Alicia Dujovne Ortíz

Milagro


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de mucha cacería. Al chango pobre lo perseguía la cana y lo metía preso por la ropa, por el color. Nosotros hicimos quilombo para liberarlos, una movilización de quinientas, ochocientas personas, y el jefe de la Brigada me dijo textual: “¿Ves?, todos estos que tengo adentro tienen cara de prontuario, todos se visten iguales, con las bermudas largas, el prototipo del delincuente”. En los barrios donde andaba Milagro los changos venían de chorear, de drogarse, pero se enganchaban con la CTA porque había un poco de laburo. Rompían todo cuando no estaban de acuerdo, me acuerdo uno que me tiró una compu por la ventana, pero al día siguiente ese mismo estaba haciendo una Copa de Leche. Es que la forma de dimensionar no era la habitual, Milagro les daba a todos la misma importancia y se ocupaba, si una madre iba a llorar por el hijo, ella lo resolvía, si una venía a contar que el marido le pegaba, iban de a varias a cagarlo a pedos al pegador.

      –¿Mujeres?

      –¡No iban a ir hombres! Cuando empezó la construcción, Milagro las puso a trabajar de albañiles, eran mujeres jóvenes que antes se aguantaban a los maridos violentos, dependían de la plata y por eso se los bancaban, ahora no los precisaban y los mandaban sabés adónde. Sí, de a varias iban. Acá era costumbre pegarle a la mujer, la policía y las mismas mujeres muchas veces lo veían como algo común, imaginate lo que fueron esos grupos de choque de Milagro Sala. En el esquema del barrio como fábrica había compañeros trabajadores, no desocupados. Eso les decía Milagro, “no estamos armando un pelotón de desocupados”. Ella no hacía piquetes, no cortaba las rutas de acceso a la ciudad, para diferenciarse, el Perro fue piquetero, pero ella no.

      –Porque es pacifista.

      –El marido es pacifista, Milagro no, pero aprendió de él. Ella antes era atea, después “encarnó en lo religioso”, como dice Raúl Noro, pero una espiritualidad de verdad, no solo de ritos. Yo en todo eso no creo, ella a partir de Raúl se direccionó para ese lado, la negritud, rescatar la dignidad de los coyas y de los guaraníes, Evita, los cabecitas negras, un cristianismo con prácticas andinas, el indigenismo, la recuperación de las tierras. Pero la Tupac no es una organización indigenista, Milagro no es una dirigente indígena. O no solo es eso.

      –Sin embargo, el símbolo se lo diste vos.

      –Ella ya lo tenía, un compañero le había regalado el dibujo de Tupac Amaru con el sombrero alto, la serpiente y el puma. Cuando yo se lo propuse, lo agarró enseguida y pidió que le dibujaran el triángulo que culmina en el sombrero, con Evita y el Che por abajo, a un lado y otro. La CTA como nombre no era muy atractivo, había que buscar otra cosa, distinta, fácil de decir, nada de Federación Tierra, Vivienda y Hábitat, nada de Corriente Clasista y Combativa como el Perro, no, otra cosa.

      –Y resultó una pegada.

      –Una pegada. Es claro que la Tupac con Néstor dio un salto enorme. Pero ya antes de Néstor habían hecho de todo, por eso él les dio bola. Al Estado le venía bárbaro Milagro, era la contención de 70 000 desocupados que construían el equivalente de una ciudad.

      –¿Por qué Milagro echó pestes contra el kirchnerismo de la provincia?

      –El gobernador Fellner es un peronista que había estado con todos, Menem, Duhalde, al final Néstor, y también Morales, sí, por negocios que hacían. Ella no podía entenderse nunca con ese tipo, pero pensó que acercándose al kirchnerismo la ayudarían con trabajo, con plata. Yo no compartí esa etapa de la Tupac. En un momento la CTA se divide, hay elecciones nacionales, queda una CTA kirchnerista, llamada De los Trabajadores, y otra autónoma, yo me quedo con la autónoma y Milagro se va con la de los trabajadores. Fue en 2010. Ahí ella perdió su autonomía, ya no resolvía con libertad, otros resolvían por ella.

      –¿Y para qué creó un partido político propio?

      –En algún momento se iba a terminar el kirchnerismo y ella necesitaba una protección, por eso el partido. Y porque quiere ser gobernadora.

      –He oído decir que el 80 % de los jujeños la detesta, por el momento los números no dan.

