siguen a continuación se corresponden, en parte, con los resultados obtenidos a partir de las investigaciones realizadas en el marco del proyecto “Políticas de desarrollo en la cuenca del río Pilcomayo: impacto social y económico en comunidades indígenas y campesinas” (Proyecto de Investigación, Ciencia y Técnica Nº 14189 (2005-2008). Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, Secretaria de Ciencia y Técnica de la República Argentina. Con lugar de trabajo en el Instituto de Ciencias Antropológicas y el Instituto Interdisciplinario Tilcara de la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires).
La temática que proponemos en este libro se enmarca teórica y metodológicamente dentro de lo que podríamos caracterizar como antropología del desarrollo, entendiendo por ello un campo específico de estudio en torno a las implicancias de los modelos y programas de desarrollo vehiculizados en ámbitos sociales y ambientales de alta vulnerabilidad en América Latina (Kottak, 1985; Hobart, 1993; Escobar, 1998; Viola, 2000). El interés en este tipo de abordaje para la antropología radica en el hecho de que, tradicionalmente, la asistencia técnico-profesional del antropólogo se concibe como una mediación entre los objetivos del proyecto y la población objeto (antropología para el desarrollo) Esta mediación implica en la mayoría de los casos la intencionalidad teórica (y política) de adecuar las expectativas del proyecto a las demandas de la población. Sin embargo, formulaciones de este tipo de carácter contractualista tienden a soslayar el hecho que los proyectos de infraestructura “para el desarrollo” tienen una funcionalidad manifiesta hacia la expansión de procesos de acumulación capitalista (en sus distintas formas), sin interrogarse el campo de posibilidades y limitaciones de dicha funcionalidad para con el mejoramiento de la calidad de vida de la población objetivo. La perspectiva planteada, por el contrario, toma como objeto de estudio a los propios proyectos y sus impactos sociales (en un sentido amplio) para una intervención crítica que aporte al seguimiento y evaluación de los mismos en función de la dinámica productiva y reproductiva de la población.
La cuenca del Pilcomayo involucra tres ámbitos problemáticos específicos. La cuenca alta, que abarca desde el nacimiento del río hasta la localidad de Villamontes, en Bolivia, afectada principalmente por la producción minera y la construcción de represas. La cuenca media, en la cual el río pasa a ser de llanura y se configura como referencia limítrofe entre Bolivia-Argentina y Paraguay-Argentina (provincia de Salta), afectado por la construcción del puente internacional Misión La Paz-Pozo Hondo en el marco de la ruta transchaco (abarca desde la localidad anterior hasta la localidad de María Cristina, cercana al límite entre las provincias de Salta y Formosa). La cuenca baja (provincia de Formosa, límite con Paraguay), donde el río se ha transformado en un bañado creciente, y afectado recientemente por la construcción de canales de regulación del curso del río y la instrumentación del Programa DIRLI (Desarrollo Integral de Ramón Lista), cuyo objetivo central ha sido la construcción de quinientas viviendas para distintas comunidades indígenas de la provincia de Formosa. Estos tres proyectos adquieren especial interés, dada la existencia actual de un “Plan Maestro” tendiente a ordenar las políticas hacia la cuenca.
La experiencia de nuestro equipo y de otros afines indica que este tipo de intervenciones, contemplan por lo general proyectos exclusivamente instrumentales (en este caso de infraestructuras) y conciben en forma genérica o marginal el análisis del conjunto de variables intervinientes en la evaluación del potencial impacto social y económico. Esta limitación inscripta en los mismos diseños de los programas, se expresa en lo general a partir de una serie de relevamientos censales y estadístico-descriptivos sobre población y, en lo marginal, mediante la incorporación de modalidades de “participación” de la población local en distintos momentos de los programas en cuestión. Independientemente, de la discusión sobre el sentido de la noción de participación y de las prácticas que se generan con ese objetivo –uno de los temas de análisis del proyecto–, nos interesa señalar la prácticamente inexistente sistematización en torno al valor de producción y reproducción social de aquellas economías, de manera tal que sea factible abordar con mayor alcance heurístico que el descriptivo las mediciones sobre el impacto de los emprendimientos encarados. Así, por ejemplo, priorizar el posible impacto positivo del uso del recurso hídrico teniendo como horizonte una posible expansión de la frontera agraria frente a un impacto negativo sobre la dinámica del recurso pesquero (en el caso descripto, uno de los principales recursos alimentarios de los pobladores de la cuenca media y la baja) no debe partir de una evaluación abstracta del valor potencial de uno y otro recurso, sino que debería incluir modelos de análisis tales como el impacto sobre la capacidad de reproducción de las economías domésticas y el empleo, los sistemas de intercambio específicos de bienes involucrados en dichas economías, la relación entre capacidad reproductiva y retentiva de la economía doméstica respecto al empleo en la economía capitalista agraria regional, entre otras.
