Ana Marleny Bustamante

Geopolítica y nuevos actores de la integración latinoamericana


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consensos ideológicos, que se crearon los esquemas pioneros del mcca y la can (Pacto Andino) en los años 60. Esto también permitió la creación de Mercosur en los 90 (y también la alba en los 2000, al menos entre sus países líderes). En cambio, la división ideológica resquebrajó a la can en los 2000, y estancó fuertemente al Mercosur. Pese a sus magros logros hasta el momento, la ap se crea también bajo un consenso ideológico fuerte, y el Mercosur permanece en una incertidumbre ideológica importante debido a los cambios políticos que en el momento sufren Paraguay y Brasil, y un poco menos Argentina y Uruguay. La ideología aparece entonces en la integración latinoamericana, no solamente como un factor determinante para su ritmo, progreso y decaimiento, sino que por ello mismo puede ser también un aliciente y un obstáculo para la armonización de políticas.

      En América Latina, pareciera que a veces es más importante tener afinidades ideológicas que cooperar, como se ha demostrado en los casos de la can y el Mercosur, y particularmente en el caso presente de la unasur, en el que la división ideológica ha llevado a la organización al estancamiento político total por no haber podido consensuar el nombramiento de un secretario general entre los países que aun apoyan al régimen venezolano y los que lo rechazan por completo. Esta reflexión condujo a la conclusión de que es muy probable que en el futuro cercano sea más fácil armonizar políticas en áreas que no sean tan sensibles ideológicamente, sino más bien en aquellas de tipo más técnico o que no comprometan la ideología de los gobernantes de turno. Es lamentable que las etiquetas y las identidades ideológicas primen sobre las necesidades de la población, pero ese es el continente en el que estamos y la separación entre lo técnico y lo político puede ser útil, por ahora, para lograr avances en la región en materia de armonización. La discusión de este punto se cerró, por cierto, llamando la atención sobre los ods como posible punto de encuentro de las diferentes ideologías y núcleo en torno al cual podrían articularse las iniciativas de armonización para la integración latinoamericana. Aparte de los temas hasta aquí expuestos, se mencionaron otros temas que, por ser novedosos, se incluyen en la siguiente sección.

      Nuevos temas para la integración en América Latina

      La otra dimensión que se trató en la reunión fue la de los nuevos temas de los que podría ocuparse el regionalismo y la integración en América Latina para reimpulsarse. En primer lugar, se planteó el tema de la salud que, si bien ha sido objeto de cooperación en el seno de unasur, se consideró que es un tema que apenas ha sido abordado por los distintos esquemas de integración y que aún debe desarrollarse mucho más. Un aspecto que sobresale, por ejemplo, en el área de la salud, es el tema de los medicamentos. La suscripción de tratados de libre comercio por una parte importante de los países latinoamericanos ha hecho que se deban aceptar condiciones muy rígidas en materia de propiedad intelectual, lo que tiende a incrementar el precio de medicamentos esenciales y a aumentar el plazo en el que los laboratorios nacionales tienen prohibido fabricar la versión genérica. Así, en lugar de estar fomentado las industrias farmacéuticas nacionales a través de condiciones de propiedad intelectual más flexibles y de facilitar el comercio latinoamericano de medicamentos, se está actuando al servicio de las grandes multinacionales farmacéuticas de los países desarrollados y se está actuando en detrimento de la salud de los pacientes latinoamericanos. Si bien este es un tema muy sensible por los costos que puede acarrear para el comercio de los países latinoamericanos alterar las condiciones de propiedad intelectual contempladas en los tlc con países desarrollados (principalmente Europa y EE. UU.), es posible que existan algunos temas de propiedad intelectual, control de precios y acceso a medicamentos que se puedan armonizar entre ellos, para contribuir a mejorar el acceso a medicamentos de ciudadanos latinoamericanos.

      El siguiente tema que emergió fue el del manejo coordinado de desastres naturales. Si bien los países latinoamericanos han mostrado una enrome solidaridad y capacidad de reacción frente a los desastres naturales que han sufrido países de la región (huracanes en el Caribe, terremoto en México, por ejemplo), bien pueden fortalecerse los procedimientos para coordinar la reacción ante desastres naturales ocurridos en zonas fronterizas, o crear protocolos de ayuda que hagan más rápida y expedita la asistencia ante la eventualidad de una catástrofe.

