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Lou Andreas-Salomé
Aprendiendo con Freud
Diario de un año, 1912-1913
Prólogo y notas de Ernst Pfeiffer
Título original: In der Schule bei Freud
Traducción: L. Lalucat y J. Vehil
© de esta edición: Laertes, S.L. de Ediciones,
www.laertes.es
ISBN: 978-84-18292-06-4
Prólogo
En Mein Dank an Freud, que apareció en 1931 como carta abierta dirigida a Sigmund Freud en su 75 aniversario, menciona Lou Andreas-Salomé, recordando conversaciones con él sostenidas en tardes del invierno de 1912, «un pequeño librito de cuero rojo» que las conserva fielmente.
Ese librito es el presente diario, que Lou Andreas-Salomé escribió durante el invierno de 1912-13 en Viena, cuando asistía al curso de Sigmund Freud «Einzelne Kapitel aus der Lehre von der Psychoanalyse» [Algunos capítulos de la doctrina psicoanalítica], a las discusiones vespertinas de los miércoles del círculo interno de los psicoanalistas vieneses, e inicialmente también a los encuentros del grupo opuesto a Freud reunido en torno a Alfred Adler; durante el medio año siguiente continuó consignando sus colaboraciones con destacados psicoanalistas no pertenecientes a la asociación vienesa, su encuentro con Max Scheler y, especialmente, su reencuentro con Rainer Maria Rilke en Gotinga, Múnich y Dresde-Riesengebirge, en los que continuó predominando el tema fundamental del psicoanálisis. Las anotaciones del segundo medio año tienen un especial interés para la historia del psicoanálisis por contener las impresiones de Lou A.-S. sobre el Congreso Psicoanalítico de Múnich; concluyen también sus reflexiones sobre C. G. Jung, por entonces claramente enfrentado a Freud, que se habían iniciado con las primeras notas escritas en su diario vienés.
El diario permite seguir, pues, la manera cómo realizó Lou Andreas-Salomé el propósito enunciado en su primera carta a Freud —el «único motivo» de su estancia en Viena— de consagrarse por completo a la «labor». Junto a las anotaciones en el libro rojo, Lou Andreas-Salomé tomó breves notas diarias en otro cuaderno, con el único objeto de que le sirvieran de recordatorio y que sólo ocasionalmente se amplían hasta convertirse en una exposición (no de contenido psicoanalítico, sino, por ejemplo, con descripciones de paisajes). Allí anotó también, inicialmente, las impresiones de la visita de Rilke a Gotinga en julio de 1913, pasándolas más tarde, como recuerdos, de forma independiente y más sujeta a los hechos, al diario donde constaban los recuerdos de Freud. Con esta incorporación acentuó la pertenencia de sus comentarios sobre Rilke al tema del psicoanálisis.
Según parece, Lou Andreas-Salomé no fue presentada por primera vez a Freud en el Congreso Psicoanalítico de Weimar, aproximadamente un año antes de sus estudios en Viena, sino mucho antes, durante su primera estancia prolongada en Viena en el año 1895. Tras la lectura de Lebensrückblick me informó Lucia Morawitz, quien por aquel entonces «estaba próxima al círculo que formaban Hofmannsthal, Bahr, Kraus y Eckstein» y quien también coincidió —al igual que Lou Andreas-Salomé— con el joven Rilke en Berlín, entre otros detalles, que recordaba perfectamente que Lou Andreas-Salomé había interrumpido una conversación con ella (en Viena, en la primavera de 1895) porque tenía que ir a ver a Freud, con quien había concertado una cita. Lou Andreas-Salomé, por tanto, estableció relaciones no sólo «literarias» en Viena el año siguiente a la publicación de su libro sobre Nietzsche, como pudiera parecer por su Lebensrückblick. Algunos escritos psiquiátricos de esos años que se conservan en su legado testimonian su interés de entonces por cuestiones psicomédicas. Podría suponerse que los Studien über Hysterie [Estudios sobre la histeria], publicados conjuntamente por Freud y Breuer en 1895, la impulsaron a visitarle. (No ha sido encontrado en su legado ningún ejemplar de esta obra que pudiera apoyar esta hipótesis, pero debemos considerar que todos los libros conteniendo escritos de Freud, así como todas las revistas psicoanalíticas, fueron excluidos de su biblioteca después de su muerte durante una «depuración» llevada a cabo por órganos del régimen entonces imperante.) Quizá resuene en la frase de Lebensrückblick: «al encontrarme ante Freud en el Congreso de Weimar», algo todavía de los recuerdos de su anterior encuentro.
