porque debéis lanzaros al río por vosotros mismos. Sólo entonces hay libertad. Si sois arrebatados por el río, se os llevará a la fuerza, y eso no os ayudará. Os destruirá, porque no os ofrece libertad. ¿Cómo puede ofreceros la libertad esencial, moksha? Habría una relación cautiva desde el principio.
Así que no te arrastraré igual que hace un río crecido con la gente. Tendré que esperar. Deberás ser tú el que venga a mí; tú deberás entrar en la corriente, y formar parte de ella.
El srotapanna, o el sannyasin, son positivos. Ahora, en lugar de manifestarse en él la no-verdad, surge la verdad. La no-verdad sólo era una preparación para que la verdad pudiera entrar. En lugar de no-violencia surge en él el amor, la compasión. La no-violencia era sólo una preparación. La no-violencia, la no-verdad y otros aspectos negativos son sólo medicinales.
Estás enfermo. El médico te receta una medicina para acabar con la enfermedad. Cuando la enfermedad ha sido destruida entonces surge en ti la salud. La medicina nunca conlleva la salud, sólo destruye la enfermedad. La salud no puede ser provocada por medicina alguna. No hay medicinas que proporcionen salud. La salud es tu ser interior; una vez liquidados los obstáculos, empieza a fluir tu propia agua de vida; una vez apartadas las piedras, el manantial sale a chorro.
La salud es algo natural, ninguna medicina te la proporcionará. La enfermedad es algo antinatural. La enfermedad entra en ti desde el exterior; por eso te la puede quitar una medicina externa. La salud es tu núcleo más interno, eres tú. Cuando eres tú de manera natural, entonces estás sano.
La persona religiosa está en tratamiento, hospitalizada. El srotapanna ha regresado a casa, ya no está hospitalizado, no está en tratamiento, su salud ha empezado a germinar. Su manantial de vida fluye. Es positivo. Su meta no es la no-violencia, ni la no-verdad, ni la mentira. Su meta es no borrar, no eliminar nada, su meta es no destruir nada; su meta es ayudar eso que ya burbujea, que ya irradia en su ser.
«Es mejor alimentar a un skridagamin que a un millón de srotapannas.»
El Buda ahonda cada vez más. Un skridagamin es alguien que morirá y regresará en una ocasión a la vida. Su samadhi está cada vez más cerca. Srotapanna es el que ha saltado a la corriente desde la orilla; un skridagamin es aquél cuyo río se está acercando mucho al mar. Está a punto de dar el salto final. Pero volverá una vez más. Ésa es la diferencia.
Un srotapanna nacerá siete veces más, y ésa es la distancia entre la orilla y el mar. Un sannyasin nacerá siete veces; un skridagamin sólo una más. Luego se cerrará su cuenta y pasará a través de la última “graduación” en su vida, y luego este mundo ya no será para él. Pero regresará una vez más, tal vez para el postgrado…
«Es mejor alimentar a un anagamin que a diez millones de skridagamines.»
El anagamin es el que no regresa. Anagamin significa “el que ha pasado más allá del punto de retorno”… el que ha cruzado la orilla de este mundo. Una vez que muera, no regresará más al mundo. Se halla a orillas del mar, el río ya ha llegado, está en el umbral, listo para saltar. Ni siquiera mirará atrás.
El skridagamin mira atrás, duda un poco, le gustaría regresar una vez más. Este mundo es bello, y atrae. Cuenta con muchas celebraciones, y las flores más hermosas florecen en su superficie. El skridagamin es aquél cuyos deseos sutiles acechan en algún lugar del inconsciente. Sí, sabe que hay que partir, pero le gustaría demorarse un poco en esta orilla. Antes de dar el salto final y desaparecer para siempre le gustaría degustar esta vida un poco más, como despidiéndose, como diciendo adiós.
El anagamin es el que no mira atrás, ni siquiera dice adiós. Está totalmente acabado. El skridagamin está absolutamente seguro de que le espera un mundo mejor, pero siente un poco de nostalgia por el pasado.
