del Nuevo Testamento
Como sea, Satanás no admitió fácilmente su derrota. Continuó hiriendo el talón de la iglesia de Cristo en otras maneras. La iglesia del Nuevo Testamento encontró la victoria en Cristo solo a través del mismo sufrimiento y las mismas heridas que experimentó el Salvador. Los Hechos nos narran la forma en que Satanás llevó problemas a la iglesia al persuadir a Ananías y Safira para romper la paz de la iglesia con una mentira (Hechos 5:3). Satanás tentó a los miembros de la iglesia en Corinto para que dejaran de controlarse en asuntos sexuales (1 Corintios 7:5). Satanás tentó a Pablo, infligió en él “un aguijón en mi carne” (2 Corintios 12:7) y evitó que Pablo viajara a Tesalónica (1 Tesalonicenses 2:18). Satanás persiguió a los creyentes en Esmirna (Apocalipsis 2:9-10) y engaña a las naciones de la tierra (Apocalipsis 20:7-8), disfrazándose de un ángel de luz para conseguir sus propósitos (2 Corintios 11:14). Sus demonios fungen como agentes de la apostasía (1 Timoteo 4:1-3), y son promotores del inicuo y del espíritu del anticristo (2 Tesalonicenses 2:9; Apocalipsis 2:18-29; 9:1-11).
A lo largo de toda la oposición de Satanás, la iglesia ha seguido avanzando. A pesar de contratiempos temporales, las puertas del infierno no prevalecerán contra ella, porque Jesús es más poderoso que Satanás.
Capítulo 4
Satanás en la Historia de la Iglesia
La batalla de la iglesia contra Satanás no terminó con el libro de Apocalipsis Satanás ha seguido trabajando dentro de la iglesia y fuera de ella. Sembró las semillas de corrupción, herejía, contienda y cisma en la iglesia visible. Y al paso de los siglos ha instigado olas de persecución contra la iglesia.
Satanás presidió el aumento de los prelados, en tanto el clero buscaba aumentar sus poderes y dominio con los cargos de obispos, arzobispos, patriarcas y papas. Satanás fomentó el incremento de la superstición sobre los sacramentos, incluyendo la regeneración bautismal, la transubstanciación, y la sustitución de la masa en la Cena del Señor. Alentó la introducción de prácticas paganas en la adoración cristiana, como el uso de vestimentas de los sacerdotes romanos paganos, o la adoración de imágenes, crucifijos, estatuas y reliquias de los santos. Satanás inspiró a muchos a aceptar una falsa instrucción sobre la Trinidad, la naturaleza y persona de Cristo o el canon de la Sagrada Escritura, sin mencionar las falsas ideas sobre la vida por venir, como el “purgatorio” y el “limbo”. La corrupción de la iglesia visible y el levantamiento de la falsa iglesia fueron, en gran medida, obra de Satanás.
Mientras las una vez florecientes iglesias del Medio Oriente y África del Norte se volvieron cada vez más débiles y corruptas, Satanás lanzó un contraataque, inspirando las visiones y adivinaciones de un falso profeta, llamado Mahoma, instando a las tribus árabes a seguirlo como un ejército en campaña para sembrar por la fuerza la religión del Islam en todo el mapa del viejo mundo. La iglesia cristiana fue derrumbada en muchos lugares. Hoy en día, tras un largo periodo de sueño, el islamismo, sobre todo en sus elementos radicales, ha sido levantado otra vez por Satanás para propagar la oscuridad en nuevas tierras y para fomentar un nuevo reino de terror en todo el mundo.
Satanás, trabajando a través de las autoridades civiles, ha lanzado olas de persecución contra la iglesia desde tiempos antiguos, a lo largo de la Reforma, el Gran Despertar, los tiempos de avivamiento, y durante el siglo XX, en el que más cristianos murieron por su fe que en todos los siglos anteriores juntos. La marca de Satanás estuvo presente el levantamiento del “nacional socialismo” de Hitler en Alemania, que se enfocó en destruir a judíos y cristianos, y en el largo reinado de terror contra los cristianos de Rusia, Europa Oriental y China a través de un marxismo ateo o del “socialismo internacional”. Con todo, los tiempos de persecución severa han resultado ser frecuentemente los tiempos de mayor bendición para la iglesia. Tertuliano comparó correctamente a la iglesia con un campo de siega: “Entre más frecuente sea cortado, más crece”. La historia de la iglesia confirma que la sangre de los mártires ha sido la semilla de la iglesia.
