Lou-Andreas Salomé

Aprendiendo con Freud


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la finalidad de preservar... la vida» al instinto de muerte, al que corresponde el deber de «retrotraer lo vivo orgánico al estado carente de vida». Enlazando con esta concepción modificada, Lou-Andreas-Salomé le recuerda a Freud una conversación sostenida en el invierno de 1912, «en que usted y yo nos extendimos en consideraciones sobre este tema —tan, tan lejos de sus formulaciones actuales—; reconocimos recíprocamente que, incluso en una actitud conceptual semejante, las cosas (no menos que en el arte) permanecen à travers un tempérament. Freud ha «recalcado la soberanía del instinto de muerte» (...) «veo en ello algo muy distinto, casi lo opuesto de lo activo que ven las gentes, que entonces “al recalcar el eros” lo aceptaron y que hoy “al recalcar el instinto de muerte” dan gritos de bravo. Y precisamente porque siento como muy personal lo vu à travers un tempérament, lo involuntariamente filosófico», como «la resolución de su toma de partido en favor de toda realidad viva». Puede dejarse en suspenso el saber si lo vu à travers un tempérament constituye el núcleo de lo que aquí se trata. En este punto no se trata más que de disuadir al lector de buscar lo esencial de la «posición conceptual» de ambos, y que Lou Andreas-Salomé dice que es «la misma».

      En lo referente a la edición de las anotaciones del diario, se deben extraer las consecuencias de lo anteriormente expuesto, precisamente en lo referente a que el diario es algo más que una toma de postura frente al psicoanálisis y que, en consecuencia, al comentar las anotaciones, se tenía que hacer algo muy distinto a una contraposición crítica de las concepciones de Freud en aquella época con las posteriores, y una consideración crítica de las concepciones psicoanalíticas de Lou Andreas-Salomé «desde un punto de vista actual», como si constituyera una especie de introducción al psicoanálisis.

      La primera conclusión fue, casi paradójicamente, que el comentario de un material tan especial y difícil de comprender, por estar basado en sus experiencias, no debía ser realizado por un especialista. No sería un especialista si no tuviera su propia concepción del psiquismo, y tendría que dejarla a un lado para realizar lo que es necesario aquí: hacer comprensibles los textos incluso para los no especialistas o para aquellos que provienen de otras «disciplinas». Lo que el psicólogo profundo de hoy haga con el libro, es cosa suya; él sacará sus conclusiones desde un punto de vista histórico, metodológico o psicológico según sea su punto de vista, y no medirá las insuficiencias del comentario con su propio rasero.

      La segunda conclusión surgió de la primera: las notas aclaratorias debían basarse, a ser posible, en los textos de Freud de la misma época en que fundamenta su doctrina, en las publicaciones de entonces. Ello significa que la teoría freudiana posterior debe quedar, en lo esencial, al margen.

      Por eso mismo, las notas, que sólo sirven para mejor entendimiento del texto, no pueden pretender cientificidad propia, como queda ya dicho. Las mismas anotaciones del diario precisan, como documento histórico, ser introducidas en el correspondiente contexto; pero tampoco era éste el lugar apropiado para ello. Así, los conocimientos freudianos que aquí se especifican deberían ser considerados en el contexto de su doctrina total; por otra parte, las concepciones psicoanalíticas aquí defendidas por Lou Andreas-Salomé no suponen más que «una parte» de su aportación al psicoanálisis, la de sus trabajos hasta Mein Dank an Freud, así como el capítulo dedicado a Freud en Lebensrückblick; pero también debería considerarse su correspondencia con Freud. Especialmente necesitadas de esa ordenación dentro del conjunto de su obra, están las informaciones sobre Rilke contenidas en el diario, visión global en la que fue entrando también progresivamente Lou Andreas-Salomé; no puede olvidarse tampoco relacionarlo con los estudios sobre Rilke.

