Loida Primo

Gladiador o esclavo: tú decides


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a pesar de las circunstancias. Con él aprendí todo lo fundamental, con él sufrimos tanto dolor y compartimos tanto amor. Le estaré eternamente agradecida por ser su hija, por la confianza que depositó en mí, por haberme dado una gran responsabilidad que, sin entenderla cabalmente al principio, acepté por amor. Siempre íntegro, siempre sincero, fue mi mayor cómplice. Los hijos no aprenden discursos, aprenden ejemplos, su vida entera fue y sigue siendo mi gran ejemplo.

      En este libro he procurado mostrar a mi padre como el hombre que fue y llevo en mi corazón: temperamental, inteligente, intuitivo, miedoso, valiente, buscador de soluciones por la salida lateral.

      Fue un gladiador por excelencia, que opuso a las dificultades y acechanzas de la vida sus mejores virtudes: tesón, lucha, constancia, visión, creatividad, imaginación, carisma y su inmensa capacidad para soñar y hacer realidad esos sueños. Espero haberme aproximado algo a tu grandeza.

      Gracias Aita.

      En 1925, en una sesión de análisis que Marie Bonaparte hizo con Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, le dijo: «la gran pregunta sin respuesta a la cual yo mismo no he podido responder, a pesar de mis treinta años de estudio del alma femenina es la siguiente: ¿qué quiere la mujer?» La pregunta siguió sin respuesta casi cien años después. Con mayor o menor fortuna, han intentado contestarla científicos, psicólogos, filósofos y pensadores. Pocos han dado en el clavo. La respuesta, como nosotras, es sencilla y complicada a la vez. ¿Qué quiere la mujer? Lo quiere todo.

      Entre otras cosas soy mujer, hija, madre, empresaria, esposa, hermana, conferenciante, mentora, amiga, apasionada, cómplice, vendedora, motera, surfera, apneista, cantante, amante, emprendedora, luchadora, competitiva, sibarita, caprichosa, generosa y todo lo consecuente que este mundo me permite ser. Soy «gladiadora» y no esclava de mis circunstancias.

      En todo quiero ser la mejor y si no lo logro, no importa, porque el esfuerzo habrá valido la pena. Como decía mi padre, «el éxito es intentar» y eso nunca dejo de hacerlo. Todo lo vivo con pasión, no concibo nada sin ella.

      Don Carlos, mi padre, mi aita (como decimos en euskera), mi referente, mi mentor, es la persona que más influyó en mi vida, en mi carrera profesional y en lo que voy siendo. Aunque ya abandonó el plano físico, de alguna manera sigue guiándome y yo continúo encontrándolo a cada paso. Cuando amas a alguien como yo le amo a él, nunca desaparece ni de tu vida ni de la de los tuyos, está presente en cada momento. Él también habla en este libro.

      Como mujer que soy y que lo quiere todo, he estado obligada a adoptar varias personalidades, pues cada uno de los múltiples aspectos de la vida y del conocimiento que me interesan requieren de una aproximación especial. No hay en esto patología alguna, porque esas personalidades son fruto de una decisión consciente y funcional. Solo tres de esas personalidades van a expresarse en este libro bajo estos títulos:

      • Lo que don Carlos me contó. Las enseñanzas de vida y negocios que mi padre me brindó.

      • Lo que yo viví.

      • Las enseñanzas de Mr. Johnson.

      Las dos primeras se entienden por sí mismas, no requieren mayores aclaraciones.

      Mr. Johnson sí, aquí va:

      Mr. Johnson fue un hombre real, y me valgo de él para reflejar la parte más teórica, o también podríamos decir didáctica, que contiene este libro. Johnson fue un matemático financiero de gran renombre. Sus conocimientos y habilidades para detectar oportunidades de inversión eran reconocidas por muchos empresarios que buscaban su asesoramiento. Desafortunadamente le diagnosticaron un tumor cerebral que debía ser extirpado quirúrgicamente para salvar su vida. La operación quitó el tumor, pero también se llevó la parte del cerebro que regula las emociones. Johnson perdió toda capacidad emotiva. Se convirtió en un tipo frío, incapaz de sentir y expresar emociones. Continuó siendo el matemático brillante de siempre, pero, a la hora de tomar decisiones se equivocaba. Había perdido también la capacidad de «sentir» cuando una inversión era buen negocio, e incluso caía frecuentemente en quimeras y fraudes. Ello demuestra que las emociones son una parte fundamental de la toma de decisiones.

