vvaa

Albania


Скачать книгу

por todo el campo y en los bordes de las carreteras, principalmente en el litoral y en las zonas fronterizas. La mayoría de estos vestigios de la época comunista fueron construidos en la década de 1970, después de que Albania se hubiera retirado del Pacto de Varsovia. Estaban destinados a proteger al país de una posible invasión. Abandonados, algunos han sido reconvertidos en lugar de almacenamiento de alimento para el ganado, otros en restaurantes y, a menudo, sirven de lugar de fiesta para la juventud. Actualmente, son una fuente de ingresos nada despreciable: una vez dinamitados, se podrían conseguir hasta 200 euros vendiendo el hierro y el acero del hormigón armado.

      Gëzuar

      Literalmente «a tu felicidad». Una expresión muy común en la vida cotidiana, generalmente, utilizada durante la pausa para el café o en cualquier otro consumo de bebidas, alcohólicas o no. En resumen, una palabra que tiene que recordar, si le invitan a compartir un momento de ocio con un albanés.

      Iliria

      La propaganda de las dictaduras de Zog y Hoxha dejó sus huellas: muchos albaneses están convencidos de ser descendientes directos de los ilirios. De hecho, esta civilización, poco conocida, ha estado presente en los Balcanes occidentales hasta la conquista romana. Es un poco lo que son los galos para los franceses: unos primos muy antiguos. Porque, desde hace más de dos milenios, las invasiones han transformado profundamente las creencias, el patrimonio genético, la cultura y la lengua de los habitantes de esta área geográfica.

      Kadaré (Ismail)

      Novelista, poeta y ensayista, Ismail Kadaré es uno de los escritores contemporáneos más importantes. Y es, sin duda, el autor albanés más leído en el extranjero. Sus obras han permitido a los occidentales descubrir Albania o, al menos, no olvidarla por completo. Nacido en 1936, en Gjirokastra, estudió letras en la Universidad de Tirana, luego en el instituto Gorki de Moscú, entonces caldo de cultivo de escritores y críticos. Su primera novela, El general del ejército muerto (1963), en la que trabajó durante más de cinco años, supuso su consagración internacional. Publicada en Francia en 1970, se traducirá a una treintena de idiomas. Gracias a él, Occidente descubre un país encerrado y aislado. A pesar de los riesgos, consigue transponer la realidad política de su país en relatos épicos o antiguos y salvar las leyes de la censura. En Albania, su reputación está empañada por su relación ambigua con Enver Hoxha y su «fuga» a la caída del comunismo a Francia, donde se exilió durante un tiempo. Miembro de la Academia de Ciencias Morales y Políticas desde 1996 y oficial de la Legión de Honor en 1998, Ismail Kadaré recibió, en junio de 2005, el prestigioso premio Man Booker International, entre una selección de escritores mundialmente conocidos como Milan Kundera, Saul Bellow o Gabriel García Márquez. Desde entonces, ha recibido el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2009, otro de los galardones literarios internacionales más importantes y el Premio Jerusalén en 2015. Su última novela, Matinées au Café Rostand, se publicó en 2017.

      Kanun

      Durante siglos, gran parte de Albania se ha regido por una ley consuetudinaria conocida por su nombre bizantino kanun. Este código, formalizado y redactado en el siglo XV, regulaba todos los aspectos de la vida: la familia, el matrimonio y el trabajo. En particular, permitió limitar los crímenes de venganza que destruían familias enteras o incluso toda la población de un mismo pueblo. Según este código, la pérdida de una vida solo puede compensarse con otra vida: es la vendetta, en albanés gjakmarrja, «deuda de sangre». Preocupa que este código, que se ha convertido en una especie de costumbre, siga vigente en la parte norte de la zona de habla albanesa. Aunque severamente reprimido por los regímenes dictatoriales sucesivos, el kanun nunca desapareció completamente. Incluso experimentó un nuevo impulso tras la caída de la dictadura comunista a principios de los años 1990. La vendetta afecta todavía hoy a muchas familias y la justicia albanesa se aplica para luchar contra sus excesos, especialmente, a través de las comisiones locales de reconciliación.

