la integración” es sinónimo o se asimila a “teoría de la integración europea”. En otras palabras, parece que cuando se usa la teoría de la integración (sin adjetivo) se está refiriendo a la teoría de la integración europea. Y eso se debe superar, pues una teoría de la integración sin adjetivos debe abarcar cualquier conocimiento generado para explicar los procesos de integración existentes en el mundo, en Europa y más allá de ella.
El segundo asunto es: ¿qué hacer con la teoría europea? En realidad, el eurocentrismo (o ue-centrismo como señala Amitav Acharya) es un problema serio que tiene enfrentarse. La reflexión teórica en las Ciencias Sociales tiene un contexto: histórico, social e incluso personal del autor. No tomar en cuenta ese contexto y tratar de trasplantar un marco interpretativo y analítico a otras regiones puede conducir a equívocos. Incluso, Ernst Haas y Philippe Schmitter, los padres del neofuncionalismo, reconocieron, en un artículo publicado en 1967, las dificultades de aplicar su enfoque al caso latinoamericano. Habría entonces que establecer algunos criterios para usar la teoría europea. Uno de ellos contextualizar los enfoques europeos al aplicarlos a América Latina. Otro es considerar el grado de abstracción de algunas categorías, que permitirían que su aplicación fuera posible más allá de un caso en particular. Otra podría ser distinguir entre los aspectos normativos y explicativos de una teoría. Otro más, quizás podría ser que, mediante el conocimiento crítico de las conceptualizaciones latinoamericanas sobre el regionalismo, se contribuye a revelar el parroquialismo (o para decirlo de forma más elaborada “el problema de n=1”) de las teorías europeas sobre integración regional.
Un tercer aspecto que debe considerarse es lo que Fredrik Söderbaum describe como “eurocentrismo inverso”, es decir, considerar a la integración europea como un “anti-modelo”. Europa occidental tiene una larga experiencia de integración regional y, aunque no es correcto intentar replicarla de manera acrítica y descontextualizada, sí puede ser un laboratorio para realizar comparaciones sobre la forma en la que funcionan los procesos económicos en un bloque regional, su dimensión institucional y la cuestión del liderazgo.
Tampoco se trata de crear una “teoría latinoamericana para explicar exclusivamente los procesos latinoamericanos”, pues ello nos puede conducir a un provincialismo tan nocivo como el etnocentrismo. Eso se relaciona con la idea de una teoría de la integración sin adjetivos. La integración regional (y el regionalismo en general) es un proceso global, cada vez más universal y muchas regiones del Sur Global también han impulsado procesos de integración. La cuestión es, entonces, cómo los aportes latinoamericanos también pueden ayudar a explicar ese fenómeno global. Se pueden observar algunos puntos de encuentro: como en América Latina, en el sureste de Asia el tema del desarrollo es importante; en África algunas coincidencias pueden observarse, como el uso de los bloques regionales como instancia para resolver crisis internas.
Un elemento que se debe incorporar en la construcción de un marco teórico de la integración es el análisis histórico, pues como señaló Giovanni Molano en la segunda reunión virtual del gt, este tipo de estudios históricos permite ver las regularidades del fenómeno de la integración en América Latina. Por ejemplo, como plantea Molano, el análisis histórico permite visualizar cómo las categorías “desarrollo” y “autonomía” han sido modificadas o han sufrido variaciones en su contenido a lo largo del tiempo. Esto permitiría evidenciar las regularidades y las variaciones que se observen en la búsqueda de autonomía y de desarrollo en el marco de los procesos de integración latinoamericanos. Daniel Benzi y Leiza Brumat coinciden en destacar la importancia de esta dimensión histórica y Brumat añade la cuestión identitaria como elemento a ser considerado.
Daniele Benzi, también recomienda prudencia al abordar el tema de la construcción de un marco teórico. Para él, ante la nueva realidad global y, en particular, frente a la crisis de algunos procesos regionales, no hay consenso sobre cuáles son los escenarios actuales que influyen en los debates teóricos. Por esto, Benzi propone prudencia y recomienda no hablar de un “marco teórico” en singular, sino de “marcos teóricos” en plural al abordar el tema de la integración regional en América Latina.
