Javier Tapia

Mitología maya


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Atlántida puede ser un mito platónico, pero la devastación planetaria que convirtió en un desierto al vergel del Sahara es un hecho.

      La gente que sufrió aquella tragedia posiblemente desapareció en su mayoría, pero los sobrevivientes tuvieron que reubicarse en otros territorios, ya fuera por tierra, como los egipcios, o por mar, como en el caso de los mayas.

      Estas especulaciones copan seis mil años de mitología maya, porque en el dos mil antes de nuestra era ya aparece la primera civilización maya en lo que los libros de texto llaman preclásico.

      Primer periodo maya

      Los procesos históricos nunca se dan de un día para otro, ninguna civilización aparece de la nada con sus domos y sus pirámides, sus glifos o jeroglíficos y su capacidad para medir el tiempo y observar las estrellas, y la cultura maya no es la excepción, por lo que los dos mil años de antigüedad que se adjudican son solo orientativos y nos sirven para tener una referencia cronológica más o menos consistente, pero nada más.

      No aparecen trece grandes ciudades maya de la noche a la mañana ocupando casi todo el sur de lo que ahora es la República Mexicana. Estos son los asentamientos maya descubiertos de manera directa, pero las fotografías satelitales con filtro azul de los años ochenta del siglo XX, así como las infografías actuales, revelan que los asentamientos maya son bastantes más y con una red de carreteras compleja, tanto, que hay quien asegura que las primeras carreteras del mundo son de origen maya, y que servían tanto para el transporte como para la limpieza y distribución de agua para todo el territorio.

      Área maya del Preclásico

      Ya en aquella época hubo pirámides que cubrían a otras pirámides, y trabajos en cristal, obsidiana y alabastro que no tienen nada que envidiarles a las técnicas modernas de pulido, con lo que los dos mil años que se le adjudican pueden quedarse cortos.

      La cultura maya no fue, en ninguno de sus tres periodos, imperialista; es decir, nunca se dedicó a conquistar otros pueblos para cobrar tributos o expandir su religión o su lengua, sino que se dedicó a su propio desarrollo y crecimiento.

      La región ocupada era y sigue siendo fértil, tropical y con lluvias abundantes, con una fauna y una flora exuberantes, a la que los mayas sumaron un sistema de cultivos eficiente y funcional; tenían con un ordenamiento jurídico estable, un cuerpo sacerdotal y unos «señores divinos» ecuánimes, así como con una sana convivencia social. Contaban con lo que podríamos llamar fuerzas armadas, pero no eran especialmente guerreros ni mantenían conflictos bélicos con los pueblos cercanos.

      Sin embargo, entre los años doscientos cincuenta y cien antes de nuestra era, la primera etapa maya «desaparece», se abandonan pirámides y domos, y la selva se come prácticamente los caminos y carreteras, primero, y ciudades enteras después.

      Hay muchas teorías al respecto, pero la verdad es que de momento nadie sabe con certeza cómo ni por qué sucedió el aparente declive de esta primera etapa maya.

      Segundo periodo maya

      La edad dorada de la cultura maya se da en el periodo clásico o segundo periodo maya, porque en él aparece la escritura que deviene de los glifos de la etapa anterior, pero ya de una forma ordenada que parece contarnos algo, y aunque no sabemos exactamente qué querían contar, se intuye por las pinturas y otros grabados que la acompañan en las paredes de las pirámides.

      No contamos con una Piedra Roseta que nos aclare el contenido de la escritura maya con certeza. Sir Wallis E. Budge, gran egiptólogo inglés, se pasó buena parte su vida intentando descifrar los jeroglíficos egipcios y escribió algunos ensayos al respecto. Sus interpretaciones parecían lógicas y fueron aceptadas como buenas hasta que Champollion descubrió la Piedra Roseta y echó por tierra los largos esfuerzos de Budge, que atinó solo en la contabilidad egipcia.

      Las inscripciones del obelisco de Cleopatra, que todos creían de contenido mágico y religioso, simplemente decían «Cleopatra Ptolomeo».