Siempre se siente eso… un poco de nostalgia. Por ejemplo, cuando dejas una casa en la que has vivido veinte años. ¿Te has fijado? entonces miras atrás. O cuando abandonas la población en la que has vivido veinte años, donde naciste… también miras atrás. Incluso cuando el tren parte vas a mirar por la ventanilla, con los ojos humedecidos, llenos de recuerdos, de nostalgia del pasado. Has pasado tanto tiempo ahí… Te gustaba, lo odiabas, tenías amigos y enemigos, pasaste por muchas experiencias; le debes tanto a esta vida… Sí, estás listo para irte, ya estás en el tren, pero tu mirada nostálgica mira hacia atrás.
El skridagamin regresa una vez más, pero el anagamin no regresará. Su marcha es total, perfecta. No mirará atrás con nostalgia. El futuro que está sucediendo, que sucederá, es mucho más hermoso; este mundo ha desaparecido de su conciencia. Le esperan las cumbres doradas de Dios, la infinitud oceánica. No anhela para nada la existencia definida de un río.
Sí, son muchas las flores que brotan en la ribera, y hay hermosos sotos de árboles, y sombras, y muchos sueños, pero todo se ha ido. Ido del todo.
Dice el Buda:
«Es mejor alimentar a un anagamin que a diez millones de skridagamines. Es mejor alimentar a un arhat que a cien millones de anagamines.»
El arhat es quien ha caído en el mar, en el océano, desapareciendo. El anagamin es el que está a punto de desaparecer, justo en el límite, un paso más y se convertirá en arhat. Un poco más y será arhat, una gota más y el vaso rebosará.
El anagamin está a punto de hervir, a noventa y nueve grados; le falta un grado más… El arhat ha sobrepasado los cien grados y se ha evaporado. El arhat es uno que se ha evaporado.
Dice el Buda:
«Es mejor alimentar a un arhat que a cien millones de anagamines.»
El arhat es quien ha perdido el ego, es quien ha pasado a formar parte del todo. Ha dejado de existir como él mismo, y ahora existe como el universo, como el todo. De hecho, ése es el significado de la palabra “santo” (holy en inglés, de whole, “todo”, “entero”): que se ha convertido en entero, en el todo. El arhat es santo. No santo en el sentido en que los cristianos utilizan la palabra… No, no en ese sentido.
La palabra cristiana “santo” es muy fea. Proviene de la raíz latina sanctus: “confirmado por la Iglesia”. ¿Cómo puedes confirmar nada? ¿Quién es quien confirma? Ningún gobierno emite certificados de santidad, ni siquiera el gobierno del Vaticano, ni siquiera el Papa tiene autoridad para hacerlo. Un santo no puede ser certificado, pero la palabra cristiana “santo” significa alguien certificado por el Papa.
Arhat no significa santo en ese sentido. Arhat significa uno que se ha perdido a sí mismo en el todo y que se ha vuelto “entero”.
«Es mejor alimentar a un pratyeka-buddha que a mil millones de arhatas.»
¿Quién es este pratyeka-buddha?
Arhat es quien ha seguido a los budas y ha llegado a casa. Pratyeka-buddha es quien nunca ha sido discípulo de nadie, que ha llegado buscando solo; su viaje ha sido solitario, ha recorrido el sendero a solas. Un pratyeka-buddha es un raro fenómeno. A lo largo de los siglos han existido millones de arhatas, pero muy pocos pratyeka-buddhas que hayan luchado totalmente a solas. Y claro, son necesarios, porque de otro modo los arhatas no existirían.
Los pratyeka-buddhas son necesarios para que otros puedan seguirlos; son los pioneros, son los innovadores, los que abren camino.
Recuérdalo: pratyeka-buddha es quien avanza en la jungla de la vida por primera vez y crea un sendero con su avance. Luego pueden seguirle los demás. Esos otros llegarán al mismo lugar, pero serán arhatas. No habrán creado el sendero, no son exploradores, no son los que abren camino. El pratyeka-buddha es merecedor de más respeto, porque antes no había sendero alguno, y él lo ha creado.
«Es mejor alimentar a uno de los budas tanto del presente como del pasado o del futuro