de élite bregado en los combates y las misiones más peligrosos de esta tierra, me he dejado sorprender como una pardilla.
– Voy a pedir unas pizzas.
– Es exactamente lo que necesitas. Algo graso y pesado que te haga cabecear y dormir como un bebé.
– Pide además el helado que podrás lamer sobre mí.
Jared no puede evitarlo. Y al mismo tiempo es exactamente lo que necesitaba, comentarios indecentes, abrazos amistosos y la paternal compasión de George. Y así acabamos todos alrededor de la mesa baja, unas pizzas pepperoni con doble de queso tendidas ante nosotros, una cerveza en la mano y un bodrio romántico, como dicen estos cavernícolas, en la pantalla. Me despierto dos horas más tarde, después de que el lado soporífero de la pizza haya hecho su efecto.
Los muchachos se han ido, excepto Luke, adormecido a mi lado en el canapé. Tiene un aspecto tan apacible que prefiero dejarle dormir. Al fin y al cabo no será la primera noche que "okupa" mi canapé. Parpadeo varias veces para aclararme las ideas. Me pregunto qué me ha despertado. Por una vez ninguna pesadilla ha perturbado mi ánimo, mi subconsciente me ha dejado en paz, sin visiones de monstruos ni masacres sangrientas. Entonces ¿por qué tengo los ojos como platos en plena noche, cuando estaba bien colocada junto a Luke y caliente gracias a la colcha con la que uno de mis adorables colegas me ha tapado? De repente mi mirada se ve atraída por el televisor, que proyecta siniestras luces rojas y azules en todo mi salón. Unas sirenas de policía invaden la pantalla y una banda roja pasa en bucle por la parte baja de la pantalla. Subo el volumen para comprender qué dice el periodista en primer plano.
"En el pequeño pueblo de Gettysburg, Dakota del Sur, el descubrimiento de una mujer destripada ha conmocionado a la población. La joven, embarazada de ocho meses, ha sido asesinada en oscuras circunstancias y su bebé ha desaparecido. De momento no se descarta ninguna hipótesis, pero a la vista de la sangrienta escena digna de una película de horror que ha afectado incluso a las fuerzas del orden, esto solo puede ser obra de un psicópata". No, esta no es la única hipótesis, lamentablemente. Un demonio es perfectamente capaz de cometer este tipo de horror. El periodista sigue con su crónica mientras mis meninges giran a pleno régimen. "En este pueblo de solo un millar de habitantes, este crimen ha levantado una oleada de pánico y la población pide la ayuda del estado para detener cuanto antes a ese asesino ladrón de niños". Prefiero apagar el televisor antes del final. He oído suficiente para tener una noche agitada. O quedarme sin noche, porque el timbre de mi teléfono resuena en todo el apartamento. No necesito descolgar, sé de qué va la cosa cuando oigo que el teléfono de Luke también suena. El sueño puede esperar, tenemos una nueva misión.
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