Una propuesta que se ha planteado sobre esto es si sería más conveniente formular conceptos. El argumento es que construir una teoría no es una tarea fácil, en cambio, elaborar conceptos lo es un poco más. Esto fue expresamente planteado por Miriam Saraiva en la segunda reunión virtual el gt y respaldado por Giovanni Molano. La cuestión que se plantea es, entonces, y es algo que debe ser discutido en el gt, cuáles son esos conceptos que se deben construir o profundizar. “Autonomía” y “desarrollo” son dos de ellos. Rita Giacalone coincide en que se debe trabajar con conceptos, pero plantea que es así como han cambiado los modelos, los actores, el entorno y el contexto, por eso también necesario actualizar los conceptos de “desarrollo” y “autonomía”. Por ejemplo, existe un consenso en cuanto a la necesidad de un desarrollo económico en el Sur Global, pero se trata de un desarrollo económico con ciertos elementos que no se planteaban en los años cincuenta, por ejemplo, desarrollo con redistribución de la riqueza, inclusión o sostenibilidad ambiental, etcétera.
Documento grupo de trabajo 2
Coordinador Germán Prieto
Armonización de políticas para una integración multidimensional y el desarrollo sostenible
El presente documento ofrece un recuento de las reflexiones en torno a los temas correspondientes a los dos subgrupos que componen el Grupo 2, a saber: “Armonización de políticas en una integración multidimensional de alc” y “Nuevos temas para la integración de alc y modelo alternativo de desarrollo sostenible”, realizadas por algunos miembros del grupo que han participado en los foros y reuniones que se han realizado dentro del marco de la preparación del Primer Congreso del gridale.
El documento parte de una reflexión sobre la importancia de la armonización de políticas para el desarrollo de la integración, pero llamando a la vez la atención sobre las dificultades y costos que conlleva dicha armonización. Posteriormente, se dedican dos secciones a plantear las reflexiones en torno a los temas de los dos subgrupos de trabajo, y finalmente se ofrecen unas conclusiones con las que se espera contribuir a la discusión de las temáticas del Grupo 2 y del gridale en general a tratarse en el Primer Congreso.
Integración y armonización de políticas
Sea que la integración se entienda, desde una perspectiva formal, como la cesión de poder soberano de decisión a organismos comunes, o desde una perspectiva más informal como la profundización de los intercambios y las influencias entre dos o más países, la armonización de políticas puede traer importantes beneficios para la cooperación, en la medida en que se trate de alcanzar objetivos no solamente comunes, sino también dispares. En primer lugar, debe señalarse que armonización no es lo mismo que coordinación. De acuerdo a la definición de Robert O. Keohane, la cooperación es la coordinación de políticas. En dicho ejercicio, los Estados se ponen de acuerdo para llevar a cabo sus políticas de manera que las afectaciones sobre el otro se reduzcan, o cuando menos se administren, o se trabaje conjuntamente para que sean menos graves y más manejables. En cambio, un ejercicio de armonización consiste en que los países adopten políticas similares, o incluso las mismas, o que al menos formulen y ejecuten sus políticas bajo los mismos lineamientos y procedimientos. Ninguno de los dos ejercicios implica necesariamente una cesión de soberanía a organismos comunes, pero la armonización claramente implica mayores concesiones por parte de los Estados hacia los otros, en la medida en que unificar políticas y procedimientos implica reducir el margen de diferenciación, y con ello muy probablemente de autonomía, frente a los demás.
En el caso de la Unión Europea, el ejemplo clásico de armonización, ha sido en el área de políticas macroeconómicas, particularmente la fiscal y la monetaria, un ejercicio previo e indispensable para la consolidación del mercado común, y posteriormente de la unión monetaria. En efecto, si se pretende asegurar las condiciones para la libre movilidad de bienes, capitales y trabajadores, se debe asegurar que los costos de contratación laboral, los derechos y beneficios pensionales, y las cargas tributarias, entre otros, no sean demasiado dispares entre los países, pues de lo contrario unos serán más atractivos para trabajar e