Jonathan Lamb

La fe ante el peligro


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de Dios no se limita al ministerio cristiano de tiempo completo, sino que incluye los propósitos de Dios para cada creyente. Tomen un tiempo para orar juntos por los diferentes llamados que están representados en el grupo: ya sea en el trabajo, en el hogar o en la iglesia.

      Capítulo 2

      La prioridad en los propósitos de Dios

Objetivo: lograr un entendimiento más profundo de la grandeza de Dios

      Tema central

      ¿Qué es lo primero que se te ocurre cuando piensas en la naturaleza y el carácter de Dios? Haz una lista y pregúntate en qué medida estos temas dan forma a tu adoración y oración.

      Lee: Nehemías capítulo 1

      Versículos clave: Nehemías 1.5–11

      Estructura:

      1. El Dios poderoso que cumple sus planes (1.5)

      2. El Dios fiel que cumple sus promesas (1.5, 8, 9)

      3. El Dios santo que requiere obediencia (1.5–7)

      Una de las características más importantes del libro de Nehemías es la frecuente referencia a sus tiempos de oración, por ejemplo, “me senté a llorar; hice duelo por algunos días, ayuné y oré al Dios del cielo” (1.4). Chuck Swindoll considera a Nehemías “un líder desde las rodillas hacia arriba”. Su dependencia en Dios era una prioridad vital para determinar los propósitos de Dios para el trabajo que tenía por delante. Ciertamente fue un activista que hacía que las cosas sucedan; sin embargo, su primera reacción al escuchar la noticia fue pasar semanas en oración.

      Qué lección tan importante para nuestras vidas personales y nuestras iglesias. Cuando nos enfrentamos a un desafío, a veces nos gobierna más el lema: “¿por qué orar cuando puedes preocuparte?” Nehemías había recibido noticias devastadoras y su fe se ve reflejada en su compromiso por descubrir los propósitos de Dios. No había nada más que pudiera hacer. Nadie más que Dios podría lograr lo que se necesitaba hacer. Si en algo tiene valor enfrentar situaciones desesperantes —donde no tenemos idea de qué hacer o cómo responder— es que estamos obligados a aferrarnos a Dios.

      Abraham Lincoln lo expresó así: “He sido conducido muchas veces a permanecer de rodillas ante la abrumadora convicción de que no tenía a dónde ir. Mi propia sabiduría y la de los que me rodeaban parecían insuficientes para el día”. Ningún otro lugar a donde ir más que a la presencia de Dios mismo. Así es como se sintió Nehemías, y es una actitud básica que necesitamos cultivar a lo largo de nuestra vida cristiana y especialmente en nuestra oración.

      Hace poco leí la sección de preguntas en un periódico sobre si es válido o no que los deportistas cristianos oren durante sus partidos. A continuación, una de las respuestas:

      Señor, en una época en la que ganar es más importante que jugar, me temo que los deportistas profesionales seguirán pidiendo ayuda divina. Pero nosotros los aficionados —como el pastor que jugaba al golf y que luego de embocar un tiro de 200 metros, pensó que hubiera preferido hacerlo solo— preferiríamos pensar que cuando tenemos momentos brillantes, estos ocurren enteramente por nuestros propios esfuerzos.

      Los cristianos enfrentamos una sutil tentación: nos gustaría pensar que cumplimos los propósitos de Dios sin ayuda. El libro de Nehemías contiene muchos ejemplos donde él depende de Dios, de su devoción, su sumisión y su deseo de darle la gloria. No tenía a dónde más recurrir.

      ¿En qué cosas estamos tentados a confiar en tiempos de crisis o peligro? ¿Por qué crees que a menudo tardamos en recurrir a Dios?

      El versículo 1.5 introduce un modelo de oración para tiempos de desesperación. Nehemías coloca el obstáculo presente en el contexto de la historia de Dios y su pueblo —con un mosaico de referencias bíblicas que forman el fundamento para su solicitud. Es muy valioso orar de este modo.

