Группа авторов

Pedagogía social en Iberoamérica


Скачать книгу

escuelas científicas, teorías morales, doctrinas políticas y movimientos ideológicos (Quintana, 1984).

      • Quizá lo que más ha distinguido y diferenciado a la pedagogía social de otras pedagogías desde sus orígenes ha sido el hecho en entender, pensar y plantear a la persona como un todo. En ella, cuerpo, mente, sentimientos y espíritu se hallan integrados en la relación de cada persona con el resto. La visión holística del participante en la relación socioeducativa es uno de los principios clave de la pedagogía social (Petrie, 2001).

      • Numerosos autores han apuntado a Pestalozzi como el origen de esta perspectiva con sus tres elementos en equilibrio: 1) la cabeza, 2) el corazón y 3) las manos. Se podría decir, en este sentido, que cualquier acción o intervención sociopedagógica requiere un planteamiento que integre la formación intelectual, la formación moral y la formación profesional o lo que vendría a ser lo mismo, cognición, afectividad, relación y acción. La autonomía personal, objetivo irrenunciable de cualquier tipo de educación o pedagogía, es un resultado integrado que resulta difícil de alcanzar con intervenciones sectoriales o fragmentadas.

      • Algo parecido sucede en relación con los objetivos que la pedagogía social pretende conseguir con sus acciones. Adaptación, control, resocialización, normalización, educación, autonomía, movilización, integración, empoderamiento y emancipación parecen ser los objetivos que más frecuentemente señalan los autores como resultados o logros de la pedagogía social. Esto sería congruente con el hecho de los diferentes modelos de hombre y sociedad que fundan tanto las acciones sociopedagógicas como los objetivos o logros a los que estas se dirigen.

      Todos estos posicionamientos acerca de aquello que pueda ser la pedagogía social no hacen sino mostrar la versatilidad y riqueza de este planteamiento pedagógico de acción sobre lo sociocultural. Un planteamiento sociopedagógico que encaja con dificultad en las etiquetas, las clasificaciones y los encasillamientos, que se escapa de los formalismos y las formalizaciones. No es casual que, como la historia nos ha mostrado, la pedagogía social estuviera, históricamente, fuera de los marcos formalizados de educación. Ortega afirma que a la educación social se la llamaba “sospechosa, e ideológicamente sin duda, ‘educación informal’, ‘educación no formal’, ‘no reglada’, es decir, se le aplicaban términos que expresaban conceptos negativos y, posiblemente, despectivos. La educación y la pedagogía auténticas eran las referidas al sistema escolar” (2005, p. 121).

      Por mi parte, entiendo que la pedagogía social es un término/concepto/disciplina/práctica híbrida que se puede pensar a un tiempo como ciencia y como práctica. Integradas ambas, la teoría y la práctica, constituyen y explican la pedagogía social, pero ninguna de las dos puede hacerlo de una manera suficiente o completa por separado. En cuanto ciencia práctica o práctica científica, la pedagogía social genera conocimientos nuevos a partir de las acciones y las prácticas que desarrolla. Estos nuevos conocimientos obtenidos vuelven a ser aplicados para generar, una vez más, conocimientos teóricos y prácticos también nuevos en una espiral siempre creciente y siempre en movimiento. Por eso, resulta difícil obtener una fotografía estática que la defina, delimite o caracterice de una manera completa y satisfactoria y eso explica, precisamente, que los autores puedan posicionarse de maneras tan diversas frente a ella. La pedagogía social, al igual que las personas y las sociedades, está evolucionando continuamente; es tan móvil y cambiante como lo son aquellas.

      VI. DELIMITACIÓN DEL CAMPO DE LA PEDAGOGÍA/ EDUCACIÓN SOCIAL: LA RELACIÓN SOCIOEDUCATIVA

      Storø (2013) afirma que la pedagogía social se construye sobre tres pilares: la teoría, la práctica y los valores. Algo parecido propone Touraine cuando apunta que “todo proyecto de educación social o individual debe combinar tres componentes, independientes cada uno de los otros dos: elección, utilidad e ideales” (2013, p. 333). A estos planteamientos yo añadiría un cuarto elemento: negociaciones, deliberaciones y acuerdos entre los educadores y participantes en la relación socioeducativa. Sin dichas negociaciones y acuerdos es imposible desarrollar un trabajo socioeducativo que sea a un tiempo, equitativo, sostenible y eficaz.

      De los pilares definidos me parecen especialmente relevantes los valores, porque entiendo que van a incidir de manera determinante en la forma como los educadores sociales integran y desarrollan los otros dos: la teoría y la práctica. Desde mi punto de vista, las ideologías se encarnan en las conductas de las personas y se proyectan a través de las actitudes y los comportamientos que manifestamos frente al mundo. Las actitudes y las conductas se construyen y sustentan sobre sistemas de valores que las personas hemos ido construyendo y, en muchos casos, eligiendo a todo lo largo de nuestras vidas.

      Una vez formulado el fundamento que la sostiene y orienta, me gustaría apuntar lo que, desde mi punto de vista, caracteriza y explica la pedagogía social y la educación social en la actualidad. Ya sea como ciencia, reflexión o teoría (pedagogía social), ya sea como praxis o práctica profesional (educación social), una y otra se construyen y configuran sobre tres ejes: 1) el educativo, 2) el relacional/interactivo y 3) el sociocultural. Es a partir de estos ejes que se las puede describir y caracterizar señalando que:

      • Pretenden acompañar y ayudar a las personas en el proceso de dotarse de recursos —aprendizajes— que les ayuden a mejorar su situación en el mundo (eje educativo).

      • Utilizan una metodología socioeducativa que se centra en las relaciones entre el educador y el sujeto —individual o colectivo— que aprende, se educa y vive (eje relacional/interactivo).

      Para concretar todavía más de qué hablamos cuando nos referimos a la pedagogía/educación social, voy a definir los rasgos esenciales que, desde mi perspectiva, constituyen su núcleo configurador:

      • Se dirigen al desarrollo de la sociabilidad de los sujetos, física o virtual: los procesos de socialización y la sociabilidad de las personas como espacios propios de la pedagogía/educación social.

      • Pretenden la participación de personas, grupos y comunidades en la vida sociocultural, especialmente la de aquellas que están en situación de vulnerabilidad, riesgo o conflicto social.

      • Actúan en los diversos contextos, físicos y virtuales, en los que se desarrolla