relación de la terapia de vacunas con la homeopatía” es, entonces, el título de un relato presentado por Bach en abril de 1920 en la Sociedad Homeopática de Londres y luego publicado en el British Homoeopathic Journal (Periódico Británico de Homeopatía). Es interesante destacar que Bach había ingresado al mundo homeopático sólo un año antes, lo cual era poco tiempo como para tener un aval riguroso sobre el tema en el cual se explaya: las vacunas desde una concepción homeopática. Si bien Bach tenía por entonces una considerable experiencia con vacunas como recurso terapéutico, es a partir de su contacto con la homeopatía que el modo como las preparaba y el uso de las mismas cambia radicalmente, y nos referimos a esta nueva manera de elaborarlas y administrarlas al señalar la limitada práctica de que disponía en 1920.
En marzo de 1919 Bach comienza a trabajar en el Hospital Homeopático de Londres como jefe del laboratorio de análisis clínicos. Más puntualmente, su cargo era de bacteriólogo y patólogo. Allí lee, por primera vez, el Organon de Medicina de Hahnemann que le produce un singular impacto intelectual y que, a la par de abrirle horizontes, le confirma algunas de sus propias ideas sobre la salud, la enfermedad y el arte de curar. A partir de allí, por una serie de deducciones, llega a la conclusión de que en la toxemia intestinal (tema en el cual trabajaba desde hacía años) la causa (el veneno producido por bacterias que se encuentran en el intestino) era equivalente a la psora de Hahnemann. Con esta certeza inició una nueva fase en sus investigaciones, preparando vacunas con una metodología homeopática, vacunas que prueba en pacientes, esta vez por vía oral, repitiendo las dosis sólo en caso de que los efectos de la anterior hubieran desaparecido. Los resultados obtenidos fueron muy alentadores. Aquí también se nota la influencia de la técnica prescriptiva homeopática, que permitió a Bach resolver algunos de los problemas que se le presentaban en la aplicación de las vacunas con la modalidad médica alopática de ese momento.
Sin embargo, el método de preparación de vacunas se asemeja al homeopático sólo en cuanto a la dilución a escalas decimales, pero no a la potenciación propiamente dicha, que consiste en el sacudimiento de la dilución determinada cantidad de veces, estipulada por Hahnemann.
Tal era el marco que tenía en mente el público asistente a esta conferencia y ese panorama muestra las dificultades que Bach debía enfrentar para transmitir sus convicciones, en donde sin renunciar a su propio trabajo lo pudiera integrar en este nuevo campo para él, en el cual se internaba; en parte, a esa situación particular puede estar aludiendo Bach en el último párrafo de la conferencia.
El texto es también muy interesante para comprender las perspectivas con las que Bach pensaba en esa época, y cómo iba cambiando su paradigma en torno de la medicina, aunque aún se encontraba muy lejos de la Terapia Floral.
LA RELACIÓN DE LA TERAPIA DE VACUNAS CON LA HOMEOPATÍA
Señor presidente:
¿Me permite, a modo de introducción, decirle cuán orgulloso estoy de haber sido invitado a leer esta ponencia ante vuestra Sociedad? Aunque comparativamente joven, he estudiado medicina alopática durante trece años y la he estado practicando en uno de los más importantes hospitales de Londres durante siete años, antes de ser designado miembro de esta institución,3 en marzo pasado, de manera que he tenido la hermosa oportunidad de estudiar la medicina alopática en sus diferentes posibilidades. Me es imposible referirles cuánto me ha impresionado la ciencia de la homeopatía y los resultados que ha logrado.
Como he tenido la oportunidad de ser testigo de los resultados e incluso he trabajado con algunos de los más destacados médicos de la antigua escuela, y como he podido ver lo suficiente en medicina para comprender su valor, y con la suficiente experiencia para convertirme en un escéptico de todo, puedo brindar mi ofrenda alopática ante el altar de vuestra ciencia diciendo que ustedes obtienen curas no soñadas por la profesión médica en general; que una gran cantidad de casos considerados casi sin esperanza por los alópatas se ubican entre vuestros más brillantes éxitos; que sus resultados son tales que ningún otro hospital en Londres podría intentar igualar, y finalmente que faltan palabras para describir la maravilla y el genio de Hahnemann, un gigante de la medicina a quien no se ha podido, hasta ahora, igualar.