      

      Mercedes

      QEPARO - Antiguo Mercedes en Qeparo.

      © Béranger THIBAUT

      Antes de la década de 1990, los vehículos eran muy escasos, solo se habla de 2.000 coches. Aquí no había una marca nacional, como en Rumanía (Dacia), Polonia (Lada), Yugoslavia (Zastava) o Alemania del Este (Traban), por ejemplo. Durante mucho tiempo, el Mercedes fue el coche preferido de los albaneses. Los hay de todas las épocas y modelos, desde el antiguo 200 D hasta el 4x4 más reciente, pasando por las numerosas furgonetas transformadas en minibuses o los sedanes que sirven de coches de autoescuela. Los antiguos 200 D son especialmente populares. Son sencillos y robustos, fáciles de reparar en los garajes locales que disponen de piezas de ocasión o incluso en casa. No es raro encontrar vehículos de más de 500.000 o incluso de un millón de kilómetros. Además de su robustez, el gran diámetro de las ruedas los convierte en vehículos idóneos para el estado de determinadas carreteras albanesas y no es raro encontrarlos en los caminos pedregosos de montaña. Si el Mercedes sigue siendo el rey de las montañas y el campo, el parque automovilístico evoluciona rápidamente en Tirana donde los atascos son similares a los de cualquier capital europea. Y las ventas de automóviles de grandes cilindradas y de 4x4 no dejan de aumentar.

      Montañas

      Albania es un país montañoso. La altitud media es de 708 m y el punto más alto del país, el monte Korab, tiene 2.751 m. Las montañas albanesas son relativamente jóvenes y forman parte de los Alpes Dináricos, prolongación al sudeste de la gran cadena de los Alpes. Compactas y, a menudo, de difícil acceso, han servido durante mucho tiempo de refugio al pueblo albanés tanto contra las enfermedades endémicas de las llanuras, como contra los invasores. Hoy en día, la gran mayoría de los albaneses vive en las llanuras cercanas a la costa.

      Rakia

      El rakia es uno de los alcoholes más consumidos del país. Generalmente destilado a partir de zumo de uva, este aguardiente se toma como aperitivo, digestivo y también por la mañana, con el café. Los albaneses también lo hacen con moras o, en algunos pueblos, con ciruelas. El raki está a la venta en la mayoría de las tiendas de alimentación, pero los mejores son los caseros. Se fabrica en un kazan, un caldero de cobre cuya calidad de fabricación afecta a la calidad del raki. La región entre Golem y Rrogozhina (Albania central) es famosa por la fabricación artesanal de estos calderos.

      Skanderbeg

      Skanderbeg, cuyo verdadero nombre es Gjergj Kastriot Skanderbeg, es el héroe nacional de los albaneses. Después de haber sido entrenado por los otomanos, luchó contra ellos, durante casi veinticinco años, con tal heroísmo que su fama traspasó las fronteras. Antonio Vivaldi compuso en su honor una ópera, Scanderbeg, y Pierre de Ronsard le dedicó un poema, al igual que el poeta americano Henry Wadsworth Longfellow. Pero fue sobre todo la propaganda comunista la que se apoderó del mito convirtiéndolo, aún hoy, en un símbolo del nacionalismo albanés. Además de las numerosas estatuas erigidas en su memoria que adornan las plazas de las grandes ciudades del país, tiene un museo dedicado, creado por la hija de Enver Hoxha, en Kruja.

      Qué hacer / Qué no hacer

      A veces las costumbres albanesas resultan difíciles de desentrañar. Los habitantes del país, afables y tolerantes, pueden cambiar de actitud de forma repentina si se violan algunas reglas tácitas.

       Alcohol – No se peocupe por beber, incluso con albaneses musulmanes. La mayoría de ellos también beben alcohol. Pero todos, cristianos y ateos incluidos, aceptan mal los estados de embriaguez. Las reacciones pueden ser violentas.

       Prostitución – Muy extendida, es practicada principalmente por jóvenes mujeres extranjeras, explotadas por sórdidas redes mafiosas. En virtud de un contrato con un empresario local, no es raro que un inversor extranjero reciba un «regalo en especie».