- El alfabeto georgiano data del siglo V a. C. y es uno de los más antiguos aún en uso en el mundo
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Singularidad de la lengua georgiana que, aunque presenta vagas similitudes con el alfabeto armenio, es único en el mundo. La inscripción más antigua en georgiano data del 430 a. C., en una iglesia en Belén. La cuestión de su invención es un asunto típico de tensiones surcaucásicas (kartvelias). La tradición histórica georgiana, derivada del alfabeto griego y arameo, lo atribuye a un escriba de Parnavaz I, rey de Kartli; la escuela armenia lo asocia al inventor del alfabeto armenio, el monje Mesrop Machtots. En cualquier caso, este alfabeto tan particular ha sido un elemento clave en el mantenimiento de la identidad georgiana a lo largo de los siglos, y su forma actual está sorprendentemente cerca de su forma antigua. Contiene 33 letras. A veces se utiliza para escribir en otras lenguas surcaucásicas como abjasia, oseta y mingreliano. El uso de uno u otro alfabeto tiene, sobre todo en esta región, una gran connotación política…
Bazari
Mercado en el sentido oriental del término, efervescente y truculento, en el que se mezclan frutas con quioscos de accesorios y puestos de ropa. Este tipo de mercado bullicioso y repleto de color, volvió a surgir a principios de los años 1990, mientras que la economía se derrumbaba, como si Oriente retomara territorio soviético. Barrios enteros de las ciudades se transformaron en inmensos bazares, donde la gente también vendía sus muebles o antigüedades para sobrevivir. A menudo surgidos alrededor de las estaciones, a veces se han acabado instalando definitivamente en la ciudad, como el distrito de la ropa, el de repuestos de coche o el de los teléfonos. En Tiflis surgió un gigantesco rastrillo en los muelles del Kurá. Este fenómeno acaba desapareciendo con la reestructuración de la economía y con la lucha del Estado contra el mercado negro. Desde 2007, el gobierno está intentando contener Bazroba, el gran bazar de la plaza de la estación (sobre todo para detener el mercado negro), formalizando las tiendas y organizándolas en secciones. Esto se hizo en parte y el mercado oriental migró de los lugares de los que se le echaba, a veces 50 metros más lejos. A largo plazo, debería haber mercados cubiertos más estructurados, pero el desorden perdurará aún en el tiempo.
Café
El café georgiano, nalelkiani («removido»), tiene su propio sabor, aunque curiosamente los georgianos no lo reconocen como una tradición autóctona. De hecho, el café local se llama «turkuli khava» ("café turco") en Tiflis, señal de la cultura por la que ha llegado al país. Sin embargo, el café que se bebe en los quioscos y tabernas de Tiflis es distinto del que beberemos en Estambul. La preparación es la misma, básicamente, que la del café turco, pero, a diferencia de este, se calienta la mezcla de café molido y agua directamente con el azúcar. El conjunto es menos fuerte y más tirando a cacao que el café turco, porque es más líquido. El resultado es un sabor a café oriental con una textura de chocolate caliente. El café se prepara a mano en un recipiente donde se calienta la mezcla removiendo o en una minoutka, un hervidor con una varilla que gira la mezcla mientras que la calienta en un minuto. El método armenio es el que más se acerca a la manera georgiana pero el sabor georgiano suele ser más dulce y azucarado. Muy arraigado en la vida cotidiana, se bebe café muchas veces al día en Georgia: en la oficina, en casa, en familia, con los amigos, cuando se sale. Sin embargo, la introducción del café instantáneo empieza a hacer sombra a esta tradición y se sirve cada vez más Nescafé que de café tradicional. Los georgianos piensan a menudo que el café soluble es una bebida occidental noble, comparada con su café pueblerino. En el restaurante, si pide un café, le preguntarán: «Nescafé tou turkouli/nalekiani» ("¿Nescafé o turco? "). ". Usted elige.
