si te vas a ir por mucho tiempo, mejor te doy cien.” Le agradecí y le dije que con cincuenta sería suficiente, aunque sabía que no, pero esa era la cantidad que mi otro yo me había ordenado solicitar y esa es la cantidad que adquirí.
Me sentí aliviado cuando me di cuenta de que mi cuñado no preguntaría por qué iba a Filadelfia. Si él hubiera sabido todo lo que había sucedido en mi mente durante la noche anterior, quizás hubiera pensado que necesitaba recibir tratamiento en un hospital psiquiátrico en vez de ir a Filadelfia a cazar patos salvajes.
Mi otro yo toma el mando
Me fui con mi cabeza diciéndome que era un tonto y a mi otro yo ordenándome que pasara por alto el desafío y llevara a cabo mis instrucciones. Conduje toda la noche y llegué a Filadelfia temprano a la mañana siguiente. Mi primer pensamiento fue buscar una casa de huéspedes modesta donde pudiera rentar una habitación por más o menos un dólar al día.
De nuevo mi otro yo se hizo cargo y me ordenó registrarme en el hotel más exclusivo de la ciudad. Con un poco más de cuarenta dólares de lo que restaba de mi capital en el bolsillo, parecía un suicidio financiero cuando me dirigí a la recepción a solicitar una habitación; o más bien debería decir que comenzaba a solicitar una habitación, cuando mi recién descubierto otro yo me ordenó solicitar una serie de habitaciones, cuyo costo consumiría casi todo mi capital en dos días. Yo obedecí.
El bell-boy recogió mis maletas, me entregó el boleto de mi automóvil y me condujo hasta el elevador como si fuera el Príncipe de Gales. Era la primera vez en más de un año que cualquier ser humano me mostraba tal deferencia. Mis propios familiares, con quienes había estado viviendo, lejos de haberme mostrado respeto, sentían (o así lo creía) que era una carga en sus manos, y estoy seguro de que lo era porque ningún hombre en el estado mental en el que yo había estado durante el pasado año, no podía ser más que una carga para todos aquellos con quienes entrara en contacto.
Se estaba haciendo aparente que mi otro yo estaba decidido a separarme del complejo de inferioridad que había desarrollado. Le entregué al bell-boy un dólar. Comenzaba a calcular a lo que ascendería mi cuenta de hotel al final de la semana, cuando mi otro yo me ordenó descartar todo pensamiento de limitación, y conducirme, por el momento, como lo haría si tuviera todo el dinero que quisiera en mis bolsillos.
La experiencia que estaba viviendo era nueva y extraña para mí. Nunca había pretendido ser algo distinto a lo que yo mismo creía.
Durante casi media hora, este otro yo se dispuso a dar órdenes que yo seguí al pie de la letra durante mi estancia en Filadelfia. Las instrucciones se daban a través de una serie de pensamientos que surgían en mi mente con tal fuerza, que podían distinguirse de mis propios pensamientos.
Nota de Sharon: Hill adquirió la personalidad del hombre acaudalado que él deseaba ser. Coincidimos firmemente en que para ser opulento debes pensar con opulencia.También es importante estar en el ambiente adecuado. Don Green, Gerente General de Napoleon Hill Foundation, me dijo alguna vez, “primero compré mis buenos trajes en Sobel’s, una tienda de ropa a la medida, donde los ejecutivos de Eastman Kodak hacían sus compras. El propietario de la tienda tenía un letrero detrás de la caja registradora que decía: ‘Si deseas ser Exitoso, primero debes vestir como tal’.”
Sin embargo, recomendamos moderación al tratar de imitar al señor Hill, gastando dinero que él no tenía.
Recibo órdenes extrañas de una fuente extraña
Mis instrucciones comenzaban de esta forma: “Ahora estás completamente a cargo de tu otro yo. Ahora tienes derecho a saber que dos entes ocupan tu cuerpo, como de hecho dos entes parecidos ocupan el cuerpo de cada ser humano sobre la tierra”.
“Uno de estos entes está motivado por y responde al impulso del miedo. El otro está motivado por y responde al impulso de la fe. Por más de un año has sido conducido, como un esclavo, por el ente del miedo”.
