Amadeo Papa

Medico cirujano del interior


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Realizó un año de servicio militar obligatorio y seis años de guerra. Combatió con los alemanes y contra ellos. Historia que algún día desarrollaré en su honor.

      Mi madre, costurera de alta costura. Había estudiado en Italia en la época de la preguerra, en las escuelas técnicas obligatorias, instituidas por el régimen del Dictador Benito Mussolini, que las obligaban a usar los famosos uniformes con camisas negras, distintivo del fascismo gobernante.

      Vestía a las novias para su casamiento y también hacía ropa común para los vecinos y la paisanada italiana, -con su máquina Singer traída de Italia- que aún conservamos y que heredó mi hija mayor Griselda. Todavía la recuerdo caminar entre los vestidos desparramados en el piso lustroso del living, donde la “Assunta”, -así llamaban a mi madre los paisanos y conocidos, por Asunción, su nombre-, con mucho cuidado y esmero desplegaba la tela para darle forma al ajuar de novia.

      Quiero señalar que no eran años fáciles. Los italianos laboriosos, como mis padres y nosotros los hijos, padecíamos lo que hoy sería “bulling”; “gringos muertos de hambre se vienen a matar el hambre aquí”, expresión de lo más suave, porque trabajaban veinte horas por día.

      Se agravó más el bulling, cuando mi padre compró un terreno y nos pudimos hacer, trabajando entre todos, la primera casa de familia.

      Hoy estos hechos no generan ninguna reacción, pero en aquella época era motivo de envidia para muchos, que no podían aceptar que un extranjero tuviera su casa hecha por él mismo, en pocos años de trabajo en una fábrica.

      En el año 1961 ingresé al glorioso Colegio Nacional Coronel Olavarría, del cual guardo los más lindos recuerdos y las eternas amistades de los compañeros.

      En el año 1965, nos diplomamos como bachilleres. Ya había decidido estudiar Medicina y elegí la Universidad Nacional de La Plata, dónde íbamos la mayoría de los estudiantes universitarios olavarrienses.

      Comenzaba el camino al título

      Primeros pasos en la facultad. Mezcla de estudio, política y deportes.

      Facultad De Medicina De La U.N.L.P.

      En el mes de enero de 1966, comienzo el primer curso de ingreso a Medicina en la Universidad Nacional de La Plata, que era presencial y con evaluación. Teníamos que cursar dos materias; Elementos de Biofísica y Bioquímica.

      Fue el primer gran choque como estudiante, el paso del colegio secundario a la Universidad. Pero luego de dos meses, nos adaptamos rápidamente al ritmo universitario, porque en rigor de verdad, veníamos con una buena base del secundario y aprobamos casi todos los mil quinientos alumnos a primer año.

      Ese año, fue muy convulsionado políticamente, porque se produjo el derrocamiento del Presidente Dr. Arturo Illia, a mediados de año, por el golpe de estado de los Militares comandados por el General Onganía, nombrado como Presidente Provisional, por la Junta Militar.

      En el ámbito de la facultad de medicina, por reclamos estudiantiles, se comenzó con una lucha estudiantil por demandas muy concretas de la carrera, sin politización partidaria, que se iniciaron, con la realización de asambleas en el Aula Magna de la facultad. Como todo joven impetuoso, participo activamente en ellas y tengo un importante rol, muy activo, haciendo propuestas concretas.

      La asamblea aceptó una de las propuestas que realicé como ponencia, que era la presentación de un petitorio con todos los aspectos que demandábamos y se la presentáramos al decano de Medicina. De los diez puntos, del petitorio, logramos que se aceptaran ocho puntos.

      Pero transcurrido el mes, las autoridades no habían cumplido y nos vimos obligados a la realización de otra asamblea con reiteración del petitorio anterior. Forzamos la aceptación con una sentada pacífica,- en esa época y aún ahora, admiraba la política activista pacifista del gran político Hindú, Mahatma Gandhi- en la diagonal 74, en la entrada del Cementerio de La Plata, con mucha visibilidad publica, por lo que el decanato decidió aceptar.

