Alejandro L. Madrid

En busca de Julián Carrillo y el Sonido 13


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Huáscar García, León García, Milton García, Iliana García García, Pablo García Valenzuela, Jimena Giménez Cacho, Ana Bertha González, Bernard Gordillo Brockmann, Stephanie Griffin y el Cuarteto Momenta, Wim Hoogewerf, Paul Hwang, Martine Joste, Darius Kučinskas, Juan Sebastián Lach, Beth Levy, Pablo Maldonado Sánchez, José Antonio Martín Salinas, Brian McLaren, José Miramontes Zapata, Robin Moore, Victoria Moreira y el Cuarteto de Cuerdas Kaia, Jaime Moreno Villarreal, Roger Moseley, Armando Nava Loya, José Luis Navarro, Rodrigo Navarro, Estrella Newman, Matanya Ophee, Froylán Padrón Zárate, Robert Parker, Alexandre Pirojenko, Ekaterina Pirozhenko, Angelos Quetzalcóatl, Johnny Reinhard, Fernando Ríos, José Antonio Robles Cahero, Pepe Rojo, Antonio Ruiz, Luz María Sánchez, Iván Sánchez Martínez, Rodrigo Sigal Sefchovich, Zaira Soria, Henry Stobart, Deyanira Torres, Sarah Town, Leticia T. Varela Ruiz, Luisa Vilar-Payá y Óscar Zapata. Muchísimas gracias a Walter Clark, Carol Hess, Cristina Magaldi, Fred Maus, Carol Oja y Leonora Saavedra por apoyar mis solicitudes de becas y fondos por medio de cartas de recomendación en diferentes momentos de este proceso.

      En especial quiero agradecer a los musicólogos Ralph Lorenz, Ricardo Miranda, Leonora Saavedra y Christina Taylor-Gibson por compartir desinteresadamente conmigo su propio trabajo de investigación, y a Marina Cruz Martínez, Marisa de Lille, Ramón Guerrero Asperó y Fernando López García por darme permiso para utilizar materiales bajo copyright. Estoy especialmente agradecido con los amigos y colegas que leyeron porciones de este libro y me ofrecieron generosos comentarios; entre ellos, Ana Alonso Minutti, Arved Ashby, Juan Sebastián Lach, Jonathan A. Neufeld, Anna Ochs, Benjamin Piekut, Annette Richards, Roberto Sierra, Susan Thomas, Hebert Vázquez y Javier Villa-Flores. Sin embargo, le recuerdo al lector que solo yo soy responsable por los errores y omisiones que pudiera haber en este libro.

      La primera versión de este libro fue publicada en el 2015 en la serie Currents in Latin American and Iberian Music de Oxford University Press. Estoy sumamente agradecido con Walter Clark, Adam Cohen, Daniel Gibney, Norm Hirshy y Suzanne Ryan por creer en este proyecto; y con Brigid Cohen y Daniel Party, los evaluadores anónimos del libro –quienes me revelaron su identidad durante el proceso de producción– por su detallada y minuciosa lectura de mi manuscrito y por las recomendaciones y sugerencias que indudablemente ayudaron a mejorarlo. Esta versión en castellano no hubiera sido posible sin el interés de Daniela Fugellie, directora del comité de la Colección Música de Ediciones Universidad Alberto Hurtado, quien propuso esta edición al resto del comité (Juan Carlos Poveda, Jacob Rekedal y Lorena Valdebenito), de Alejandra Stevenson, directora editorial, y Beatriz García-Huidobro Moroder, editora ejecutiva, de Ediciones Universidad Alberto Hurtado. La traducción al castellano fue posible gracias al financiamiento generosamente otorgado por el Cornell Humanities Council por medio del programa Humanities Research Grants coordinado por la Society for the Humanities de la Universidad de Cornell. Agradezco especialmente a Paul Fleming, Taylor Family Director de la Society for the Humanities y a Emily L. Parsons, coordinadora de programas, por su apoyo. No está demás decir que la traducción misma no hubiera sido posible sin el trabajo arduo de Vera Wolkowicz, quien volcó al castellano mis ideas, frases y párrafos en inglés con una velocidad y veracidad inusitadas. Trabajar con ella –una musicóloga destacada por derecho propio– en esta traducción ha sido una suerte, un placer y un aprendizaje. No pude haber tenido mejor interlocutora durante este proceso que ella.

      Este libro no es simplemente una traducción al castellano de su versión en inglés. El proceso de traducción me permitió revisar concienzudamente no solo detalles e imprecisiones que se me escaparon durante la edición del libro en inglés, también me dio la oportunidad de expandir algunos conceptos, especialmente en el Capítulo VI, el cual aparece en esta versión revisado, corregido y expandido.

