sistema a cambio de vivir «a salvo» de un enemigo creado a tal fin.
El Enuma Elisha es uno de los muchos textos traducidos de las tablillas cuneiformes descubiertas en Mesopotamia a finales del siglo XIX. Su contenido habla de una pretendida colonización de almas en nuestro sistema solar que habría comenzado mientras aún estaba en formación. Es decir, describe la época anterior a la creación de la Tierra; una época en la que el enorme abismo del cosmos estaba poblado por dioses y demonios, dos tipos de alma buscando un lugar para residir. Este intrigante manuscrito de los pueblos antiguos incluye una crónica que narra la migración de «grupos de almas» que querían controlar la tierra después de un cataclismo. William Henry, el autor estadounidense del libro One Foot in Atlantis (Un pie en la Atlántida), dice que esta antigua crónica de la creación permaneció enterrada en las arenas calientes de Irak durante siglos, esperando una inflexión en la historia para ser recordada, reinterpretada y entendida de nuevo.
El alienígeno libro del Génesis describe un enorme doceavo planeta en nuestro sistema solar, conocido por los sumerios como Nibiru o An, morada de los An-nun- aki, o dioses de la Atlántida. Se cree que An describe una orbita elíptica que tarda 3.600 años en dar la vuelta al sol y se conoce también como el «planeta de la encrucijada».
En El doceavo planeta, el filólogo hebreo Zechariah Sitchin, que interpretó el Enuma Elisha, escribe que los sumerios estaban convencidos de que el planeta An era el portador de la vida y lo llamaban NAN.TIL.LA.KU, que puede traducirse por «el dios que mantiene la vida». Después de más de treinta años de investigación, Sitchin nos cuenta sus conclusiones y afirma que hace unos 450.000 años los An-nun-aki aterrizaron en las orillas del golfo Pérsico, estableciendo una colonia llamada E.RI.DU. Su líder era Enki —el creador de la humanidad mediante ingeniería genética—. Estos extraterrestres venían a la Tierra para explotar sus yacimientos de oro, una sustancia que necesitaban para la supervivencia. Ya que no traían suficiente mano de obra para sus fines, Enki y su hermano mayor, Enlil, decidieron crear un esclavo no pensante, mezclando genes suyos con los del Homo erectus. Esta fuerza de trabajo fue llamada LU.LU. Al parecer, Enki tenía sus propios planes que ocultó a Enlil, ya que sabía que una anterior catástrofe cósmica consecuencia de la colisión de la Tierra con el planeta Tiamat había dejado atrapadas en el «vientre de la tierra» a muchas almas evolucionadas. Pensaba diseñar una «máquina de resurrección» para estos seres, a la que llamaría ADAPA. El resultado de esta resurrección sería el Homo sapiens, capaz de pensar y contribuir a la evolución de la especie humana en la Tierra.
Al conocer el carácter de los experimentos de su hermano, Enlil se opuso frontalmente ya que consideraba que los experimentos genéticos no tenían otra función que conseguir esclavos. William Henry afirma que esta característica de Enlil conforma el aspecto controlador de Yahvé, envidioso del progreso espiritual de la humanidad y destructor de la torre de Babel, así como responsable de la expulsión de Adán y Eva del jardín del Edén. Por otra parte, Enki sería el aspecto de un dios amoroso y no controlador que terminaría transformando al Homo sapiens en Homo angelis. Según Sitchin, el atrevimiento de Enki, pretendiendo que el Homo sapiens fuera portador de alma, fue el origen de la enemistad con su hermano, e incluso de la desaprobación temporal de su padre, Anu. Posteriormente, padre e hijo se reconciliarían cuando Enki le mostró la calidad espiritual de los primeros híbridos, es decir, Adán y Eva. Resentido, Enlil no sólo expulsó a Adán y Eva del E.DIN, sino que hizo lo propio con su hermano Enki, que sería la serpiente bíblica.
Esto es, pues, según Henry, el origen de la división en la humanidad. Por una parte, un grupo dispuesto a admitir la diversidad en su seno para que todos juntos alcancen las estrellas o la «corriente Enki», mientras que la otra parte, era más conservadora, racista y contraria al progreso, la «corriente Enlil». El gran desacuerdo entre las dos corrientes ha estado en la gestación de todos los conflictos importantes de la historia y son las sociedades secretas «enlilianas» las que están detrás de las grandes tragedias políticas, en el pasado, en el presente y, probablemente, a lo largo del siglo XXI.
