; el 20 por ciento no haber tenido dolor alguno, y un 30 por ciento declara haber sentido dolores más bien fuertes.
Previamente al matrimonio cada mujer joven debería someterse a examen médico, y a discreción de éste y con el consentimiento de ella, el himen puede ser abierto para evitar demora innecesaria en el coito después de la boda. En caso de que la joven tuviese serias objeciones a este procedimiento, se puede programar un examen físico para el día siguiente a la boda. Si ella prefiere que sea su esposo el que extienda el himen en la noche de boda, es de suma importancia el uso de la gelatina lubricante, aplicada generosamente al pene y en torno de la apertura vaginal. Entonces debe ser ella quien haga el papel de pujar a fin de controlar mejor el grado de presión que pueda tolerar; y esto en cualquier posición de coito que hayan elegido, preferentemente una en la cual el pene sea dirigido hacia abajo y hacia la parte posterior de la apertura vaginal. Puede ser que sean necesarios varios intentos para penetrar por el himen; si no se logra tras unas cuantas tentativas no debe seguir exponiéndose a lastimar esa área y arriesgarse a que llegase a ser tan doloroso que no pueda gozar del tiempo que pasa con su esposo. Más bien la pareja debe continuar acariciándose mutuamente, de manera muy suave y cuidadosa, en las áreas genitales de ambos, hasta quedar sexualmente satisfechos, sin la inserción del pene hasta más favorable ocasión.
EVITANDO DOLORES
Con cantidades generosas de lubricante en sus dedos y con uñas limadas cortas y suaves, el esposo puede dilatar el orificio vaginal manualmente. Debe insertar suavemente un dedo en la vagina, luego dos dedos, ejerciendo una presión gradual y firme hacia abajo en dirección del ano hasta que haya dolor explícito y hasta que estos dos dedos puedan ser insertados con facilidad en toda su longitud hasta la base de los dedos. Si resulta demasiado doloroso, normalmente es mejor esperar con paciencia hasta el día siguiente, antes de intentar de nuevo una introducción bien lubricada del pene. La mayoría de los dolores provienen de la introducción demasiado rápida, sin dar tiempo suficiente a los músculos adyacentes de la vagina para relajarse. Algunas veces un novio sobreexcitado puede producir dolor físico debido a la presencia del himen. Pese a que esto no llega a producir daño físico duradero, puede dejar cicatrices psicológicas si la novia asocia el dolor con la entrada del pene en la vagina. En tal caso su miedo cerrará el flujo natural de los fluidos de su cuerpo en el área vaginal, causando coitos dolorosos, lo que resulta muy insatisfactorio para ambos.
Cuando el himen es estirado o rasgado puede sangrar, mas por lo general no es más que una o dos cucharadas en cantidad. Si siguiese sangrando o hubiese más cantidad de sangre que una cucharada, la joven no debe alarmarse, sino hacer mirar el sitio donde sangre y apretar una gasa suave y limpia contra el sitio exacto, ejerciendo una leve presión. No existe caso en que la sangre no pueda ser detenida con este método. Esa gasa puede ser mantenida en su sitio por unas doce horas para luego retirarla, impregnándola en baño caliente para evitar que volviese a sangrar. La pareja podrá reanudar el coito el día siguiente. En el caso de que volviese a sangrar se repite la presión local.
Uretra. Salida para la orina desde la vejiga. El orificio de la uretra se sitúa a una media pulgada de distancia por encima de la apertura vaginal y está totalmente separada de ella. Se asemeja a un pequeño tubérculo, conteniendo una diminuta ranura.
La uretra es el tubo que corre justo por debajo del hueso púbico y es fácilmente lastimada en los primeros días después de la boda, salvo que se use gran cantidad de lubricante para el pene o en la vagina. Esta raspada produce lo que es comúnmente denominado «cistitis de recién casada» o «cistitis de luna de miel». Caracterizado por dolor en el área de la vejiga, sangre en la orina y un ardor bastante fuerte al pasar la orina, es un síntoma de que la herida de la uretra haya facilitado el crecimiento de bacterias. Esto puede proliferar hasta producir una grave infección de la vejiga, llamada cistitis. Para subsanarla y eliminar el dolor en forma más rápida se debe recurrir a medicamentos prescritos por un médico, y bebiendo más líquidos que de ordinario. Es de suma importancia que cada pareja tenga a su alcance un lubricante quirúrgico tal como la gelatina K-Y, para usarla como prevención de condiciones dolorosas a causa de raspadas. Esto es especialmente esencial durante las primeras semanas del matrimonio.
Clítoris. Deriva su nombre de la palabra latina clitoris, que significa «el que está encerrado»; es el órgano más delicadamente sensible del cuerpo femenino. Como tal es llamado «el gatillo del deseo femenino». Su tallo, de aproximadamente media a una pulgada de largo, está encerrado por la comisura de los labios, a unas dos pulgadas sobre la entrada a la vagina y por encima del orificio urinario o uretra. En su extremo final hay un diminuto cuerpo redondo del tamaño de un guisante, llamado glande —del latín glandis, que significa «cebada».
Hasta donde tenemos conocimiento hoy, la única función del clítoris es la incitación sexual. La sola estimulación del clítoris producirá un orgasmo en casi toda mujer. Por lo general aumenta algo en tamaño al ser acariciado, mas no debe ser motivo de preocupación si no sucede así. En un estudio de cientos de mujeres capaces de alcanzar orgasmo, más de la mitad no demostraron aumento visible del clítoris en absoluto, y en muchas otras ese aumento era apenas discernible aun al tacto, debido a que el aumento ocurre en diámetro y no en longitud. El tamaño del clítoris o su grado aumentativo nada tiene que ver con la satisfacción o capacidad sexual. El clítoris debe ser estimulado directa o indirectamente a fin de que la esposa pueda lograr un orgasmo.
Labios menores. Del latín labia minora, que significa «labios pequeños»; son los dos pliegues paralelos de tejido liso, suave y carente de vello, que son conectados al prepucio sobre el clítoris y terminan inmediatamente por debajo de la entrada a la vagina. La excitación sexual causa que estos labios se hinchen hasta alcanzar dos o tres veces su grosor normal. A veces unas caricias suaves de estos pequeños labios proporcionan una sensación más agradable que las caricias al clítoris. Por ser directamente conectados por encima del clítoris, la fricción del pene moviéndose contra ellos dentro de la vagina lleva la sensación hasta el clítoris. De modo que la estimulación directa al clítoris no siempre es necesaria para aumentar la intensidad de las sensaciones sexuales.
Cada esposa debe decirle a su esposo, específicamente y con cariño,