Parece increíble que un solo hombre, hace cien años, en épocas oscuras de la medicina, haya podido descubrir no sólo la hasta ese momento inconcebible ciencia del remedio semejante, sino el poder de la dosis potenciada y, además, el método perfecto de administrar las dosis.4
Parece igualmente increíble que cualquier médico científico pueda leer el Organon de Hahnemann sin comprender que está leyendo la obra de un gran maestro. La observación sagaz de los hechos, el registro exacto de los resultados y las deducciones magistralmente obtenidas allí a partir de, deducciones que hoy ha vuelto a descubrir la ciencia, después de un siglo de trabajo, habrían hecho del Organon un libro extraordinario si hubiese sido escrito en esta época.5
Esta noche deseo discutir la relación de las vacunas con la homeopatía. Antes de comenzar me gustaría mencionar dos cuestiones. Primero, de ninguna manera deseo hacer comparación alguna entre la terapia homeopática y la de vacunas. Mi único deseo es mostrar que las vacunas son una rama moderna de la ciencia médica extraordinariamente acabada y muy relacionada con vuestros propios métodos, y que de acuerdo con los buenos resultados obtenidos podría ser de valiosa consideración como una confirmación moderna de las verdades de la homeopatía.
Segundo, no deseo juzgar las vacunas por la opinión general de cómo se usan hoy en día. Hablando a grandes rasgos, son un fracaso desesperanzador comparado con lo que deberían realmente ser, y esto se debe a varias causas. Quienes preparan las vacunas carecen del conocimiento suficiente con respecto a los métodos correctos para hacerlo, y el resultado entonces es un producto muy inferior a lo deseable. Tomemos como ejemplo las vacunas comerciales, desarrolladas por grandes empresas a gran escala, comenzando de lo que se conoce como subcultivos, que son organismos criados primaria y directamente a partir de la lesión patológica sobre un medio de cultivo, luego vueltos a criar en otro medio de cultivo, a menudo varias veces en sucesión, siendo el objetivo, por supuesto, obtener un mayor rendimiento. Un tubo de organismos puede provenir de París o de los Estados Unidos y ser sembrado en cientos más, hasta que los organismos hayan sido tan maltratados por esos métodos antinaturales, que los organismos de los últimos cultivos difícilmente podrían reconocerse como parecidos a los del primer cultivo. De esta manera se han alterado mucho, no en la forma, sino en cuanto a las posibilidades virulentas y posibilidades patológicas.
Ahora, el experto sabe que los cultivos primarios solos –que son los cultivos criados a partir del material patológico– son de óptimo valor. Lo mencionado, sumado a otros grandes errores, reduce enormemente la eficacia de las vacunas que se suministran al mercado médico. Entonces, nuevamente, el médico que usa las vacunas a menudo no sabe nada de las leyes e indicaciones de la terapia de vacunas. Él obtiene una dosis a partir de un farmacéutico o un bacteriólogo, con un mínimo de indicaciones, y ciegamente aplica las dosis que harían a un experto enloquecer; repite la dosis equivocada, ya sea demasiado tarde o demasiado temprano y, por decir lo menos, obtiene un resultado muy pobre, e incluso, a veces, habría sido mejor para los pacientes que las vacunas nunca hubiesen sido inventadas. Si ustedes consideran que las vacunas requieren de mucho cuidado y experto manejo, y mientras exista tal desesperanzada confusión al respecto, los resultados obtenidos continuarán generando serias dudas en la profesión con respecto a su valor. Es como si sugirieran entregar arsénico a un médico alópata sin brindarle mayores instrucciones sobre su uso.
El parecido de la terapia de vacunas con la homeopatía es muy estrecho, tanto que surge otra pregunta: ¿no son idénticas? Deseo discutir la semejanza según los siguientes enunciados:
1) La naturaleza de la sustancia usada.
2) La dosis.
3) Isopáticas u homeopáticas.
4) La necesidad de un remedio semejante.
5)