de bolsa... Pero todo lo que quería era mi té. No me importaban esos otros alimentos ni la gente que se llenaba la boca con ellos en la mesa de al lado. La batalla había sido larga y dura, pero la había ganado. Había cambiado un hábito destructivo (comer comida basura) por otro inocuo (beber té verde).
El ayuno me ha devuelto el control sobre mi cuerpo. Ni siquiera puedo describir la medida en que este hecho me empodera. Una parte de mí aún se pone triste de vez en cuando por el hecho de que tuve que lidiar con ese tema. Una parte de mí está enojada con el mundo por el estado de nuestro sistema alimentario en su conjunto. Lo que me apacigua es saber que puedo hacer algo al respecto y que puedo enseñar a otros a hacer lo mismo que hice yo, también con éxito.
Un médico joven al que conozco llevaba muchos años luchando contra la obesidad, y finalmente perdió algo de peso gracias a seguir una dieta baja en carbohidratos. No alcanzó su peso ideal, pero se sintió feliz al ver que tenía cierto éxito. Sin embargo, desafortunadamente, aún no podía resistirse a los alimentos poco saludables.
Después de pasar una semana conmigo y de ver todas las formas en que el ayuno había beneficiado a mis clientes, se sintió motivado a intentar realizar un ayuno de siete días, consistente, como habrás adivinado, en no comer durante toda una semana. Comenzó su ayuno sin muchas dificultades, pero le intranquilizaba el problema que sabía que tenía con el hambre. Le dije que no se preocupase y que tuviese paciencia. Cuando lo vi, para hacerle un seguimiento, justo después de que hubo finalizado el ayuno, me dijo lo siguiente, sonriendo: «Por primera vez en mi vida he rechazado comida porque no la quería. No me abstuve porque estuviese ayunando; realmente no tenía hambre. ¡Mi apetito disminuyó! Megan, nunca había rechazado la comida de esta manera».
Cada día atiendo a clientes que tienen este tipo de experiencia. Entran en mi consulta y lloran porque por primera vez en años sienten que tienen el control de su cuerpo. Puedo ver el cambio en su postura. Están más altos y tienen el pecho y la cabeza más erguidos. ¡Incluso parecen tener los ojos más claros! Presenciar este tipo de cambio es lo que me alegra más el día.
Cómo acabar con el hábito del hambre
El hambre suele estar asociado con las horas del día en las que estamos acostumbrados a comer, a un lugar o a una ocasión. Aquí tienes algunas maneras fáciles de interrumpir la respuesta condicionada al hambre:
1 Come en la mesa solamente. No comas en tu escritorio. No comas en el coche. No comas en el sofá. No comas en la cama. No comas durante las clases. No comas en el cine ni en los eventos deportivos.
2 Si tienes la tentación de comer a cierta hora del día, por ejemplo a las tres y media porque siempre meriendas a las tres y media, programa una alarma para que suene a esa hora. Cuando suene la alarma, bebe un vaso de agua o una taza de té en lugar de comer. Lo más probable es que te sentirás lleno.
3 Cuando estés en un avión, ponte los auriculares cuando pase la azafata y rechaza los refrigerios que te ofrezca.
1 En esta obra, almuerzo hace referencia a la comida principal del mediodía. (N. del T.)
2 El autor se basa en el horario típico estadounidense. Es muy posible que las horas de referencia no sean las mismas en otros países. (N. del T.)
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