      Como justificación de una publicación no resumida de los párrafos sobre Rilke, mencionaremos que deben ser entendidos en el contexto en el que se encuentran. Quien conozca el conjunto de la literatura científica sobre Rilke, incluida la extranjera, sabrá que la discusión ha pasado al terreno de problemas que no pueden recibir una respuesta meramente basada en categorías psicológicas o de concepción del mundo, y que la consideración psicoanalítica de Rilke desde la perspectiva de Freud fue llevada a cabo de modo impresionante. No existe pues ningún derecho para retirar, como en la edición de la correspondencia entre Rilke y Lou Andreas-Salomé, material interpretativo alguno como el que ofrece el diario. Junto con la correspondencia, constituyen por vez primera la posibilidad de ofrecer los comentarios que Lou Andreas-Salomé hizo en su libro recordatorio sobre Rilke y en Lebensrückblick, así como también en Mein Dank an Freud. En el fondo se oculta la pregunta de si es posible interpretar la obra poética de Rilke sin hacer uso de las interpretaciones psicoanalíticas. Lou Andreas-Salomé intentó responderla con su interpretación del ángel en el libro recordatorio de Rilke y en Mein Dank an Freud.

      No se limita para nada la obra ni la vida de Rilke porque se le apliquen conocimientos psicoanalíticos; el conocimiento de los condicionantes de ambas brinda más bien la posibilidad de la admiración y el respeto. Quisiera recordar aquí lo que dice Freud en su estudio Eine Kindheitserinnerung des Leonardo da Vinci [Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci]: «Expondríamos de buen grado de qué modo la actividad artística está, en última instancia condicionada por primitivos impulsos psíquicos. Pero no lo sabemos». Tenemos «que aceptar que lo esencial de la producción artística no nos es accesible psicoanalíticamente». Y poniendo su mirada en lo humano añade: «No afecta a la grandiosidad de un artista que estudiemos los sacrificios que tuvo que realizar a lo largo de su vida, desde la infancia, ni que consideremos los momentos que le han proporcionado ese trazo trágico de la infelicidad».

      Finalmente, los imprescindibles datos acerca de la labor de edición del texto en sí. Dado que el diario es un cuaderno de hojas intercambiables, y que Lou Andreas-Salomé lo había ordenado, en parte, de modo temático, tuvo que ser reordenado en su sentido cronológico original. Para ello pudimos apoyarnos en varios elementos: la numeración de las lecciones del curso, algunos apuntes de Lou Andreas-Salomé sobre el contenido de las hojas, las ya citadas anotaciones diarias, los datos acerca de las actividades de la Asociación Psicoanalítica Vienesa de la Internationale Zeitschrift y por último, el propio contenido del texto. Los títulos de los párrafos pertenecen en su mayoría a Lou Andreas-Salomé. En ocasiones tuvimos que modificar el orden de las palabras, resultado de una escritura rápida pero no apresurada y que hubiera podido dificultar su lectura. Se ha respetado siempre que ha sido posible las peculiaridades de algo «escrito para uno mismo», así como posibles repeticiones. Sólo se ha prescindido de unos pocos puntos sin interés para el caso o de puras anotaciones de agenda.

      Debo agradecer al Sigmund Freud Copyrights Ltd. por haber dado su consentimiento para la reproducción de las cartas de Freud a Lou Andreas-Salomé que corresponden al contexto, y por su consejo y ayuda en la superación de las dificultades de edición a algunas de mis amistades, y especialmente a Evamaria von Busse.

      ERNST PFEIFFER

      Gotinga, noviembre de 1957

      1 Viena

       (del 25 de octubre de 1912 al 6 de abril de 1913)

      Lou Andreas-Salomé a Sigmund Freud

       (Gotinga, 27 de septiembre de 1912)

      Después de haber asistido el pasado otoño al Congreso de Weimar,1 no he podido abandonar ya el estudio del psicoanálisis, y cuanto más profundizo en él, más fuertemente me atrae. Y he aquí que va a cumplirse ahora mi deseo de pasar algunos meses en Viena: ¿Verdad que podré dirigirme a Vd., asistir a sus clases, y solicitarle me autorice a tomar parte en las sesiones de los miércoles por la tarde? Consagrarme plenamente a esta tarea es la finalidad única de mi estancia allí.

      Sigmund Freud a Lou Andreas-Salomé

       (Viena, 1 de octubre de 1912)

      Cuando venga a Viena todos nos esforzaremos por hacerle accesible lo poco que del psicoanálisis puede ser mostrado y comunicado. Yo había interpretado ya su participación en el Congreso de Weimar como un presagio favorable.

      APERTURA DE CURSO

       (sábado, 26 de octubre de 1912)

      Cuando