que todos los seres humanos disfruten de una calidad de vida plena, digna y justa como creación de Dios? ¿A quién estamos sirviendo: al Dios de la vida o a las fuerzas de la muerte? ¿Qué mensaje estamos proclamando a las víctimas del sistema: un mensaje de dignidad y de justicia o un mensaje de aceptación pasiva de la violencia y la injusticia institucionalizada?
4 Se afirma que: «Al aplicarse Jesús a sí mismo el texto de Is 61.1–2, entramos en el kairós, que es el tiempo definitivo de la visita salvífica de Dios» (Escudero 1978:267). En la misma línea interpretativa, sobre este mismo pasaje, se expresa que en su mensaje inaugural «en la sinagoga de Nazaret, Jesús se aplica a sí mismo las promesas de Is 61.1–2; 58.6; y anuncia que la promesa de liberación que forma parte del jubileo se encarna ahora en su propio ministerio» (Arias 1998:29).
5 En ese «…año, según la ley israelita (Lv 25.8–55), los bienes retornaban a sus dueños primitivos, quedaban libres los esclavos, y todos los hombres y mujeres de Israel volvían a empezar la vida en hermandad, sin diferencias… Jesús anuncia ahora ese año decisivo, para siempre» (Pikaza 1985:223). Se precisa además que «la proclamación del jubileo, que se refleja en la cita escogida por Jesús, apuntaba a la necesidad de restitución de los medios de vida —en cuanto al acceso a la tierra y la remisión de las deudas— y exigía la emancipación de los esclavos» (Arias 1998:30).
Entonces, como puntualiza un autor, «Debemos concluir que —en el sentido corriente que tenían sus palabras— Jesús, lo mismo que María y Juan, estaba anunciando la inminente entrada en vigencia de un nuevo régimen, cuyas características serían que el rico compartiría con el pobre, los cautivos serían liberados, y los hombres tendrían una nueva mentalidad (metanoia), si creían en esta noticia» (Yoder 1985:34).
6 Con respecto al significado e implicancias que tiene esta palabra, se señala que: «El término empleado por los evangelios (ptōjós) tiene sin duda una connotación social. Toda la tradición en torno a Jesús viene a apoyar la idea de que los evangelios sinópticos, cuando hablan de los pobres (ptōjoi), se refieren a la extrema miseria, y con frecuencia a la mendicidad. Describen a los pobres recibiendo limosna (Mr 10.21 par.); Lázaro el pobre es un mendigo enfermo (pasaje prelucano Lc 16.19s), y los mendigos acogidos en el gran banquete son los pobres y los enfermos de la localidad y los vagabundos de fuera (Lc 14.21, 23)» (Schottroff y Stegemann 1981:38–39).
7 La palabra ptōjós es utilizada 10 veces en el evangelio de Lucas (4.18; 6.20; 7.22; 14.13, 21; 16.20, 22; 18.22; 19.8; 21.3) para designar a todos los seres humanos que se encuentran en una situación de extrema pobreza y que están obligados a la mendicidad, indigencia y miseria (Gutiérrez 1988:425).
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