El 11 de septiembre de 2001 fue una fecha crítica para los arquitectos del Nuevo Orden Mundial. El ataque terrorista y la masacre de miles de inocentes en las Torres Gemelas y el Pentágono representó la señal esperada para escribir el último capítulo de un libro diabólico que se comenzó a redactar hace unos cien años.
Para las personas que quieren indagar e investigar más allá de lo meramente obvio en los acontecimientos dramáticos que se han ido sucediendo a ritmo vertiginoso desde esa fecha fatídica, incluso las tragedias del 11 de marzo, en Madrid, y del 26 de diciembre de 2004, en el sureste asiático (el tsunami), encontrarán muchas claves de una conspiración global. El objetivo último de este complot sería dominar el mundo y el espacio para establecer una dictadura planetaria con una religión, un Gobierno y unos pensamientos únicos.
La reelección de George Bush, hijo, como presidente de Estados Unidos ha sido una tragedia anunciada. Para muchos analistas, esta situación tiene su precedente en 1972, cuando la potencia más grande del mundo estaba paralizada en Vietnam. Por entonces abundaban las pruebas de torturas y bombardeos contra civiles, así como de las mentiras continuas del Pentágono, tan abrumadoras como las que han acompañado la invasión ilegal de Irak. El candidato demócrata era entonces el pacifista George McGovern, que perdió las elecciones ante el «guerrero» republicano Richard Nixon, el cual extendió la guerra a Laos y Camboya, sembrando este último país de minas antipersona. Bush ha ganado las elecciones por una amplia mayoría, y es posible que extienda su holocausto a todo Oriente Medio.
Es muy probable que esta victoria de Bush estuviera planeada con anterioridad por las grandes corporaciones y bancos que manipulan los acontecimientos detrás de la escena, especialmente considerando que tanto Bush como Kerry son miembros de la misma sociedad secreta, «Skull and Bones» que promueve el establecimiento del Nuevo Orden Mundial sobre la base de la ideología de los Illuminati.
Este libro pretende proporcionar algunas claves contando una historia oculta no escrita por los vencedores de las grandes contiendas mundiales. No quiere ser «conspiranoico», pero denuncia cómo las sociedades secretas manipulan la historia para conducirla por un camino previamente trazado hacia un final que afectaría negativamente a casi todo el mundo.
Los lectores tienen que decidir por sí mismos si prefieren cruzarse de brazos y optar por un futuro bajo una dictadura global paternalista o luchar por sus derechos sabiendo utilizar los instrumentos de protesta que las democracias proporcionan. Ha llegado el momento de la solidaridad y la lucha por un mundo mejor para todos. En otras palabras, entre todos tenemos que evitar que se escriba el último capítulo de la historia de nuestra civilización, e incluso tenemos que favorecer que pueda ser reemplazado por otro distinto, el que nos pueda dirigir hacia una Nueva Conciencia Universal.
PRIMERA PARTE
Historia de las sociedades secretas
EN ESTA PRIMERA PARTE se aborda el tema de las sociedades secretas desde los templarios del siglo XII, pasando por el Priorato de Sión, los rosacruces, los primeros masones y los Illuminati (iluminados). Desde la creación de los Illuminati de Baviera, en el siglo XVIII, todas las sociedades secretas occidentales, en su nivel superior, son de la «corriente Enlil» y su fin último es controlar el planeta, estableciendo el Nuevo Orden Mundial.
1. Las primeras sociedades secretas europeas
Desde el amanecer de las civilizaciones han existido sociedades secretas, pero en el contexto que propongo me referiré a las que han tenido más influencia en Europa. Por lo tanto, empezaré con los nueve «voluntarios», hijos de familias nobles europeas, que fueron a Jerusalén a principios del siglo XII. Estos atrevidos jóvenes respondían a la petición del gobernador de la Ciudad Santa, Godfrey de Bouillon, que quería formar un cuerpo especial para proteger a los peregrinos que visitaban Tierra Santa. El pequeño grupo contó con la presencia de Hugo de Payens, futuro fundador y líder de la orden del Temple y Enrique St. Clair, barón de Rosslyn. Antes de hablar de la verdadera misión de estos nobles en Jerusalén, es importante profundizar en la palabra «Rosslyn».
El secreto de Rosslyn
Rosslyn