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© Jesús Hernández, 2014
© Editorial Melusina, s.l.
www.melusina.com
Diseño de cubierta: Silvio García Aguirre
Corrección: Albert Fuentes
Reservados todos los derechos de esta edición
Primera edición: junio de 2014
Primera edición digital: julio de 2020
eisbn: 978-84-18403-02-6
Contenido
Capítulo I Hitler y la astrología
Capítulo II El trágico precedente de Erik Jan Hanussen
Capítulo III La astrología bajo el Tercer Reich
Capítulo IV Los magos de Göring
Capítulo VI Karl Ernst Krafft: ¿El astrólogo de Hitler?
Capítulo VII Radiestesistas al rescate
Capítulo VIII Wilhelm Wulff: El mago de Himmler
Capítulo IX La última predicción
A mi hijo Marcel
La superstition est à la religion ce que l’astrologie
est à l’astronomie; la fille très folle d’une mère très sage.
Voltaire (1694-1778)
Introducción
Durante sus doce años de existencia, el Tercer Reich acometió una persecución sistemática y organizada contra señalados grupos étnicos, religiosos y políticos. Con la llegada de Adolf Hitler al poder el 30 de enero de 1933, se inició el hostigamiento de todos aquellos que podían suponer un obstáculo para la consolidación del régimen.
Los primeros en recibir los embates del aparato represivo nazi serían los comunistas, que constituían la fuerza opositora más potente y organizada; éstos sufrieron una ola de detenciones tras el incendio del Reichstag, el 27 de febrero de 1933, y muchos de ellos acabarían en el campo de concentración de Dachau. Pero inmediatamente después comenzaría el acoso a los judíos, con el boicot a sus comercios y negocios que tuvo lugar el 1 de abril de ese mismo año, el Judenboykott. A partir de ahí, numerosos colectivos se verían progresivamente en el punto de mira de los nazis; desde los Testigos de Jehová a los homosexuales, pasando por los gitanos, los indigentes e incluso los jóvenes aficionados a la música norteamericana.
Tras la derrota de la Alemania nazi, se extendería el reconocimiento y el homenaje a todos aquellos que sufrieron la represión de aquel régimen criminal. Con el paso del tiempo se han ido conociendo las dramáticas historias que se dieron durante aquella negra etapa y se han tomado todo tipo de iniciativas para que esas tragedias personales no caigan en el olvido. El recuerdo de las víctimas del nazismo constituye así una indeleble lección para el futuro.
Sin embargo, existe un colectivo que no ha recibido esa consideración de víctima de la represión nazi, el de los astrólogos y videntes, a pesar de que ellos tuvieron también como destino los campos de concentración. Es cierto que ellos no sufrieron el terrible castigo que el régimen dispensó a los judíos o los gitanos, a quienes intentó exterminar masivamente, pero aun así se vieron arrojados al infierno que los nazis tenían reservado a los que consideraban enemigos del régimen.
adivinos en el punto de mira
El enigmático vuelo a Inglaterra del lugarteniente de Hitler, Rudolf Hess, el 10 de mayo de 1941, achacado por el Führer a la nefasta influencia del círculo de astrólogos que presuntamente rodeaba al histórico dirigente nazi, convirtió a todos aquellos que practicaban las artes adivinatorias en chivos expiatorios. Hitler, furioso, desató un mes más tarde contra ellos una amplia operación represiva que sería conocida como la Aktion Hess.
En el marco de esa acción punitiva, la mayor parte de los astrólogos y videntes alemanes, sobre todo los que eran conocidos por realizar esas prácticas públicamente, recibieron de madrugada la temible visita de la Gestapo (Geheime Staatspolizei o Policía Secreta del Estado), y fueron arrestados. Los más afortunados fueron liberados en las siguientes semanas o meses, pero otros fueron conducidos a los campos de concentración, en donde permanecerían recluidos hasta el final de la guerra, aunque hubo quienes perdieron allí la vida al no poder resistir las condiciones de su cautiverio.
La Aktion Hess constituyó el último episodio de una persecución que había comenzado ocho años atrás, con la llegada de Hitler al poder, pese a que nada apuntaba a que eso pudiera llegar a suceder. Así, en los primeros tiempos del partido nazi, sus principales ideólogos, como Anton Drexler o Dietrich Eckart, mostraron un gran interés por la astrología y la adivinación, un interés que compartirían posteriormente personajes tan influyentes en el movimiento nacionalsocialista como Rudolf Hess, Alfred Rosenberg o Julius Streicher. El jefe de las ss,1 Heinrich Himmler, se sintió igualmente atraído por las artes adivinatorias, a las que recurriría también cuando fueron proscritas e incluso, de manera desesperada, para tratar de encontrar su salvación mientras el régimen se estaba derrumbando alrededor suyo.
fascinados por la videncia
El origen de esa fascinación de los dirigentes nazis por la posibilidad de adivinar el futuro se encuentra en las propias bases del movimiento nacionalsocialista. Uno de los secretos del éxito del nazismo, que le permitiría hacerse con el poder absoluto en Alemania tras una trayectoria de apenas diez años, fue que nunca se consideró únicamente un movimiento político. Mientras los partidos tradicionales tenían como objetivo ejercer labores de gobierno, Hitler aspiraba a imponer una visión del mundo. Su meta no era ganarse la confianza de los electores para, unos años después, volver a pasar por el refrendo de las urnas. Su aspiración era sentar las bases de un Reich que debía durar mil años.
Ese megalómano objetivo no podía afrontarse únicamente con la fuerza de un partido, sometido a los vaivenes de la política. Era necesario crear un movimiento destinado a perdurar en el tiempo, que proporcionase un conjunto de principios sólido e inatacable, resistente a los elementos como el granito, tan profusamente empleado en la arquitectura nazi. Del mismo modo que la fuerza de las religiones reside en la fe, lo que las blinda ante cualquier argumento racional, el nazismo construiría un edificio ideológico que apelaría igualmente a la fe para su sustentación. Aunque se trataría de dar un barniz científico y racional a esos principios, la fuerza del nazismo radicaba precisamente en su irracionalidad.
Hitler supo captar con gran clarividencia la importancia de esos elementos irracionales, que se dirigían a las capas más profundas de la psique humana. No fue una casualidad