Lou Andreas-Salomé no se dedicó al psicoanálisis porque tuviera que «solucionar una confusión entre profundidad y superficie», como dice expresamente en el diario, es decir, para librarse de un padecimiento fruto de una problemática interna. Tampoco, para clarificar las fatalidades a las que la había enfrentado su propio destino personal. Incluso la más profunda y rica en consecuencias, la desaparición de la imagen infantil de Dios, la ordena de modo biográfico en Lebensrückblick gracias a sus conocimientos psicoanalíticos, aunque no intentó profundizar en ella de modo propiamente psicoanalítico. También el análisis (didáctico) llevado a cabo por Freud —aunque quizá no de modo sistemático— dejó en la sombra esta vivencia infantil; sólo «con la edad» llegó a «recordarla en sus detalles»; lo mismo que otros enigmas de su vida —esta experiencia fue soportada y aceptada—, según rezan sus propias consideraciones.
En Lebensrückblick, Lou Andreas-Salomé describe las «impresiones vitales tan contradictorias» que, provenientes del exterior, «la hicieron especialmente receptiva a la psicología profunda de Freud: la vivencia de lo extraordinario y extraño del destino psíquico de un individuo» —se refiere a la ruta penosa y creadora de Rilke tal como la veía entonces, en 1912—, y por otra parte, reveladoras de lo humano, su infancia y primera adolescencia en Rusia, «el crecimiento entre unas gentes de una interioridad que se da sin más, como si la evolución creciera aquí más directamente, sin mediaciones, desde lo más primitivo hasta la adquisición de la conciencia». Ambas cosas habían conducido, por así decirlo, su mirada en la dirección en que se encontraba el «inconsciente» freudiano.
Hay que añadir, además, que Lou Andreas-Salomé había ya convertido en algo útil esa capacidad para captar lo «humano»: así, en su libro Friedrich Nietzsche in seinen Werken [Friedrich Nietzsche en sus obras], 1894, que podría considerarse como un estudio sobre las limitaciones del hombre pensante, y en sus relatos de 1901, Im Zwischenland [En tierra de nadie], que llevan el indicativo y sobrio subtítulo «Aus dem Seelenleben halbwüchsiger Mädchen» [De la vida espiritual de una adolescente] y en que muestra por primera vez poéticamente las primeras decisiones, llenas de presagios, tomadas en la penumbra de los finales de la infancia. También puede considerarse asimismo, como una obra teórica preliminar al estudio psicoanalítico su librito sobre «el erotismo» (Erotik), de 1911, y apreciar simultáneamente en él el valor de los instrumentos creados por Freud para esta labor.
Lou Andreas-Salomé se encontraba al principio de su sexto decenio cuando tropezó en Weimar y Viena con Freud, cinco años mayor que ella, y que le sobrevivió por espacio de dos años.
Su vida había encontrado una forma y no sólo se hallaba especialmente preparada para esta «causa», sino igualmente libre para llevarla a cabo. La disponibilidad interior no estaba limitada o entorpecida por ningún condicionamiento externo; si después ejerció prácticamente el psicoanálisis como profesión, fue como fruto de su colaboración con Freud, no como un objetivo que se hubiera fijado previamente.
El librito «de cuero rojo» que, si nos fijamos más atentamente, no es más que un cuaderno escolar de tela roja con hojas intercambiables, y que también fue utilizado a su manera para su finalidad práctica, se convirtió así en el diario y testimonio de un auténtico encuentro. Que ello ocurriera así no había sido presupuesto por Lou Andreas-Salomé a pesar de todas sus tensas expectativas sobre la «causa»; se repetía aquí un proceso fundamental de su vida. El seguir este encuentro, el considerarlo como el «momento crucial» de su vida, el valorar su significado, es algo que queda en manos del lector.
Con ello queda dicho que este diario de Lou Andreas-Salomé no debe ser considerado, en primer término, como documentación de su debate con Freud en lo tocante a su aceptación o rechazo, sino más bien en el sentido de la posición interior a partir de la cual lo lleva a cabo.
Un párrafo de su Dankbuch [Agradecimiento], el mismo, por otra parte, en