Johannes Biermanski

La Santa Biblia - Tomo III


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"Escrito está." A cada sugestión del adversario oponía él la sabiduría y el poder de la Palabra. Para mantener su poder sobre los hombres y establecer la autoridad del usurpador papal, Satanás necesita que ellos ignoren las Santas Escrituras. La Biblia ensalza a Dios y coloca a los hombres, seres finitos, en su verdadero sitio; por consiguiente hay que esconder y suprimir sus verdades sagradas. Esta fue la lógica que adoptó la iglesia romana. Por centenares de años fue prohibida la circulación de la Biblia. No se permitía a la gente leerla ni que la tuviese en sus casas. Sacerdotes y prelados sin principios eran los que interpretaban las enseñanzas de ella para sostener sus pretensiones. De este modo el papa vino a ser reconocido casi universalmente como vicegerente de Dios en la tierra, dotado de autoridad sobre la iglesia y el estado.

      Una vez suprimido lo que descubría el error, Satanás hizo lo que quiso. La profecía había declarado que el papado pensaría "mudar los tiempos y la ley." (Daniel 7:25.) No tardó en darse comienzo a esta obra. Para dar a los convertidos del paganismo algo que equivaliera al culto de los ídolos que les había sido quitado y para animarles a que aceptaran siquiera nominalmente el cristianismo, se introdujo gradualmente en el culto cristiano la adoración de imágenes y de reliquias. Este sistema de idolatría fue definitivamente sancionado por decreto de un concilio general. (Véase el Apéndice.)

      EL Apéndice: CULTO DE LAS IMÁGENES. - "El culto de las imágenes ... fue una de esas corrupciones del cristianismo que se introdujeron en la iglesia furtivamente y casi sin que se notaran. Esta corrupción no se desarrolló de un golpe, cual aconteció con otras herejías, pues en tal caso habría sido censurada y condenada enérgicamente, sino que habiendo empezado en forma disfrazahda y plausible favoreció la introducción de nuevas prácticas una tras otra de tan paulatino modo, que la iglesia se vió totalmente envuelta en idolatría no sólo sin enérgica oposición, sino sin sinquiera protesta resuelta alguna; y cuando al fin se hizo un esfuerzo para extirpar el mal, resultó éste por demás arraigado para ello. ... La causa de dicho mal hay que buscarla en la propensión idolátrica del corazón humano a adorar a la criatura más bien que al Creador. ....

      "Las imágenes y los cuadros fueron introducidos al principio en la iglesia no para que fueran adorados, sin para que sirvieran como de libros que facilitaran la tarea de enseñar a los que no sabían leer o para despertar en otros la adoración. Difícil es decir hasta que punto este medio correspondió al fin propuesto; pero aun concediendo que así fuera durante algún tiempo, muy pronto dejó de serlo, resultando que los cuadros e imágenes puestos en las iglesias, en lugar de ilustrar obscurecían la mente de los ignorantes y degradaban la devoción de los creyentes en lugar de exaltarla. De suerte que, por más que se hubiera pensado en emplear unos y otros para dirigir los espíritus de los hombres hacia Dios, no sirvieron en fin de cuentsas sino para alejarlos de él e inducirlos a lo adoración de las cosas crasdas." (J. Mendham, "The Seventh General Council, the Second of Nicea," Introducción, págs. iii-vi.)

      Para una relación de los procedimientos y decretos del Segundo concilio de Nicea, 787 de J. C., convocado para instituir el culto de las imágenes, véase Baronius: "Annales Ecclesiastici," tomo IX, págs. 391-407 (ed. de Amberes, 1612); J. Mendham, "The Seventh General Council, the Second of Nicea"; C. J., v. Héfélé, "Histoire des Conciles," lib. 18, cap. 1, sec. 332, 333; cap. 2, sec. 345-352.

      Para remate de su sacrílega obra, Roma se atrevió a borrar de la ley de YAHWEH el segundo mandamiento, que prohibe la adoración de las imágenes y a dividir en dos el último mandamiento para conservar el número de éstos.

