vimos negociar durante unos diez minutos, regateando con el hombre que estaba al mando.
Éste abrió los grilletes de todos los esclavos, que se dispersaron rápidamente, sorprendidos por su buena fortuna.
Kharu regresó con nosotros. Luca la seguía, aún tambaleante.
—Amiga dairne, me consuela ver que estás bien —dijo cuando llegó hasta mí, con voz ronca y débil.
—¿Amiga? —protesté.
Luca dio un respingo y bajó la vista. Tobble rebuscó en su mochila y le ofreció a Luca algo de pan, que éste devoró con la gracia propia de un cerdo hambriento. Bebió también un poco de la sidra que habíamos comprado en la taberna.
—No tenemos ropa para ofrecerte —dijo Kharu, y no detecté ni el menor vestigio de lamento en su voz.
—Llevo días usando esta misma ropa —respondió Luca—. Sobreviviré.
—La gente como tú siempre sobrevive —dijo Gambler con un dejo de ironía. Una cosa es que no resistiera ver una criatura encadenada, pero eso no quería decir que le hubiera cobrado afecto a Luca—. Al mínimo desliz de tu parte, me las arreglaré para probar el sabor de tu sangre.
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