Conceptos acerca de Satanás
La forma en que Satanás se ha visto ha variado con los siglos. La Iglesia Antigua y la Medieval desarrollaron con frecuencia conceptos excesivos y un tanto caprichosos de Satanás, y alentaron crecientemente el oficio de exorcistas. Orígenes, el primer teólogo sistemático de la iglesia, dijo que Lucifer (Isaías 14:12-15) fue el Satán que se rebeló y cayó del cielo debido a su orgullo, pero que aún así Dios le ofreció su misericordia. Agustín estaba de acuerdo con que Satanás era Lucifer, pero rechazó la idea caprichosa de Orígenes al respecto de que Satanás pudiera reconciliarse con Dios. Agustín creía que los demonios incitan a la gente a cometer crímenes y maldades, poseen considerables conocimientos y son capaces de atacar a la gente. Tomás de Aquino creía que Satanás fue una vez el más grande ángel quien por su orgullo, cayó inmediatamente después de la creación, seduciendo a quienes lo siguieron para convertirse en sus súbditos.
Martín Lutero atribuía mucho a los demonios, aunque rechazaba los excesos de la iglesia medieval. Particularmente habló en contra del oficio de exorcista, que fue establecido a principios de la historia del cristianismo y llegó a su clímax a finales de la Edad Media. Lutero dijo que, contrario a Cristo y los apóstoles, “no podemos repeler los espíritus malignos de nosotros, y no debemos siquiera intentarlo” (Leahy, Satan Cast Out [Satanás Echado Fuera; Editorial Perigrino], p. 113). Lutero creía, sin embargo, que los demonios infestan “los bosques, el agua, los pantanos y los sitios desiertos” y que continuamente “conspiran contra nuestra vida y nuestra guerra” (Table Talk [Conversaciones Durante la Comida], p. 172). Empero, cuando se cree y se ora sobre ella, la palabra es suficiente para contener a Satanás. “El diablo odia la palabra de Dios más que cualquier otra cosa”, escribió Lutero (Luther’s Works [Obras de Lutero], comentario sobre Salmos 94:6). En su himno, ‘Castillo Fuerte es Nuestro Dios’ escribe:
Aunque estén demonios mil, prontos a devorarnos,
No temeremos porque Dios sabrá cómo ampararnos.
Aun muestre su vigor Satán y su furor,
Dañarnos no podrá,
Pues condenado es ya por la Palabra Santa.”
(Himnario Bautista de la Gracia, PFG, pg. 70).
Juan Calvino refutó a los que “hablan de los diablos como nada más que emociones malvadas” al señalar textos que prueban la existencia de Satanás y sus demonios. Afirmó que las enseñanzas de la Escritura sobre Satanás y sus demonios deberían alertarnos “para tomar precauciones contra sus estratagemas” (Institución de la Religión Cristiana, 1.14.13–19), especialmente al ataviarnos con fe, oración y todas las demás piezas de la armadura de Dios que Pablo expone en Efesios 6:10-18. Sin embargo, como Lutero, Calvino habló en contra de los excesos católicos romanos concernientes a la actividad demoníaca; evitó las supersticiones del momento e incluso visualizó la posesión demoníaca como una realidad actual.
Los Puritanos enfatizaron particularmente la forma en que Satanás imita la obra del Espíritu Santo. Reflexionando sobre el Gran Despertar de la década de 1740, Jonathan Edwards escribió: “…para Satanás es fácil reproducirlas. Si puede sugerirles a los hombres pensamientos, también les puede sugerir imágenes. Sabemos del Antiguo Testamento que los profetas falsos recibían sueños y visiones de espíritus falsos; véase Deuteronomio 13:1-3, 1 Reyes 22:21-23, Isaías 28:7, Ezequiel 13:1-9, Zacarías 13:2-4. Si Satanás puede imprimir en la mente estas ideas imaginarias, no pueden servir entonces de evidencia de que Dios es quien está obrando.” (Afectos Religiosos, pg. 51).
La actividad demoníaca no es coherente con la percepción moderna del mundo y por ello ha sido marginada o, en muchos casos, negada. Siguiendo el naturalismo de los siglos XIX y XX, los cristianos liberales y neo-ortodoxos rechazaron la existencia literal de Satanás como una superstición primitiva. Uno de esos escépticos, Rudolf Bultmann, escribió: “Es imposible utilizar luz eléctrica y preciarnos de los modernos descubrimientos médicos y quirúrgicos, y creer al mismo tiempo en el mundo de demonios y espíritus del Nuevo