      Las oraciones de la Biblia son como la ropa que los padres compran para que sus hijos la usen a medida que van creciendo. Tengo un amigo que cuenta que cuando entró a la secundaria sus papás le compraron una chaqueta, y no fue hasta después de algunos meses que sus amigos se dieron cuenta que tenía manos. La oración de Nehemías, al igual que secciones similares en la Escritura, contiene verdades profundas que entenderemos si la usamos como modelo para nuestro propio compromiso de descubrir los propósitos de Dios.

      Analicemos tres características de esta oración:

      1. El Dios poderoso que cumple sus planes (1.5)

      Señor, Dios del cielo, grande y temible, que cumples el pacto y eres fiel con los que te aman y obedecen tus mandamientos. (1.5)

      “Señor, Dios del cielo”, este es el lugar donde siempre debemos comenzar. Nehemías se dirige al Señor, Yahvé, el Dios personal, el Dios del Éxodo que salvó a su pueblo (1.10), y quien derrotó a sus enemigos. Se inclina ante el Dios del cielo, el Señor soberano que tiene la supremacía universal. Él es el Creador trascendental, el Dios por encima de todos los otros “dioses”. Este es el Dios que tiene el poder para cumplir sus propósitos.

      Aquí es donde Nehemías comienza. De hecho, a lo largo de sus escritos Nehemías frecuentemente hace referencia al Dios poderoso. Afirma constantemente esta realidad cuando se enfoca en el Señor soberano una y otra vez. Encontramos la frase “Dios del cielo” en el capítulo 1 (1.4 y 5), y se repite en el capítulo 2: “El Dios del cielo nos concederá salir adelante” (2.4 y 20). Las referencias al Señor muestran algo de su visión expansiva: Él es “el gran Dios” (8.6), “grande y temible” (1.5; 4.14) y “el Dios grande, temible y poderoso” (9.32). Para Nehemías, esto no es teoría. Para el trabajo que tiene por delante estas verdades necesitan estar en su médula, en lo profundo de su corazón. Él declara que este gran y maravilloso Dios es “mi Dios”, una frase que aparece diez veces en sus escritos.

      En el programa de construcción que iba a dirigir, con la oposición que debía confrontar y las reformas que iba a introducir, Nehemías necesitaba depender de Dios a cada paso. La razón para su tenaz determinación era que, como Moisés, “se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible” (Heb 11.27).

      A menudo trabajo con cristianos en países donde la comunidad evangélica es una minoría desesperadamente pequeña, donde los recursos humanos y financieros son minúsculos, y donde la tentación de renunciar es diaria. Algunos de nosotros nos sentimos así, y en tales circunstancias necesitamos poder ver al Señor, Yahvé, al Dios del cielo, al Dios grande y asombroso. Ciertamente hay una diferencia en la manera en que oramos si primeramente levantamos nuestros ojos al gran y maravilloso Dios, el Dios que está por encima de cualquier otro.

A.W. Tozer una vez dijo que lo que viene a tu mente cuando piensas en Dios es lo más importante acerca de ti. Pero crecer en nuestro entendimiento de la grandeza de Dios no ocurre automáticamente. ¿Cómo crees que sucede?

      2. El Dios fiel que cumple sus promesas (1.5, 8, 9)

      …que cumples el pacto. (1.5)

      Recuerda, te suplico, lo que le dijiste a tu siervo Moisés: “Si ustedes pecan, yo los dispersaré entre las naciones: pero, si se vuelven a mí, y obedecen y ponen en práctica mis mandamientos, aunque hayan sido llevados al lugar más apartado del mundo los recogeré y los haré volver al lugar donde he decidido habitar”. (1.8, 9)

      Una de las ideas más distintivas del Antiguo Testamento es la persistencia con la que Dios ama a su pueblo, a pesar de la extraordinaria rebeldía de este. Eso es lo que Dios prometió, y