nación, así que dijo: “¡Vamos a la luna!” Retó a los Estados Unidos con un sueño de ascender, ir más allá y hacerlo mejor. La nación adoptó esta meta y la alcanzó en 1969.
Quienes están en posición de liderazgo más que todo necesitan desarrollar estas características para aprender estas frases y practicar el arte de ser positivo. El liderazgo es una de nuestras mayores falencias. Necesitamos personas que se pongan de pie y hagan el trabajo, cualquiera sea éste. Los líderes tienen el poder de ser ejemplo para el resto de nosotros.
También sé por experiencia que la gente tiene la capacidad de trabajar unida para crear una atmósfera positiva en su comunidad. Las personas positivas en mi ciudad natal de Grand Rapids han ayudado a liderar un asombroso progreso en los últimos tiempos. Hace unos años me dirigí a una audiencia durante la cena de apertura de nuestro centro de convenciones. Les recordé que vivíamos en el clima propicio. Seguramente los sorprendí porque esa noche estaba nevando y helando. Pero no me refería al clima. Hablaba de un ambiente de personas positivas que trabajan juntas para que su comunidad siga mejorando. Juntos habíamos construido ese maravilloso centro de convenciones: líderes comunitarios habían inculcado la visión, el gobierno y donantes habían proporcionado el dinero, comerciantes habían suplido la mano de obra calificada, incluso aquellas personas cuyo papel menor podría ser pasado por alto, un equipo de meseros muy capaces y talentosos, repartieron de forma eficiente una deliciosa cena caliente a cada uno de los dos mil quinientos invitados.
Aún más allá de nuestras comunidades, ciudadanos con una actitud positiva podrían tener el mismo impacto en nuestra nación e incluso en nuestro mundo. Si todo el mundo en este país comenzara a tener una actitud positiva, a buscar el bien y a intercambiar halagos en lugar de quejarse y encontrar culpables, se generaría un dramático cambio social, uno en el que nos animaríamos unos a otros. Trabajaríamos más, pensaríamos mejor, tendríamos más ideas, soñaríamos más grande, haríamos contribuciones mayores, y nos sentiríamos mejor con nosotros mismos y con nuestro mundo. Nuestro país y nuestra sociedad sufren cuando no sabemos encontrar el bien en ninguna parte o en nadie. Nuestro congreso y nuestro presidente deben tener algunas buenas ideas y deben estar haciendo algo bien. Pero parece que a los políticos de ambos lados del pasillo les resulta difícil decirlo. Cuando evitamos el debate o la crítica constructiva y en lugar de eso nos ponemos etiquetas despectivas los unos a los otros, desarrollamos una cultura incapaz de usar frases positivas.
Me encantan los versículos de Filipenses 4:7-9 (NVI): “Consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio”. ¡Piensa en cómo sería nuestro mundo si todos tomáramos a pecho esas palabras! Es por eso que quise escribir este libro y es la razón por la cual pienso que un mensaje positivo es importante en el mundo de hoy.
Pensé que una forma sencilla para estimular una actitud positiva sería ofrecer algunas de estas frases poderosas para personas positivas. Nada profundo o trascendental, pero eso es lo que lo hace hermoso. Estas usuales y modestas frases contienen un poder escondido que, cuando es liberado, cambia vidas de manera profunda y benéfica. Pero este libro va más allá de las frases. Nuestra decisión de vivir con una actitud positiva puede cambiarnos, y así mismo hacerlo con nuestra comunidad, e incluso a toda nuestra nación y al mundo. De verdad creo que es hora de un avivamiento en nuestro país. Necesitamos un cambio de actitud hacia el pensamiento positivo y acciones positivas que logren sanar relaciones y unirnos para un bien común.
Como esos inspiradores presidentes de los Estados Unidos y los grandes líderes, también tú estás en la capacidad de mejorar las condiciones cuando estimulas a las personas y las inspiras a hacer más. Firmemente creo que el mensaje de este libro es de vital importancia para nuestra sociedad actual. Cada comunidad necesita personas que sepan alentar, estimular y animar. Son estas personas las que hacen que el mundo gire. ¡Tú puedes ser uno de ellos!
