así, te darás cuenta de que no conoces a Dios lo suficientemente bien o de la forma exacta que necesitas para enfrentar la próxima cosa que aparezca en tu camino.
Tomamos la respuesta difícil de Dios y la hacemos sonar como una respuesta trillada y superficial. Él nos responde en un proceso largo y lento, pero nosotros queremos una solución rápida. Su respuesta insiste en ser experimentada a lo largo del tiempo y en los detalles. Nosotros actuamos como si solo por decir las palabras correctas se resolvieran las cosas. La respuesta de Dios implica transformarte en un tipo de persona diferente. Pero nosotros actuamos como si alguna verdad, principio, estrategia o perspectiva pudiera simplemente incorporarse a la persona que ya somos. Dios personaliza Su respuesta a los corazones con una flexibilidad sorprendente. Pero nosotros la convertimos en una fórmula: «Si solamente crees x. Si solamente haces y. Si solamente recuerdas z». Ninguna verdad importante se reduce a una afirmación con la palabra «solamente».
La respuesta correcta puede sonar predecible, pero te garantizo esto: Dios te sorprenderá. Él te hará detenerte. Él te hará luchar. Él te hará cambiar de dirección abruptamente. Te dolerá. Él se tomará Su tiempo. Crecerás en amor y en fe. Él te deleitará profundamente. Verás que el proceso es más difícil de lo que jamás imaginaste—y mejor. El bien y la misericordia te seguirán todos los días de tu vida. Al terminar el largo camino llegarás a casa finalmente. No importa cuántas veces lo hayas escuchado, no importa cuánto tiempo lo hayas sabido, no importa qué tan bien lo sepas decir, la respuesta de Dios significará algo mucho mejor de lo que jamás te hayas podido imaginar.
Él contesta dándose a Él mismo.2
1
TU SUFRIMIENTO ES
IMPORTANTE
Piensa en este libro como un taller. Adéntrate en la historia y vas a sacarle más provecho. La Escritura está diseñada para tratar cualquiera y cada una de las dificultades que enfrentamos en la vida. Así que pon tus problemas sobre la mesa. Escucha cómo nuestro Señor nos invita a hablar de manera personal.
En esencia, Jesús dice: «Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo» (Juan 16:33). Vivimos en cuestiones específicas, no en generalidades. Estás invitado a venir honestamente con tus aflicciones particulares.
Santiago dice que te hallarás «en diversas pruebas» (Santiago 1:2). Estos son los lugares exactos donde el Señor desarrollará constancia y profundidad en tu fe. En la aflicción descubres que careces de sabiduría. Entonces pides sabiduría. Y Dios te da gratuitamente lo que necesitas.
Pedro dice que eres «afligido en diversas pruebas» (1 Pedro 1:6). Pero en Cristo se te ha dado algo incorruptible. Dios promete guardarte con Su poder y hacer tu fe más genuina y verdadera cuando pases por el fuego.
Pablo dice que nuestro Padre y nuestro Señor Jesucristo nos consuelan en «todas nuestras tribulaciones» (2 Corintios 1:4). Nuestros problemas se encuentran cubiertos por esa promesa. Dios te consolará y te fortalecerá, dándote una capacidad creciente para ayudar a otros en cualquier tribulación que enfrenten.
David ora para sí mismo:
Mírame, y ten misericordia de mí,
porque estoy solo y afligido.
Las angustias de mi corazón se han aumentado;
sácame de mis congojas. (Salmo 25:16–17)
Y luego ora por todos los hijos de Dios:
Redime, oh Dios, a Israel
de todas sus angustias. (Salmo 25:22)
Estás invitado a traer tus necesidades, tus problemas, tus aflicciones, tu soledad al corazón de la gracia y la liberación de Dios.
Todas estas voces hablan a partir de experiencias como las tuyas—diferentes en los detalles, pero igualmente difíciles. Así que trae tu propia historia a lo que vamos a examinar juntos.
