José Ignacio Serralunga

Comedias para público infantil


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por el mástil! ¡Qué pajarito tan raro!

      PAJARITO: (Aparte) ¿Este no se vio la pinta? Miren la ropa que usa. (Ventea, hacia el marinero) ¿Y ese olor, tan repugnante?

      PÉREZ: (Se justifica) Peor huele el almirante.

      GARCÍA: (A Pérez) Tírele con el mosquete. Aseguremos la cena.

      PÉREZ: No creo que valga la pena. Es un bicho muy chiquito. No ha de tener ni pechuga.

      GARCÍA: Lo comemos con lechuga.

      PAJARITO: Me parece que es momento de volver con mis amigos.

      (Pérez prepara el arma.)

      PAJARITO: Como dijo el viejo pinche… ¡Vamos a rajar, que hay chinches! (Cuando el pajarito remonta, Pérez dispara, pero en vez de salir los perdigones, le estalla en la cara)

      VII – En América

      (Pajarito llega volando a donde están Keol, Lahá y el Tigre.)

      PAJARITO: ¡Me salvé por un pelito!

      TIGRE: ¿Es una máquina?

      KEOL: ¿Un monstruo?

      LAHÁ: ¿Un espíritu maligno?

      PAJARITO: No, peor. Son gente extraña.

      KEOL: ¿Tienen dos ojos o uno?

      PAJARITO: Dos ojos por cada uno.

      LAHÁ: ¿Y las orejas?

      PAJARITO: Las tienen llenas de curvas y pliegues.

      TIGRE: ¿Qué es lo que tienen de raro?

      PAJARITO: Los peinados y la ropa. Y hablan como enajenados. Y tienen un tufo… Pero eso no es nada… Cuando me vieron, me señalaron, y uno de ellos tomó algo…

      TIGRE: ¿Agua?

      PAJARITO: No, una cosa extraña… oscura… y en un momento… (Hace el gesto de apuntar con un arma de fuego) ¡Pum!

      KEOL: ¿Pum?

      PAJARITO: Sí. ¡Pum!

      VIII – En la carabela

      (Simultáneamente con la última línea del Pajarito, explota el arma en las manos de Pérez.)

      PÉREZ: ¡Caramba, qué buen disparo! Debo haberlo asesinado. (Mira por todas partes) No ha quedado ni una pluma.

      CAPITÁN: ¡Vamos, a tierra! A comprar muchas especias.

      IX – En América

      (El Capitán y los marineros hacen pie en tierra, ingresando al límite del espacio americano. Keol y los demás se esconden y observan. Mientras sucede esto, aparece el rey.)

      REY: Recuerden, mucha pimienta… y cúrcuma, y el jengibre… y azafrán para el arroz… qué rico, con pimentón…

      REINA: (apareciendo, al rey) Vamos, viejo, que ya está lista la cena. Hay un guisado de aves, un cocido de ternera, un sofrito de cochino…

      REY: (Al Capitán) ¡No se olviden del comino!

      CAPITÁN: (Da vueltas en tierra, desalentado) Pues yo no veo un comino…

      PÉREZ: ¿Estas son las famosas Indias?

      GARCÍA: Qué decepción, marinero. Tanto viaje ha sido en balde.

      PÉREZ: No, en balde no, en carabela.

      GARCÍA: Capitán, tengo hambre.

      CAPITÁN: Vaya buscar alimentos.

      GARCÍA: ¡Sí, señor, en el momento!

      GARCÍA: A buscar mucha comida, a descubrir cosas nuevas

      A conseguir alimentos y a comprarlos por monedas

      CAPITÁN: No sea zonzo, García, páguelas con chucherías,

      Vidriecitos de colores, espejos y porquerías.

      GARCÍA: Mire usted qué plantas raras, esta mazorca amarilla

      Es dura como una piedra y está llena de semillas.

      PÉREZ: Y esta raíz tan redonda, para hacer un buen puré.

      Si el Capitán lo permite, puedo freírla, también.

      CAPITÁN:

      Vayan por toda esta tierra, descubran montes y selvas

      Ríos, montes y montañas, arroyos, valles y piedras,

      Póngales también sus nombres. Aduéñense de animales,

      De cultivos y de gentes, de suelos y minerales.

      La reina nos premiará por llevar tantos tesoros

      Varios metales preciosos, plata y cobre, mucho oro.

      Con tantas de estas riquezas viviremos como reyes

      Y si hay gente en estas tierras respetará nuestras leyes.

      CAPITÁN: Tomemos posesión. Me parece que estas no son las Indias. Y si esta tierra no es de nadie, ahora es de nuestra reina.

      (Aparece el rey.)

      REY: No se olvide de mí, Capitán.

      CAPITÁN: Por supuesto, majestad. (Clavando el pendón en tierra) Yo digo, solemnemente, que esta tierra inhabitada será a partir de este día propiedad de nuestro rey.

      (Aparece la reina.)

      REINA: ¿Y de quién más, Capitán?

      PÉREZ: Me parece que en palacio hay problemas de pareja.

      CAPITÁN: Digo, que a partir de ahora esta tierra es de la reina.

      REY: ¡Ey!

      CAPITÁN: Y del rey.

      REY: Okei.

      TIGRE: (Apareciendo de un salto) ¿Cómo dice?

      (El Capitán, los marineros, el rey y la reina se asustan ostensiblemente.)

      PÉREZ: ¿Y este bicho?

      GARCÍA: Es un león, me parece.

      CAPITÁN: Los leones son marrones. Y tienen una melena.

      GARCÍA: Es un tigre de bengala.

      CAPITÁN: No tiene rayas, García. Este bicho tiene manchas.

      GARCÍA: Entonces es un faisán.

      CAPITÁN: Los faisanes tienen alas, este tiene cuatro patas.

      PÉREZ: Entonces es una rata.

      GARCÍA: Si es una rata es gigante.

      CAPITÁN: Usa pechera de oro.

      GARCÍA: Falta que diga que es loro.

      TIGRE: (Ruge, y al terminar el rugido habla) Soy el Tigre, no soy rata. Me dicen yaguareté. O jaguar, si lo prefieren.

      GARCÍA: Capitán, no puede ser. Este bicho habla.

      PAJARITO: Y yo también. ¿Algún problema?

      CAPITÁN: Sí. Los animales no hablan.

      TIGRE: ¿Está seguro?

      GARCÍA: Bueno… en nuestra tierra los animales no hablan.

      LAHÁ: Usted lo dijo. En “su” tierra no hablan. Pero en “nuestra” tierra sí.

      PÉREZ: ¿Se imagina, Capitán, la plata que nos van a dar cuando le llevemos al rey un tigre que habla?

      CAPITÁN: ¡Sí!

      PÉREZ: ¡Y un pájaro que habla!

      GARCÍA: Yo tengo dos loros que dicen malas palabras y nadie me dio plata por eso.

      CAPITÁN: No me importa. Hablen o no hablen, desde ahora serán súbditos de la corona de nuestro rey.

      REINA: Capitán…