      Con la escritura maya puede suceder algo parecido, y ahí donde los investigadores creen ver la reseña de una guerra, quizá solo se encuentre una anécdota cotidiana o el nombre de un personaje. También es un misterio este renacimiento que se da entre el año cien y el doscientos cincuenta de nuestra era y que llega hasta el año mil, aproximadamente, tras trescientos años de silencio. ¿Dónde estuvieron todo ese tiempo?

      No se sabe, pero de pronto renace Copán y los pueblos maya se extienden por todo Guatemala con la impresionante ciudad de Tikal a la cabeza, sin dejar de lado a Palenque y Calakmul, todas ellas convertidas actualmente en importantes centros turísticos y de investigación arqueológica.

      La política de esta época es más expansiva y de intercambio que guerrera, con una clara influencia de toma y daca con los toltecas que favoreció culturalmente a ambos pueblos, tanto en el arte como en la religión, así como en las ciencias y en los sistemas educativos. Hoy en día todavía se discute el origen del calendario de 260 días lunares y 365 días solares, con la confluencia de Venus cada 112 años, ya que unos apuestan por el origen maya y otros por el origen tolteca, cuando también es posible que haya nacido de la colaboración científica de ambos pueblos.

      Los avances en astronomía son prodigiosos, y no solamente en el cálculo de eclipses, solsticios y equinoccios, sino también en el movimiento retrógrado de las constelaciones con respecto a la eclíptica del sol, con una duración cercana a los dos mil años.

      Las matemáticas, y no solamente la simple contabilidad, con fórmulas y métodos en base veinte, por no insistir en la concepción del cero, son clara muestra de un refinamiento intelectual único en el mundo de su época.

      El cuidado del entorno selvático, junto con el desarrollo sostenible de la agricultura, aseguraban los suministros alimentarios de una vasta región.

      Ceremonia matrimonial maya

      La formalización de actos rituales y familiares, como el matrimonio y las obligaciones y responsabilidades de los cónyuges, son un hito en una Mesoamérica que utilizaba a las mujeres como moneda de cambio (y que aún lo sigue haciendo en muchas comunidades mayenses). Llaman la atención, sin embargo, las grandes diferencias sociales entre el campo y la ciudad, entre las élites y el pueblo llano (y que se mantiene hoy en día), donde la población urbana e intelectual conforma un grupo social completamente ajeno a las comunidades vecinas y al conjunto de los habitantes de base. Los mayas eran cultos y refinados, mientras que los pueblos mayenses eran ignorantes y salvajes, como en el caso de los fascinantes lacandones, pueblo mayense alejado por completo de la gran cultura maya desde hace miles de años.

      La mitología maya está más cerca de los segundos que de los primeros, es decir, es una expresión más popular que cultivada, más centrada en las etapas proto-maya y periodo preclásico que, en esta etapa dorada, donde los gobernantes y jerarcas son fuertemente criticados y sometidos a la venganza fabulada en sus leyendas, como en la famosa leyenda de El enano de Uxmal.

      A pesar de su gloria y esplendor, con una arquitectura cada vez más refinada, la segunda civilización maya también desaparece sin causa aparente alrededor del año mil de nuestra era, mientras que los pueblos mayenses del vecindario permanecen, como los lacandones antes mencionados, y las especulaciones —cada una más fantástica—, se disparan, como la evacuación por parte del Gran Monstruo Creador o la diáspora para recorrer el mundo y llevar allende los mares y los continentes su conocimiento, e incluso la aniquilación por muerte, hambre o la invasión de otro pueblo, como el itzá, fundador de Chichen Itzá en el tercer periodo maya, e incluso por la gran expansión tolteca, que parece ser la más acertada, que ocupó los territorios, destruyó las ciudades e impuso su religión y su lengua a los conquistados durante varios siglos.

      Tercer periodo maya

      Dependiendo de la fuente, el tercer periodo maya se da entre los siglos VI y XV de nuestra era, según unos, o del siglo X al siglo XVI, según