Las investigaciones antropológicas orientadas al estudio del impacto de grandes obras desarrollados en nuestro medio reconocen como antecedente inmediato, los trabajos producidos por el equipo integrado por Leopoldo Bartolomé, Marita Catullo, Alejandro Balazote y Juan Carlos Radovich en Argentina, Silvio Cohelo Dos Santos, Aneliese Nacke, María José Reis y Neusa María Sens Bloemer en Brasil (Cohelo Dos Santos y Nacke, 2003; Balazote, Catullo y Radovich, 2001). Estos estudios han estado orientados al análisis de los impactos sociales producidos por grandes represas hidroeléctricas (Yaciretá, Piedra del Águila, etc.) y referidos principalmente a los impactos de la relocalización de población. Nuestro proyecto recoge la experiencia de estos trabajos aunque se reconoce en una problemática distinta.
Los proyectos de infraestructura a los que se hace referencia no implican grandes represas que promuevan programas de relocalización de población. Por el contrario, el “drama social” que reconoce la intervención mediante obras son las cíclicas inundaciones que se producen por las específicas configuraciones tanto del Pilcomayo como del Bermejo. La construcción de represas en estos ámbitos ha sido, hasta el momento, técnicamente desechadas, salvo para el caso de algunas obras de contención de la enorme carga de sedimentos que estos ríos transportan (aunque también tales emprendimientos tienen aspectos técnicos aún no resueltos). Por ejemplo la represa de Caipipendi en la cuenca alta del Pilcomayo, alentada por el gobierno boliviano y que implicaría una inversión de 800.000.000 dólares se encuentra en la actualidad suspendida por los informes técnicos desfavorables elaborados hasta el presente. La enorme carga de sedimentos implica una vida útil limitada de ese emprendimiento por su rápida colmatación y los costos que demandaría su mantenimiento permanente. Precisamente, a partir de este interés del gobierno boliviano es que se integró a dicho país en la Comisión Trinacional ejecutora del denominado “Plan Maestro”. Lo expresado no implica presuponer que el megaproyecto no se realizará, ya que dicho tipo de decisiones es por lo general el producto de complejas relaciones económicas, políticas, financieras que escapan a su control teórico-metodológico por parte de nuestro equipo. Se trata, no obstante, de partir de la experiencia obtenida hasta el presente la cual nos permite hacer visibles otros emprendimientos que, precisamente, al no ejecutarse la gran obra se instrumentan con otros objetivos por parte de las agencias intervinientes.
A partir de lo planteado anteriormente, los proyectos descriptos pueden concebirse inicialmente como el resultado de la inviabilidad técnica de los proyectos de represas hidroeléctricas y pretenden apuntar no a una relocalización poblacional sino por el contrario al “mejoramiento de las condiciones de vida” en dicho ambiente. La dinámica de las comunidades y economías domésticas, que basan sus actividades productivas y reproductivas en el usufructo de los recursos de la cuenca (recolección, pesca, caza) combinando con empleos estacionales privados (mano de obra estacional en distintas cosechas y según la zona) y estatales, está basada en “prácticas” y habitus (Bourdieu, 1977) que hacen al manejo de las fluctuaciones del río y de los recursos del ambiente al igual que las modalidades de asentamiento, formación de comunidades, relaciones de reciprocidad e intercambio, etc. (Metraux, 1937, 1946, Trinchero, 1992, 2000; Trinchero y Piccinini, 1992; Monsalve y Fraguas, 1992; Gordillo, 1993, 1994, 1995).
En este sentido, es indispensable repensar cómo se manifiestan los impactos de dichos proyectos de desarrollo en las poblaciones locales. Estos procesos de intervención alteran las dinámicas de reproducción de las economías domesticas (tanto indígenas como criollas),