      Seguidamente se introdujo el tema de la desigualdad en América Latina, que no ha sido precisamente objeto directo de los diferentes esquemas regionales que se han presentado. América Latina permanece como una de las regiones más desiguales del planeta y varios países como Colombia y Brasil continúan ocupando los primeros puestos en desigualdad en el mundo. La desigualdad no solo es problemática por el diferencial de oportunidades para la productividad de la población, sino que, como lo han mostrado los trabajos de autores como Stiglitz, Piketty, Krugman, y Robinson y Acemoglu, la desigualdad pronunciada es la principal causa de la corrupción en una sociedad. Esto se debe a que en la medida en que haya una porción de la sociedad que sea mucho más rica que el resto, se genera un incentivo para enriquecerse a cualquier costo, en aras de aumentar aún más el poder que da poseer tanta riqueza. No es una coincidencia que quienes más se roban los dineros públicos en las sociedades más desiguales sean justamente las élites gobernantes que llegan al poder público, justamente gracias a la riqueza que tienen, y una vez llegan allí lo que quieren hacer es enriquecerse aún más para asegurar su permanencia en el poder.

      Dada la variedad y complejidad de factores que llevan a la desigualdad pronunciada, más que un tema que pueda ser objeto de armonización de políticas, América Latina sí podría avanzar en el marco de la celac en la definición de ciertos compromisos, en materia de derechos y de distribución de la riqueza, por vía de impuestos progresivos y gasto e inversión social, para reducir la desigualdad en América Latina. Este tipo de políticas sí podrían ser objeto de armonización en algunos aspectos, por ejemplo, en sus principios.

      A continuación, se sugirió el tema de ciencia y tecnología (CyT), el de la economía naranja y economías creativas como temas nuevos de los que podría ocuparse el regionalismo latinoamericano. Latinoamérica continúa siendo una región que destina muy poco porcentaje de su pib a CyT. Esto no solamente prolonga la desigualdad en los términos de intercambio con el mundo desarrollado, y reduce las oportunidades de mayores ingresos para las clases trabajadoras, sino que además opera en detrimento de la posibilidad de consolidar sociedades más educadas que alcancen mejores niveles de paz y convivencia. Igual que en el caso anterior, más que armonizar políticas concretas de CyT, que deben responder a particularidades y contingencias nacionales y locales de cada país, se pueden armonizar principios, objetivos y estándares para el mejoramiento de las políticas y de los niveles de CyT en América Latina, así como constituir fondos regionales para la implementación de actividades de CyT y de innovación, incluyendo la economía naranja y las economías creativas.

      Por último, en materia de seguridad, se plantearon los temas de lucha contra el crimen trasnacional y de la ciberseguridad como nuevos temas que deberían ser prioritarios para la cooperación en América Latina. Debe señalarse que el primero ya es objeto de cooperación ministerial en la unasur y que Mercosur ha desplegado también amplios programas de cooperación, sobre todo para combatir el crimen en la triple frontera. Pero, en efecto, hace falta avanzar mucho más a nivel latinoamericano, particularmente, en materia de lucha contra el narcotráfico, tráfico de armas y trata de personas, puesto que las redes de estas actividades criminales suelen involucrar a varios países situados en distintas subregiones, como el Cono Sur, la región andina, la Amazonía, el Caribe y Centroamérica.

      Por su parte, la ciberseguridad tiene que ver no solamente con las posibilidades de combatir el crimen organizado, sino también con avanzar en las prácticas de gobierno en línea y el control de las noticias falsas en redes sociales, lo que está estrechamente relacionado con la construcción de democracia y ciudadanía. Como se sabe, en el mundo existen actualmente tres doctrinas sobre la ciberseguridad. Por una parte, se encuentra la doctrina de EE. UU., que pretende construir una normativa universal para controlar la seguridad en Internet, aplicada por todos los Estados. Por otra parte, está la doctrina china, que aboga por una autonomía total de cada Estado para controlar la ciberseguridad. Y, por otra parte, está la postura de Rusia, que establece que debe haber libertad total para el uso de la Internet y que el Estado solo debe intervenir cuando lo considere necesario y sin referirse a marco legal alguno que regule dicha intervención. América Latina