      Nuevamente, las Autoridades no cumplieron con lo pactado. Propusimos una tercera asamblea y cuando estaba por ingresar a la misma, se me acercaron cuatro miembros integrantes del centro de estudiantes (compuesto por comunistas y peronistas) y me impidieron ingresar, bajo amenazas muy serias.

      Ante estos hechos, novedosos para mí, porque no los esperaba en un ambiente universitario, les comenté a mis padres lo sucedido. Me aconsejaron que deje de participar en política estudiantil, porque como era extranjero, me podían deportar?.

      Resigné mi corta participación en política universitaria, decidí estudiar y hacer deportes hasta recibirme.

      Tuve una cursada normal, con dos materias aplazadas Bioquímica y Anatomía Patológica, porque perdí el turno de diciembre por una escabiosis- sarna-, que no me dejaba estudiar concentrado.

      A partir de ahí fue todo viento en popa, con promedio de seis con 75 céntimos, en toda la carrera, ayudantías en las dos cátedras de Anatomía Patológica, termine los estudios de grado con el examen de Neurología, en el Hospicio de Melchor Romero.

      Rendí la última materia, el 26 de junio de 1973, el día que mi viejo cumplía cincuenta años y el mejor regalo para él en ese momento.

      En instantes en que escribo estas palabras no puedo dejar de pensar en la estrecha relación que siempre mantuve con mi padre, en los lazos de afecto que nos unieron y en lo mucho que debo agradecerle por su apoyo y acompañamiento en todas las etapas de mi existencia.

      Tampoco puedo olvidar los hechos que marcaron su difícil vida en Italia, especialmente en los aciagos días de la 2da. Guerra Mundial, como combatiente del Regimiento Alpino y otros en sus 6 años de guerra.

      Sus relatos de esos tiempos me llegaron desde mi primera infancia y se hicieron carne en mí. Cuando me relata el desembarco del General George D. Patton en Sicilia, ocurrido en 1943, donde la resistencia italiana no disparó un solo cañonazo, el desasosiego cuando se produjo la rendición del Gral. Pietro Badoglio, la colaboración posterior a la rendición, con las líneas de abastecimiento del ejército, norteamericano y aliados, para sostener la tremendamente cruenta ofensiva de Montecasino.

      Siempre he pensado que debo escribir sobre esos hechos, una verdadera deuda de honor con mi padre. El futuro lo dirá.

      No obstante todas las dificultades universitarias, debo agradecer el haberme formado en una Universidad Pública y una facultad de medicina con grandes maestros. Facultad que tenía una currícula clásica, que te formaba estudiando desde el muerto y en los últimos años, hacia el vivo. Hoy el método pedagógico moderno forma a los médicos, de manera integral, multidisciplinaria y desde inicio con el ser vivo. Contamos en Olavarría con una de las escuelas de medicina, hoy facultad, de la Universidad Nacional del Centro de la Pcia de Bs. As., con esta metodología pedagógica. A juzgar por el producto de los egresados, podemos afirmar que salen con una sólida formación, que aún debe ser aceptada por los formados con la vieja escuela pedagógica.

      Hospital San Juan de Dios. Instituto del Tórax. La Plata. Argentina.

      Concurrencia y capacitación integral en el Instituto del Tórax de Del Hospital San Juan de Dios. La Plata

      Me incliné por seguir cirugía como especialización y subespecialidad cirugía cardiovascular. Porque dos años antes de recibirme, comencé a hacer prácticas en el Instituto del Tórax del Hospital San Juan de Dios, en la Primera Terapia Intensiva de la Provincia de Bs. As, Servicio del Dr. Vera y tratábamos pacientes operados por el jefe Dr. Jorge Castellano y su servicio, de Cirugía Torácica y Cardiovascular.

      Cada vez que tenía la oportunidad de charlar con el Profesor Dr. Jorge Castellano, le manifestaba que me gustaría integrarme a su servicio. Al recibirme y con el diploma en mano me presento en el servicio, le formalicé el pedido de concurrencia y el Profesor