      Alejandro L. Madrid

       Universidad de Cornell

      ¿Por qué escribir un libro sobre el compositor mexicano Julián Carrillo? Podría comenzar justificándolo a partir de una grandilocuente declaración personal: “Creo firmemente que Julián Carrillo es sin duda, si no el compositor mexicano más importante de todos los tiempos, sí el más original e innovador”. Sin embargo, más allá de cualquier juicio estético en que yo pueda creer o no, debo aclarar que mi intención al escribir este libro no es la de incorporar a Carrillo al canon musical occidental, latinoamericano o mexicano, o reconfigurar las coordenadas de esos cuerpos musicales para darles nuevos significados por medio de esa inserción; tampoco es mi deseo reproducir el potencial criterio estético e ideológico que existe detrás de la construcción de cualquier canon en donde este compositor pueda ocupar una posición de privilegio. Julián Carrillo es en efecto una de las figuras más cautivadores de la historia musical mexicana, y posiblemente, uno de los compositores mexicanos técnicamente más completos de su generación, al menos según los criterios imperantes dentro de la tradición de música académica occidental de fines del siglo XIX. De hecho, su vida podría describirse por medio de situaciones extraordinarias: fue una de las presencias dominantes de la escena musical de la Ciudad de México antes de la revolución de 1910; fue uno de los artistas más polarizadores durante el período de la guerra civil; fue la figura más controversial en la década inmediatamente posterior a la finalización de la lucha armada; y fue un utópico, incansable y altamente prolífico activista musical marginal durante las últimas tres décadas de su vida. Sin embargo, en mi opinión, esto solo no basta para justificar un proyecto sobre él. Reportar acerca de la vida de los “grandes hombres” y sus logros, descubrir “verdades” ocultas, o “genios” olvidados y recuperar “obras maestras” perdidas no es lo que moviliza mis quehaceres académicos. Por otro lado, los significados volátiles de estos acontecimientos extraordinarios ligados a Carrillo me producen una gran fascinación en esta constante descripción difusa del compositor, siempre entre genio incomprendido, charlatán, hacedor de milagros, lunático delirante, visionario adelantado a su tiempo, o fuente de orgullo nacional. El foco de este libro es pues una exploración de cómo Carrillo creaba discursos de auto representación y mundos culturales mediados, y cómo él y sus ideas han sido utilizados en los cincuenta años posteriores a su muerte para generar nuevos discursos de auto representación y para mediar otros mundos culturales.

      El 17 de octubre de 2013 el Colegio Nacional (claustro estatal de élite de la intelectualidad mexicana) organizó un conversatorio público entre los compositores Mario Lavista, Aurelio Tello, Javier Álvarez y Hebert Vázquez sobre la situación actual de la composición musical en México. Si bien la discusión estuvo centrada en el nacionalismo y el desarrollo de las instituciones culturales mexicanas, el tema de Carrillo y el Sonido 13 fue inesperadamente un tópico recurrente. En primer lugar, Carrillo fue mencionado en relación a la retórica nacionalista que permeó la vida musical mexicana durante la primera mitad del siglo XX. Luego, el panel analizó su producción musical. Lavista argumentó que “Carrillo comenzó siendo un músico romántico muy ‘a la alemana’ […] después comenzó a manejar la teoría del sonido 13 y a componer obras para los pianos y arpas que él mismo mandó construir. Pero no modificó su retórica musical. Tiene los mismos giros de la música romántica, solo que en cuartos de tono”1. A lo que Tello contestó, “[u]n nuevo sistema, nuevas herramientas, reclamaban nuevos principios constructivos. Tan simple como eso. Carrillo no lo pudo ver”2. Estas opiniones provienen de músicos expertos que han tenido acceso a las pocas grabaciones existentes de la música de Julián Carrillo, como también a algunas de sus partituras. Sin embargo, creo que estos comentarios reflejan el mismo tipo de presunciones desinformadas y teleológicas que han circundado la recepción crítica de su música. Algunas de estas aseveraciones podrían ser adecuadas para describir algunos aspectos de la producción del compositor o correctas cuando su música es vista bajo cierta teleología estética; sin embargo, reflejan por sobre todo la falta de conocimiento sobre sus técnicas compositivas y sobre la profundidad y limitaciones de su pensamiento teórico que actualmente impera en la corriente musical mexicana contemporánea. Esta falta de conocimiento es también consecuencia de la extensiva falta de circulación de su música tanto impresa como en grabaciones. A lo largo del presente libro, cuestiono el aparente “romanticismo” de Carrillo y argumento que el análisis detallado de sus composiciones revela que verdaderamente