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“Estoy
equivocado”
Elegí comenzar con ‘”Estoy equivocado” porque es la frase más difícil de decir y reconocer con genuina sinceridad. Es duro admitir cuando estamos equivocados, incluso ante nosotros mismos, y aún más difícil decirlo en voz alta, “Estoy equivocado”, en especial a aquellas personas que más nos importan o a quienes queremos importarles mucho. Aprendí esa lección hace muchos años cuando mi esposa Helen, fue programada para una cirugía de catarata. El médico dijo que ella podía llegar en la mañana y volver a casa el mismo día de su cirugía. Eso me pareció bien. Pero Helen dijo, “No, no quiero apresurarme, quiero llegar la noche anterior. Quiero estar allá, relajarme y que me cuiden, y no quiero tener que levantarme y tener afanes en la mañana antes de tener mi cirugía de ojos”.
Pensando sólo en la inconveniencia para mí, murmuré y me quejé por el tiempo extra y el costo por ella tener que pasar ahí la noche. Pero Helen ingresó la noche anterior y al día siguiente el médico dijo que yo podía entrar y ver la operación; fue así como pude observar por medio de un dispositivo de aumento a medida, que el cirujano delicadamente extraía el viejo lente y creaba una estructura para el nuevo lente artificial. Mientras veía ese intrincado proceso entendí que esto era algo muy delicado. Me golpeó entender por qué Helen necesitaba estar descansada y emocionalmente relajada. Yo estaba pensando sólo en la conveniencia de ingresar y salir lo más pronto posible. Después de su cirugía me disculpé con Helen, le dije que yo estaba equivocado y que ella tenía razón. Además he tenido que hacerlo muchas veces, porque ella es una dama brillante, y yo he estado equivocado algunas veces más en mi vida. Pero por lo menos estoy aprendiendo que si desde un comienzo somos más sensibles a las perspectivas de otros, es menos probable que nos metamos en situaciones en las que tendremos que decir que estamos equivocados.
Decir “estoy equivocado” no significa nada a menos que salga del corazón, no sólo de nuestros labios. Eso a menudo requiere un cambio genuino y profundo en nuestro interior, porque necesitamos aceptar que podemos estar equivocados. Así duela admitirlo, necesitamos entender que sencillamente es inherente a la naturaleza humana y todos cometemos errores. También debemos entender que podemos hacer un impacto positivo en la vida de otros cuando admitimos que estamos equivocados.
Admitir abiertamente un error sirve como ejemplo de nuestra propia disposición a cambiar e inspira a otros a cambiar de forma positiva. Admitir que estábamos equivocados o que nuestra manera de pensar era equivocada genera un impacto positivo. “Estoy equivocado” son dos pequeñas palabras que ayudan a mejorar nuestra propia actitud positiva. Todo es parte de este cambio en nuestra decisión de crear una atmósfera positiva en lugar de una negativa. Si has estado equivocado, ¡dilo!
Me temo que es muy fácil recordar ejemplos de organizaciones que crean entornos negativos porque nadie está dispuesto a decir “¿Sabes?, puede que me haya equivocado al respecto. ¡Tienes toda la razón!” ¿Cómo sonaría eso en una negociación de integración o durante un debate en el congreso, o en la hora de la cena después de una discusión familiar? Por experiencia sé que admitir eso saca mucho del aire negativo de la burbuja.
Admitir que se está equivocado es especialmente difícil para personas en posición de liderazgo. El líder se supone que debe ser el visionario, la persona brillante que cubre todos los ángulos y señala el camino para aquellos que están mejor equipados para seguir que para liderar. Desafortunadamente, incluso los líderes a veces deben admitir que están equivocados. Siendo cofundador de mi compañía esa realidad me impactó. Yo proponía un nuevo método o presentaba un nuevo producto, confiado de haber visto todos los ángulos posibles. Alguien decía: “¿Pensó en esto? ¿O esto?” “Ah, seguro, seguro. Desde luego”, era mi respuesta inicial. Pero al pensarlo de nuevo, la realidad podía ser que yo no había pensado en eso. ¡Lo había ignorado por completo! Alguien con un punto de vista diferente al mío había notado algo que yo no había tenido en mente para nada.
Este tipo de situación plantea una elección: cuidar tu orgullo cubriéndote a ti mismo, y no admitir tu equivocación, o simplemente decir, “¡Tienes razón! ¡Estoy equivocado! De alguna manera ignoré eso”. La habilidad de admitir que estabas equivocado te permite corregir errores y trabajar en equipo