Jay Tatsay

La Nueva Era de la Humanidad


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      © Plutón Ediciones X, s. l., 2020

      Diseño de cubierta y maquetación: Saul Rojas

      Edita: Plutón Ediciones X, s. l.,

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      I.S.B.N: 978-84-18211-26-3

      Para mis más entrañables

      amigos y compañeros

      de la Facultad de Sociología

      de la Universidad de Barcelona,

      2000-2010,

      Marc, Joan, Cristian,

      Eva, Antonia, Montsita,

      Yuri, Lorena, Panxo,

      Germán, Francisca, Vicens,

      Pau, Simone, Javier,

      y por lo menos cien más.

      Prólogo:

      Tiempos de crisis

      En primer lugar agradecer la oportunidad de leer antes que nadie estos textos de Jay Tatsay (compañero en el doctorado de Sociología de la Universidad de Barcelona), siempre frescos, originales, sorpresivos, literarios y hasta poéticos, con un estilo poco habitual en nuestro mundo occidental, como él le llama a este vanidoso y eurocéntrico tercio de la humanidad que cree que solo existe su ciencia y su pensamiento. Gracias, muchas gracias.

      En segundo lugar, hay que señalar que el Nuevo Orden Mundial, tan denostado por unos y tan aplaudido por otros, no es nada “nuevo”, como no lo son las crisis y los cambios que ha venido experimentando la humanidad desde del principio de los tiempos, como bien nos explica Jay Tatsay en los siguientes capítulos de una forma sencilla y amable.

      La humanidad siempre, o casi siempre, ha estado en tiempos de crisis, donde todo tiempo de calma y bienestar es seguido por temporadas puntuales de cambios más o menos radicales, como las guerras, las pandemias, las recesiones económicas, los intereses ideológicos, las políticas, las leyes, las conquistas o los cambios de la Naturaleza, como los terremotos, las sequías, los incendios, las inundaciones, los maremotos, los volcanes, las plagas y similares.

      A veces un simple accidente puede darle la vuelta a la humanidad entera, o un minúsculo virus puede movilizar a un tercio de la humanidad, más por el miedo y por la torpeza, o por los intereses sectarios, que por su peligrosidad mortal o de contagio.

      Hoy en día vivimos una época de pandemia impuesta, llena de falsedades y contradicciones, la cual, sin embargo, ha tenido un profundo calado social de proporciones incalculables, mucho más allá de lo imaginable, porque ha tocado un punto estructural tradicional de un tercio de la humanidad: el simple miedo irracional a la muerte, una muerte que deviene del contagio y la enfermedad, sin importar que la enfermedad sea leve y su contagio dentro de lo habitual clínicamente hablando.

      Las sociedades y los grupos sociales que no temen a la muerte, no han sucumbido al pánico, y se han organizado espontáneamente y de tal manera, que se verán poco afectados social, económica y políticamente; mientras que los que temen a la muerte se ven abocados a cambios y consecuencias poco halagüeñas.

      El fenómeno no es nada nuevo, pero como los seres humanos vivimos una media de setenta años, no tenemos memoria de situaciones similares y todo en asuntos de pandemias nos parece terroríficamente nuevo.

      De una o de otra manera, y dejando las pandemias al margen, el proceso de desarrollo y crecimiento de la raza humana se debe a muchos otros factores, con los que las cosas van cambiando cíclicamente, tanto para instaurar como para mantener los pilares estructurales de la sociedad en su conjunto:

      —Cultura, de donde nacen las tradiciones y la base estructural de pensamientos, creencias y emociones que nos sustentan y dan identidad.

      —Sociedad, donde se establecen las relaciones entre los seres que la conforman.

      —Economía, el pilar que estructura y gestiona los recursos, desde los más básicos y alimentarios, hasta los más complejos, monetarios y financieros.

      —Política, o la forma de organizarnos.

      Esta estructura se mantiene desde hace unos doce mil años, con la aparición del sedentarismo y la agricultura, y dentro de ella se han desarrollado diferentes sistemas, siendo los jerárquicos, donde unos mandan y otros obedecen, los que han triunfado sobre otros sistemas más igualitarios, transversales y equitativos, donde nadie manda y nadie obedece, sino que se llega a acuerdos que beneficien a todos con una administración ordenada y equitativa sin poder represivo.

      La estructura es lo que dura.

      El sistema es lo que cambia, o que aparenta cambios para que todo siga igual.

      La cultura mantiene tradiciones milenarias, pero también es cambiante y crea tradiciones en un día que se toman y aceptan como si hubieran sucedido siempre.

      Las relaciones sociales, sobre todo en sus aspectos racista, eugenésico y xenófobo, se mantiene casi igual desde hace seis mil años por lo menos, cuando nace la escritura, que nos permite leer en El poema de Gilgamesh y en el Código de Hammurabi, entre otros textos antiguos, que las clases sociales y las relaciones entre ellas son prácticamente las mismas: los ricos repudian, explotan y oprimen a los pobres, y los pobres obedecen, alguna vez se rebelan, y siempre envidian y quieren imitar a los ricos.

      La economía (“administración del hogar”, en griego) ha sufrido diversos cambios a través de la Historia, y se ha convertido en el motor de sistemas políticos, creencias religiosas, relaciones sociales y dirección y estilo de la cultura, e incluso en culpable conspiradora del Nuevo Orden Mundial.

      La política ha perdido peso, y tras muchos cambios a través del tiempo, se ha convertido en esclava de la economía. Mantiene visos de poder y autoritarismo, por supuesto, pero se vende y se compra fácilmente en los mercados internacionales.

      La joven democracia moderna, que parecía un buen invento en el siglo XIX para superar a las monarquías y a las grandes religiones en la organización estatal y en el control social, se ha convertido en una cepa de parásitos que puede consumirse a sí misma en cuanto a los pueblos se les acabe la paciencia y la ilusión de redención y salvación por votar a tal o cual partido, a tal o cual ideología o a tal o cual candidato.

      A pesar de todo, o quizá gracias a ello, nos esperan tiempos de bonanza, felicidad y estabilidad, a los que sobrevendrán nuevos tiempos de crisis, unos realmente graves e incontrolables, y otros planificados, como nos indica Jay Tatsay en el presente libro, donde uno de tantos “Nuevo Orden Mundial” espera ser el definitivo, o al menos más duradero y poderoso que los anteriores.

      No se pierdan ni una página, que al terminar quizá no haya llegado un Orden Nuevo, pero sí una persona nueva y con los ojos más abiertos: usted.

      Dr. Javier Tapia

      Introducción:

      ¿Hacia dónde va la humanidad?

      Los seres humanos no tenemos más referencia que la propia, por lo tanto no podemos compararnos con nadie ni con nada como para saber hacia dónde vamos, si lo que hacemos hoy en día está bien o mal hecho, si lo que hicimos en el pasado fue lo mejor o lo peor para nosotros, y tampoco tenemos idea si lo que haremos en el futuro será lo correcto o incorrecto.

      Recordar la historia casi nunca es garantía de no volver a cometer los mismos errores una y otra vez, los conflictos bélicos son una buena muestra de ello.