Cerdo
Probablemente la carne favorita de los georgianos, que se encuentra en todos los platos emblemáticos de la cocina del país. En brochetas, rellenos, sopa, en los khinkalis... es omnipresente. Parece incluso que los georgianos musulmanes no ponen pegas para comerla. Este animal es uno de los más comunes: se pasea por las carreteras y por los pueblos, y puede representar uno de los mayores peligros para el automovilista. Especialmente en Georgia occidental, donde se verán por todas partes. El resultado es que en 2007 se produjo una misteriosa gripe porcina en el país, tras la cual cada ciudadano estaba teóricamente obligado a sacrificar a sus cerdos. La epidemia pasó como llegó, y seguirá habiendo un mañana para esos plácidos animales (en Svanetia, tienen pelo sedoso negro) para que sigan animando la vida de las calles del pueblo georgiano…
Corrupción
En el punto de mira de los debates georgianos, esta práctica ya estaba en la base del funcionamiento de la sociedad georgiana en la época soviética. Más allá de toda consideración moral, había permitido a la República Soviética un margen innegable de maniobra económica y política. Después del caos de principios de los años 1990, el presidente Shevardnadze logró restablecer un mínimo de paz social a través de un sistema de clientelismo que iba desde lo más bajo hasta lo más alto. Deshonra de una población a merced de la policía y de las elites políticas que la practicaban sin vergüenza, se convirtió en el principal caballo de batalla de los "revolucionarios de las Rosas". La lucha contra la corrupción fue el lema principal de Saakashvili, quien se apresuró en 2004 a prohibirla desde abajo. Si bien los efectos de esta política han sido reales, el asunto de la corrupción a niveles más altos, dista mucho de lograr la unanimidad: si el poder se jacta de haberla erradicado, sus detractores responden que, simplemente, la han tapado mejor. A parte del sentido estricto del término «corrupción», las relaciones de lealtad y nepotismo están firmemente arraigadas en la cultura georgiana. Un trabajador/a del teatro no le pedirá a sus amigos el tique para entrar, cuestión de honor y servicios prestados. Es difícil en estas condiciones definir dónde termina la amistad y dónde comienza la corrupción: todas las relaciones sociales en Georgia se basan en un complejo sistema de lealtades, que se encuentran más allá de las leyes escritas.
Doukani
Taberna tradicional de Tiflis, situada en un sótano. Bodega rústica convertida en establecimiento de bebidas y restaurante, a la que se accede directamente desde la calle por unas escaleras. En el Tiflis del siglo XIX, era el lugar donde transcurría la vida nocturna de la ciudad; aquí el vino corría como los ríos. El pintor Niko Pirosmani pasó aquí la mejor parte de su vida de artista y pintó sus carteles, que se volvieron legendarios. Todavía hay algunas tabernas de época, mientras que los carteles pintados por Pirosmani están más que nunca de moda en los doukanis reconstruidos y folklorizados. Pero más allá del doukani tradicional, muchos establecimientos gastronómicos de Georgia conservaron este tipo de disposición y, desde el restaurante soviético al nuevo bar de moda, muchos se encuentran en un sótano y sirven platos, vinos y licores en abundancia.
Agua mineral
Uno de los mayores orgullos económicos de los georgianos. El suelo del país está repleto de fuentes minerales, calientes y frías, que sus habitantes saben explotar desde hace tiempo. En Tiflis, las fuentes calientes se remontan a la leyenda de la fundación de la ciudad, ya que el rey Gorgasali lo habría decidido así al ver brotar agua del suelo. Los baños de azufre, una tradición pintoresca que parece tan antigua como la capital, indicados contra los reumatismos y alabados por Alejandro Dumas, son todavía una atracción importante de la ciudad. En el siglo XIX, en la época rusa, se crearon estaciones termales por todas partes, en particular en la famosa Borjomi, apreciada por Pushkin, los zares Romanov y Máximo Gorki. Las aguas minerales —las más famosas son las de Borjomi y Nabeghlavi—, son, junto con el vino, la principal exportación del país. En 2006, Rusia dio un duro golpe a la economía georgiana boicoteándola. Pero la reputación de este agua mineral acabó triunfando, ya que, gracias a la demanda de los judíos de la antigua URSS que emigraron a Israel, Borjomi exporta ahora a ese país. La gente habituada a esta agua sana, extendida por toda la Unión Soviética, no podía pasar sin ella. El agua de Borjomi es uno de los productos más exportados de Georgia.
Electricidad
Durante mucho tiempo, el enemigo número uno del hogar georgiano. Después de la caída de la URSS, las infraestructuras se colapsaron y muchas zonas del país se vieron privadas de electricidad, constantemente o durante una a varias horas al día. Hasta 2005,