¿Cuál es el sufrimiento más difícil que has experimentado en el pasado?
¿Qué es lo más difícil a lo que te estás enfrentado ahora?
¿Qué te da miedo tener que enfrentar algún día?
Piensa en ello y sé específico. Escribe en los márgenes de estas páginas. Sigue pensando cuando hayas cerrado el libro. Ora por ello. Habla de ello con tu mejor amigo mañana. Medita en ello mientras caminas. El título de este libro es intencional. No vamos a hablar del tema general de Dios y el sufrimiento. Consideraremos cómo la gracia de Dios entra directamente a tu sufrimiento.
No te apresures. Saca un lápiz o una pluma. Tómate cinco o diez minutos —o más, lo que sea necesario para ser honesto.
¿En qué área estás batallando para encontrarle sentido a las cosas?
¿En qué necesitas ayuda?
¿En qué necesitas sabiduría?
¿En qué necesitas valor?
¿En qué necesitas misericordia?
¿En qué necesitas protección?
¿En qué necesitas fuerza?
Los regalos de la gracia de Dios son perfectos para tus necesidades. ¡Tú eres responsable de la mitad de este libro! Si haces bien tu parte, esa será la mejor mitad.
Déjame incentivarte a pensar en términos más amplios. Quizá un evento catastrófico vino a tu mente. Pero mientras sigues pensando, tal vez algo más aparece en tu consciencia. Quizá el momento crítico no ha sido tan determinante como una relación difícil y decepcionante que duró un largo tiempo. Hay muchos tipos de sufrimiento. A veces algo aparentemente pequeño es el laboratorio perfecto para crecer en la gracia. Tu Redentor te invita a considerar cualquier situación difícil, pequeña o grande, y analizarla en lo personal. Ninguno de nosotros sufre en lo general. Cada uno sufre en modos particulares. Puedes poner esos particulares sobre la mesa.
Aquí hay otra forma de verlo. ¿Qué te ha marcado? Más específicamente, ¿qué te ha marcado para bien? El verdadero bien en nuestras vidas a menudo emerge en el crisol de sufrimientos considerables. Jesús mismo «por lo que padeció aprendió la obediencia» (Hebreos 5:8). La fe y el amor brillan más clara, simple y valientemente en un lugar oscuro.
Y, ¿qué te ha marcado para mal? Nuestros pecados habituales emergen en reacción a la traición, pérdida o dolor. Al ser golpeados por algún mal, descubrimos males que operan en nuestros propios corazones. Nos sentimos rencorosos, ansiosos, abrumados, confundidos, desesperados —o ¡todas las anteriores!
Quizá lo más frecuente es que tanto el bien como el mal salgan de nosotros. Una prueba saca lo peor, y Dios saca lo mejor al encontrarse contigo y trabajar contigo. Por eso el salmista escribe:
Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; mas ahora guardo tu palabra. (Salmo 119:67)
La aflicción en sí misma no es buena, pero lo que Dios hace es muy bueno, trayendo al ignorante y extraviado de regreso a casa. La dependencia constante en el Señor es uno de los frutos más hermosos del Espíritu. Y solo puedes dar ese fruto cuando has vivido algo difícil.
2
CUÁN FIRME CIMIENTO
Has experimentado, estás experimentando y experimentarás aflicciones. Te he pedido que recuerdes tu experiencia, y en las páginas que siguen yo también haré referencia a la mía.
Tenemos buenos modelos para ser honestos. Vemos las aflicciones de Abraham, Jacob y José. Vemos a los hijos de Israel, primero esclavizados y luego errando por el desierto. Vemos a Noemí y luego a Ana. Vemos a David y a Jeremías. Vemos a Jesús y luego a Pablo. Ellos hablaban abiertamente de sus aflicciones, y revelaban los caminos de Dios a medida que sufrían, oraban, hablaban, enseñaban y alababan desde una experiencia