      De las tres partes que consta este libro, las dos primeras son material sensible. La subjetividad está siempre presente en nosotros y es un elemento que puede tanto ayudar como perjudicar. La intuición por ejemplo, ese conocimiento que no se basa en hechos, sino en impresiones, en conexiones inconscientes, es un recurso sumamente importante que nunca se debe subvalorar. Hay momentos en que sentimos, más que pensamos, que debemos hacer algo o todo lo contrario. Es necesario escucharse a uno mismo.

      Llamamos a la tercera parte «Las enseñanzas de Mr. Johnson» no porque las haya elaborado él, son la fundamentación teórica elaborada por mí en base a las otras dos partes del libro. Pero ha sido creada en el espíritu de lo puramente racional que tenía Mr. Johnson. Es la parte de conocimiento aprendido y aplicado de mi propio background, a través de las batallas que he ido lidiando en la arena de la vida, tanto personal como profesional. Estas enseñanzas no pretenden ser un dogma ni una verdad absoluta, solo pretenden iluminar con la luz que yo misma he vivido, he aprendido y me ha hecho reinventarme en los diferentes escenarios en los que el lector se puede encontrar identificado, de una manera u otra.

      La división en tres partes no es real, ya que todo se mezcla en todo momento. Se hace únicamente para favorecer el análisis de lo que aquí se trata. El análisis es el proceso de dividir un tema complejo o sustancia en partes más pequeñas para obtener una mejor comprensión de él. Pero es preciso tener claro que en la vida viene todo junto.

      Por esa razón, «Las enseñanzas de Mr. Johnson» siempre deben estar matizadas por nuestras sensaciones, por ese conocimiento intuitivo que nos señala tanto los peligros que pueden encontrarse en el camino, como las oportunidades valiosas.

      Los consejos de Mr. Johnson son una herramienta importante, pero absolutamente racional, que debe entenderse como el farol que sirve para iluminar nuestro camino y no para aferrarse a él como un borracho.

      También quiero comentar que, mientras escribía el libro, me daba cuenta de que utilizaba mayoritariamente el género masculino al hablar de «emprendedor», «empresario», «intraemprendedor...», supongo que dejándome llevar por la costumbre de utilizar el género masculino para definir al conjunto. Por supuesto, cuando hablo de «empresario», me refiero a la persona titular de un negocio o empresa, independientemente de su género. No obstante, quiero recalcar que en todo momento utilizo el género masculino para referirme tanto a hombres como mujeres, siguiendo la pauta marcada por la RAE del «uso del masculino como referencia a ambos sexos».

      Este libro está dirigido a empresarios, a emprendedores, a gladiadores, en general a esos hombres y mujeres que no le temen al cambio, a esos inconformistas que hacen el mundo girar. Es un aporte más a la comprensión del mundo de la empresa que no es otra cosa que la gestión de las relaciones entre los seres humanos. Una contribución para cubrir una necesidad cada vez más acuciante; hacer mejores empresas para un mundo mejor, con el activo más importante que poseemos en las organizaciones y en el sistema: el factor humano. Y sobre todo desde una nueva mirada, una mirada apreciativa, que pretende pensar en lo que se quiere y no en lo que no se quiere. Que pretende centrarse en las fortalezas y convertirlas en hábitos, sin olvidarse de la realidad que vivimos. Una mirada con unas gafas que nos permitan positivizar nuestras vidas, nuestras organizaciones y el sistema en el que nos vemos inmersos, incluyendo a todas las voces del sistema. Un desafío enorme, pero no se me ocurre ningún otro emprendimiento más valioso que este.

      El viaje comienza aquí.

      Cuando terminé la redacción de este libro, las noticias empezaban a alarmar sobre los numerosos casos de neumonía detectados en la ciudad de Wuhan. Información que despertó mi interés, aunque no tuve en especial consideración ya que me resultaba como algo ajeno a mí, a mi entorno, a mis preocupaciones.

      Unos meses después me encontraba, como el resto de la población mundial, confinada en mi casa por obligación y con el objetivo