Abordaje cognitivo-conductual. Intervención farmacológica, por Nora Grañana
1. Introducción
5. Áreas de intervención en conductas inapropiadas
6. Otras áreas de intervención
II. Intervención en trastornos de conducta en RM: abordaje farmacológico
1. Introducción
3. Estrategias para el uso de psicofármacos
4. Decisión de inicio de tratamiento farmacológico
5. Decisión de finalizar o mantener en el largo plazo la medicación
6. Elección de medicación por patología y síntoma target
7. Elección de medicación en comorbilidad
8. Refractariedad al tratamiento
9. Intervención interdisciplinaria
Introducción
La práctica cotidiana nos fue mostrando lo complejo que es abordar el tratamiento de los niños con Retardo Mental cuando el objetivo es planear una acción integral que los conduzca no sólo a los mejores desempeños posibles desde lo cognitivo, sino que apunte a que se desarrollen felizmente en armonía con su familia y su medio social.
Uno de los factores que más compromete estos objetivos es la presencia de alteraciones psicopatológicas y trastornos del comportamiento agregados a la deficiencia intelectual, aspecto que no sólo es intrínseco a la enfermedad, sino que también contribuyen a su desarrollo las relaciones tempranas con los padres y, posteriormente, con la escuela, con los profesionales, los docentes, los pares y con todo el entorno social.
Son diversas las denominaciones que se han sugerido para esta coincidencia sintomática, así como diversas las hipótesis etiológicas sugeridas. Las denominaciones de Trastornos Neuropsiquiátricos o la de Diagnósticos Duales nos parecen tendenciosas, en cuanto se orientan hacia un origen biológico común de la deficiencia mental y los trastornos psicológicos-psiquiátricos; por eso, preferimos en este libro referirnos a Trastornos Psicopatológicos y del Comportamiento en el Retardo Mental, denominación que permite abrir una lectura más amplia en relación con la causa de la presencia de estas alteraciones de la conducta en el curso del Retardo Mental.
Vamos a realizar inicialmente una actualización sobre el concepto de Retardo Mental, para después referirnos a los trastornos agregados más frecuentes. Luego de discutir las distintas miradas acerca de la frecuencia de estas coincidencias sintomatológicas entraremos en las propuestas terapéuticas desde dos enfoques teóricos distintos, el del psicoanálisis y el cognitivo-conductual.
A través de la lectura de los capítulos se evidenciarán coincidencias y desacuerdos entre los autores que han sido respetados en la obra, ya que la misma apunta a un enriquecimiento teórico de los distintos profesionales y docentes que trabajan en el mejoramiento de la calidad de vida del niño con Retardo Mental.
Capítulo I
Consideraciones generales sobre el retardo mental
Jaime Tallis
El término Retardo Mental (RM) no se refiere a una entidad patológica determinada, es una categoría diagnóstica que contiene criterios de inclusión y exclusión. Una vez ubicados los pacientes en esta categoría, difieren notablemente en las causas de su alteración y en sus modos de funcionamiento.
1. Definición y clasificación
El Retardo Mental se caracteriza por un funcionamiento mental por debajo de la edad cronológica, con alteraciones de la conducta adaptativa que se instalan en el transcurso del desarrollo.
En la definición se vislumbran los tres ejes que permiten la inclusión de pacientes: una edad mental por debajo de la cronológica, lo que se expresa habitualmente a través de un cociente intelectual (CI); las dificultades de adaptación, criterio sociológico del retardo que implica que, aun con CI similares, dos sujetos pueden o no incluirse en esta categoría diagnóstica de acuerdo a los desafíos que el medio social les demande.
El criterio según el cual se determina la instalación de las dificultades durante el desarrollo es común con otras categorías diagnósticas neuropediátricas, por ello el Retardo Mental es parte de las Patologías del Desarrollo, lo que es difícil establecer es hasta qué edad desarrollamos la inteligencia. Como veremos más adelante, se efectuó un acuerdo arbitrario mediante el cual se fijaron los 18 años como tope de edad de adquisiciones; las deficiencias intelectuales y adaptativas establecidas antes de esa edad colocarían al individuo en la categoría de RM, después de la misma habría una pérdida de facultades, por lo cual cabría denominar la situación como demencia y no como retardo.
Hay tres sistemas de clasificación internacionales aptos para la ubicación de esta categoría diagnóstica: el DSM (Manual de Clasificación de Enfermedades Mentales de la Academia Americana de Psiquiatría) que está en su IV versión; la clasificación de la Asociación Americana de Retraso Mental (AAMR) y la Clasificación Internacional de Enfermedades de la OMS (CIE) que está en su 10° actualización.
Entre las tres clasificaciones hay puntos de contacto y diferencias sutiles, transcribiremos primero la del DSM IV, aunque debemos destacar que la de la AAMR está más vinculada a patrones y grados de asistencia, lo que la vincula a un paradigma que tiene otra manera de entender el Retardo Mental, es decir, con una apreciación individual de las dificultades y una asistencia planeada de acuerdo a ellas. Por otro lado, también es necesario saber que la propuesta actual es limitar los grados de retardo a dos niveles: grave por debajo de CI 50 y leve por encima de 50 y hasta 75.
El DSM IV caracteriza el RM de la siguiente manera:
A. Capacidad intelectual significativamente menor al promedio: aproximadamente de 70 o inferior en un test de CI administrado individualmente (en el caso de niños pequeños, un juicio clínico de capacidad intelectual significativamente inferior al promedio).
B. Déficit o alteraciones concurrentes de la actividad adaptativa actual (esto