      –En realidad no le hicieron quilombo por fundar un partido, sino por el poder real que juntó. Acá hay un negocio entre los políticos y los empresarios y ella armó un Estado paralelo, otro Estado.

      –¿Es violenta?

      –Lo normal. No se organiza lo de patotear a alguien, surge.

      –¿Y los robos? ¿Y los asesinatos?

      –Vino un periodista deportivo de Buenos Aires y pasó un video titulado “En Jujuy hay crímenes sin resolver”. ¿Cuáles? Vistos de lejos los tupaqueros parecen delincuentes, eso seguro. Que mataron, mataron, pero ¿quién lo hizo? Un changuito de la escuela de la Tupac en San Pedro repartía volantes para los radicales y lo hicieron boleta. El hermano vendía droga, un grupo de narcos le pega un tiro al changuito por un ajuste de cuentas y la culpable designada es Milagro, ¿quién iba a ser? Los radicales dijeron “lo mataron porque se fue de la Tupac para venirse con nosotros”. El chango no se fue a ningún lado, trató de sobrevivir nomás, acá repartir volantes para quien sea siempre fue un rebusque. ¿Los robos? Cumplir con todas las reglamentaciones teniendo doscientas cooperativas es casi imposible. La Tupac es una gran empresa popular. Milagro les decía “no estamos cumpliendo los términos para esta etapa, vengan todos a ayudar para cumplir los tiempos”, y todos colaboraban porque era de todos. Claro que había un montón de gente que se afanaba una espátula, un camión, una bolsa de cal, guita. Pero el resultado está ahí. Una maravilla.

      Esto último lo dice bajito, púdico, desde atrás de la barba. No es un poeta, es un sindicalista puro y duro que no emplea esos términos así nomás, si los emplea es porque quiere decir precisamente lo que dijo, una maravilla.

      –Kirchner no les permitió armar una federación de cooperativas. Podrían haber juntado fondos y hacer una Asociación Tupac Amaru, un sistema legal donde las ganancias sobrantes se podrían haber distribuido entre los socios. Pero ellos resolvieron reinvertir, colectivamente. Eran criterios colectivos de acuerdo con las necesidades de cada uno. Dependían de la guita del Estado y ella le pagaba al trabajador antes que el Estado se la mandara. Y trabajaron como locos, por eso terminaban las viviendas antes. Y las cosas se hacían.

      Recuerdo al periodista de Buenos Aires que acusó a los tupaqueros de estar uniformados y, además, de alzar el brazo haciendo el saludo nazi. Milagro tuvo la paciencia de explicarle “pero no, Jorge, qué tengo que ver con Hitler yo, no es con la mano abierta lo nuestro, es con el puño cerrado de los revolucionarios. Levantamos el puño para pedir trabajo, salud, educación”. Pues ese mismo periodista lo repitió varias veces, atragantado como si le costara sangre, pero lo repitió: “Y sin embargo las cosas se hacen”.

      La locutora

      Nos decía “si no están formados no pueden hablar con el gobernador, si no se cuidan y están sanos tampoco, tenemos que vestirnos prolijos, ponernos los dientes, ¿por qué no se los ponen si ahora los tienen gratis?”.

      El centro odontológico creado y autogestionado por la Tupac Amaru.

      Todo está cerca, por suerte, camino algunos metros y me hallo en la sede central de la Tupac Amaru. Cuando pregunto si puedo entrar, un grupo de morenas redondas me señala el museo con el índice. Son vitrinas con maquetas ingenuas, muy precisas, como pensadas para chicos que preguntan por los detalles y a los que les encantan las miniaturas, las versiones minúsculas de la realidad. Distintos pueblos indígenas de la Quebrada de Humahuaca, o de Las Yungas, en la selva, su vida cotidiana, sus artesanías, sus sembrados, sus guerras.

      Como nadie me detiene, subo y bajo escaleras, curioseo. Hay varios pisos, todo monumental, todo desierto. El ascensor no funciona. Casi todas las oficinas están cerradas. Los carteles indican el destino que alguna vez tuvieron, Derechos Humanos e Inmigrantes, ANSES: estado de trámite, Personería jurídica, Jubilados, Biblioteca. Nada ha sido olvidado, ni nadie, también hay grandes afiches con las Marchas del Orgullo Gay. En el piso de abajo veo una cancha enorme, ¿de vóley?, y