“La otra noche el ente de la fe tomó el control de tu cuerpo físico y ahora estás motivado por ese ente. Por conveniencia, puedes llamar a este ente de la fe tu otro yo. Este ente no conoce límites, no tiene miedos y no reconoce la palabra imposible.
“Fuiste conducido a elegir este ambiente de lujo, en un buen hotel, como una forma de evitar regresarle el poder al ente del temor. El otro yo motivado por el miedo no está muerto, simplemente ha sido derrocado. Y éste te seguirá dondequiera que vayas, esperando una oportunidad para entrar y controlarte de nuevo, pues puede ganar el control sobre ti sólo a través de tus pensamientos. Recuerda esto y mantén las puertas hacia tu mente firmemente cerradas a todo pensamiento que busque limitarte de cualquier manera, y estarás a salvo”.
“No te permitas preocuparte por el dinero que necesitarás para tus gastos inmediatos. Éste vendrá a ti cuando debas tenerlo”.
“Ahora vayamos a los negocios. Antes que todo, debes saber que el ente de la fe que está ahora a cargo de tu cuerpo, no hace milagros ni trabaja en oposición a cualquier Ley de la Naturaleza. Mientras esté a cargo de tu cuerpo, te guiará cada vez que lo invoques a través de los pensamientos que implantará en tu mente, para llevar a cabo tus planes a través del medio natural más lógico y conveniente que esté disponible”.
“Sobre todo mantén esto fijo en tu mente, que tu otro yo no hará el trabajo por ti, sólo te guiará de manera inteligente para que alcances por ti mismo tus objetivos”.
Nota de Sharon: ¿serás guiado por la fe? ¿O permitirás que el miedo te domine?
“Este otro yo te ayudará a convertir tus planes en realidad. Además, debes saber que esto siempre empieza con tu deseo más vehemente. En este momento, tu mayor deseo ––aquel que te trajo hasta aquí–– es publicar y distribuir los resultados de tu investigación sobre las causas del éxito y del fracaso. Calcula que necesitarás aproximadamente veinticinco mil dólares.
“Entre tus conocidos hay un hombre que te proporcionará este capital necesario. Comienza, de inmediato, a recordar los nombres de todas las personas que conoces y que tienes alguna razón para creer que podrían ser convencidos para proporcionar la ayuda financiera que requieres.
“Cuando el nombre de esa persona surja en tu mente, lo reconocerás de inmediato. Comunícate con esa persona y la ayuda que buscas te será dada. Sin embargo, de acuerdo con tu metodología, presenta tu solicitud tal y como lo harías en el proceso general de una transacción mercantil. No hagas ninguna referencia a este conocimiento que has tenido de tu otro yo. Si faltas a estas instrucciones te toparás con el fracaso temporal”.
“Tu otro yo seguirá a cargo y continuará dirigiéndote mientras confíes en él. Mantén fuera de tu mente el miedo y la preocupación y todos los pensamientos de limitación”.
“Eso será todo por el momento. Ahora comenzarás a moverte a voluntad, precisamente como lo hacías antes de descubrir tu otro yo. Físicamente eres el mismo que has sido siempre; por lo tanto, nadie reconocerá que se ha llevado a cabo un cambio en ti”.
Observé la habitación, parpadeé y, para asegurarme de que no estaba soñando, me levanté y caminé hasta un espejo para observarme de cerca. La expresión en mi rostro había cambiado de una expresión de duda a una de valor y fe. Ya no había ninguna duda en mi mente de que mi cuerpo físico estaba a cargo de una influencia muy distinta a la que había sido depuesta dos noches antes, mientras caminaba alrededor de esa escuela en Virginia Occidental.
Nota de Sharon: aquí, al editar el manuscrito, he terminado el capítulo en uno de los momentos más decisivos en la vida del autor. ¿Alguna vez has pasado por un cambio de vida como la que Hill ha descrito? También podría ser descrito, en términos religiosos, como una conversión. Otros simplemente lo llamarían un llamado a despertar o una palmada en el hombro o, más apasionadamente, como una bofetada.
Capítulo II · Se me revela un mundo nuevo
Obviamente había pasado por un nuevo nacimiento mediante el cual había