      El espíritu de concesión al paganismo fomentó aún más si cabe, el desprecio de la autoridad del cielo. Satanás, obrando por medio de directores inconversos de la iglesia, hizo por escamotear también el cuarto mandamiento y trató de echar a un lado el antiguo Sábado, el día que YAHWEH había bendecido y santificado (Génesis 2:2, 3), y de colocar en su lugar el día festivo observado por los paganos como "el venerable día del sol." Este intento no se hizo al principio abiertamente. En los primeros siglos el verdadero Sábado había sido guardado por todos los cristianos, los cuales siendo celosos de la honra de YAHWEH y creyendo que su ley es inmutable, respetaban escrupulosamente la santidad de sus preceptos. Pero Satanás procedió con gran sutileza por medio de sus agentes para llegar al fin que se propusiera. Para llamar la atención de la gente hacia el domingo, fue declarado día de fiesta en honor de la resurrección del Mesías. Se celebraban servicios religiosos en ese día; no obstante se lo consideraba como día de recreo, y seguía guardándose piadosamente el Sábado.

      Con el fin de preparar el camino para la realización de sus fines, Satanás indujo a los judíos, antes del advenimiento del Mesías, a que recargasen el Sábado con las más rigurosas exacciones, de modo que su observancia fuese para ellos una pesada carga. Aprovechándose entonces de la falsa luz bajo la cual lo había hecho considerar, hízolo despreciar como institución judaica. Al mismo tiempo que los cristianos seguían observando generalmente el domingo como día de fiesta alegre, el Diablo los indujo a hacer del Sábado un día de ayuno, de tristeza y de abatimiento para hacer patente su odio al judaísmo.

      A principios del siglo IV el emperador Constantino expidió un decreto que hacía del domingo un día de fiesta pública en todo el Imperio Romano. (Véase el Apéndice.)

      EL Apéndice: EDICTO DE CONSTANTINO. - La ley dada por Constantino el 7 de marzo del año 321 de J. C., relativa al día de descanso, reza como sigue:

      "Que todos los jueces, y todos los habitantes de la ciudad, y todos los mercaderes, artesanos descansen el veneralbe día del sol. Empero que los labradores atiendan con plena libertad al cultivo de los campos; ya que acontece a menudo que ningún otro día es tan adecuado para la siembra del grano o para plantar la viña; de aquí que no se deba dejar pasar el tiempo favorable concedido por el cielo." - "Codex Justinianus," lib. 3, tit. 12, pár. 2 (3).

      "Descansen todos los jueces, la plebe de las ciudades, y los oficios de todas las artes el venerable día del sol. Pero trabajen libre y lícitamente en las faenas agricolas los establecidos en los campos, pues acontece con frecuencia, que en ningún otro día se echa el grano a los surcos y se plantan vides en los hoyos más convenientemente, a fin de que con ocasión del momento no se pierda el beneficio concedido por la celestial providencia." Código de Justiniano, lib. 3, tit. 12, pár. 2 [3] (en la edición, en latín y castellano, por Gracía del Corral, intitulada Cuerpo del derecho civil romano: tomo 4, pág. 333, Barcelona, 1892).

      El original en latín se halla además en J. L. v. Mosheim; "Institutionem Historiae Ecclesiasticae antiquioris et recensioris," sig. 4, parte 2, cap. 4, sec. 5, y en otras muchas obras.

      El Diccionario Enciclopédico Hisp.-Amer., art. Domingo, dice:

       "El emperador Constantino, en el año 321, fue el primero que ordenó una rigurosa observación del domingo, prohibiendo toda clase de negocios jurídicos, ocupaciones y trabajos; unicamente se permitía a los labradores que trabajaran los domingos en faenas agrícolas, si el tiempo era favorable. Una ley posterior del año 425 prohibió la celebración de toda clase de representaciones teatrales, y finalmente en el siglo VIII se aplicaron en todo su rigor al domingo cristiano las prohibiciones del Sábado judaico."

      El día del sol fue reverenciado por sus súbditos paganos y honrado por los cristianos; pues era política del emperador conciliar los intereses del paganismo y del cristianismo que se hallaban en pugna. Los obispos de la iglesia, inspirados por su ambición y su sed de dominio, le hicieron obrar así, pues comprendieron que si el mismo día era observado por cristianos y paganos, éstos llegarían a aceptar nominalmente el cristianismo, redundando esto así en beneficio del poder y de la gloria de la iglesia. Pero al par que muchos cristianos piadosos fueron poco a poco inducidos a reconocer el domingo como día un tanto sagrado, ellos no dejaban de considerar el verdadero Sábado como el día santo de YAHWEH y lo observaban en cumplimiento del cuarto mandamiento.

      Pero